Por primera vez, varias encuestas sitúan a PODEMOS como primera fuerza en intención de voto. Esto refleja el agudo giro a la izquierda que se ha producido en la sociedad española. La clase dominante está histérica y en pánico, tratando de atemorizarnos con un desastre económico si PODEMOS aplicara su programa.
[Editorial de Lucha de Clases nº 21]
Pero, ¿qué plantea este programa? Aunque no existe todavía un programa elaborado y sólo se ha presentado formalmente un “documento de bases” para la discusión, y propuestas aisladas en algunas entrevistas y analisis de prensa; se propone, en líneas generales, que los ricos paguen más impuestos y combatir su fraude fiscal, prohibir los desahucios, derogar la contrarreforma laboral del PP que deja a los trabajadores sin derechos, retrotraer la edad de jubilación a los 65 años, bajar el precio de la luz, dar más dinero a la educación y la sanidad públicas, otorgar una renta a quienes carecen de ingresos, que los bancos rescatados con dinero público devuelvan el dinero, reducir la jornada laboral sin reducción salarial para que más parados puedan trabajar, que los corruptos vayan a la cárcel y devuelvan el dinero robado, entre otras.
Son todas medidas progresistas que apoyamos incondicionalmente y que aliviarían el sufrimiento de millones.
”Nuestro” desastre y “su” desastre
Realmente, no hace falta esperar a un gobierno de PODEMOS para contemplar un desastre en el país. Ya lo padecemos.
¿No lo es acaso que haya 5,5 millones de parados, 750.000 familias sin ingresos, y 300.000 familias desahuciadas con decenas de miles más esperando? ¿Y los 300.000 jóvenes “buscándose la vida” en el extranjero, y los “nuevos” salarios de 600€, o los contratos por días y semanas?
Horas extras sin pagar, pensiones y salarios congelados; hospitales, escuelas y universidades sin personal ni recursos suficientes, también provocan ya un desastre. Pero, claro, es “nuestro” desastre, para la clase trabajadora y nuestras familias.
¿Cuál es “su” desastre, el de los ricos y privilegiados? ¿Han renunciado, acaso, los ejecutivos de las grandes empresas y bancos del país, a sus millones de euros, para compartir los sacrificios con las familias trabajadoras? Nada de eso. Las empresas están ganando un 64% más que el año pasado, según el Banco de España. Y la banca espera alcanzar este año los 10.000 millones de beneficios, los más altos desde el 2010 ¿No es obsceno que las 20 personas más ricas del país tengan tanta riqueza como 14 millones de ciudadanos?
El programa presentado por los compañeros de la dirección de PODEMOS, aunque tenga limitaciones, sólo puede aplicarse si se obliga a los ricos y grandes empresarios a que cedan parte de sus enormes beneficios para atender las necesidades sociales más acuciantes. Ese es “su” pánico y el “desastre” que vaticinan.
No ceder a la presión de los ricos
El momento actual que atravesamos es enormemente inspirador, pero también está lleno de peligros. Las enormes expectativas depositadas en PODEMOS hacen que las grandes empresas y bancos estén ejerciendo una presión descomunal contra los dirigentes de la organización para aislarlos y que moderen su programa, a fin de extender la sensación de que “nada puede hacerse” para transformar radicalmente la sociedad.
Debemos permanecer, por tanto, firmes en nuestras reclamaciones y demandas. Y el primer paso debe ser exigir la reparación plena de todas las conquistas sociales y laborales que los gobiernos del PSOE y, sobre todo, del PP han destruido en estos años. Debemos exigir, no lo que les parezca “razonable”, sino lo que necesitamos.
La única manera de llevar esto a cabo es incluyendo en el programa, entre otras, las siguientes medidas:
a) Repudiar la deuda pública. Es imposible acometer un plan de inversiones en obras públicas, viviendas, hospitales, y restituir los gastos sociales eliminados, sin repudiar el pago de esta deuda, generada en gran parte para rescatar a los bancos y grandes empresas. Sólo habría que respetar, devolviéndoles su dinero, a los pequeños ahorradores que depositaron allí sus ahorros de toda una vida de trabajo.
b) Repartir el empleo sin reducción salarial. Nacionalización de toda empresa que cierre o despida trabajadores. Tenemos 5,5 millones de parados y muchas necesidades sociales insatisfechas. Hay que repartir el trabajo, trabajar menos para trabajar todos, sin reducción salarial para preservar las condiciones de vida de las familias obreras. Si los empresarios ya no juegan un papel en hacer avanzar la sociedad, y sólo buscan su enriquecimiento personal a costa del sufrimiento de millones de familias, deben ser los trabajadores quienes tomemos el control de lo que producimos, sustituyendo el afán de lucro por el fin social de la producción.
c) Plan de desarrollo de infraestructuras, servicios sociales y culturales para terminar con el desempleo y mejorar las condiciones de nuestros pueblos y ciudades.
d) No a la precariedad laboral. Fijo en plantilla a los 15 días. Los trabajadores necesitamos estabilidad laboral para aspirar a un proyecto de vida digno ¡Ya está bien que los empresarios se lucren con el chantaje a que nos someten con renovarnos o no el contrato!
e) Escala móvil precios-salarios. Para preservar el nivel de vida de de las familias trabajadoras, es necesario introducir un mecanismo que obligue a subir automáticamente los salarios y pensiones con la subida de los precios.
f) Salario Mínimo Interprofesional, jubilaciones mínimas, y renta básica para personas sin ingresos, de 1.200 euros. Necesitamos ingresos mínimos por encima del nivel de subsistencia. Esto también evitará que los empresarios rebajen el nivel salarial general de los trabajadores. Por eso planteamos unos ingresos mínimos de 1.200 euros, equivalente al 60% del salario medio de un trabajador cualificado.
h) Prohibición de los desahucios. Expropiación sin indemnización de las viviendas e inmuebles vacíos en manos de bancos y promotoras inmobiliarias. Alquiler o hipoteca no superior al 15% de los ingresos familiares.
i) Nacionalizar la banca y los sectores estratégicos de la economía. El repudio de la deuda pública plantearía la cuestión de cómo financiaría sus gastos un gobierno popular y de izquierdas. Esto sólo puede hacerse expropiando sin compensación todo el sector bancario y de seguros, que sirva de instrumento para planificar la economía.
Sin embargo, la nacionalización de los bancos es, en sí misma, insuficiente. Necesitamos nacionalizar los sectores estratégicos que dominan la economía, bajo la administración y el control democrático de los trabajadores y del conjunto de la sociedad.
Debemos comenzar nacionalizando las empresas del IBEX35 (las 35 compañías más grandes del país) y completarlo con la nacionalización de las 100 grandes empresas que cotizan en la Bolsa y controlan el 70% de la actividad económica. Esto sería más que suficiente para iniciar una planificación de los recursos del país que atienda los intereses de la inmensa mayoría de la población.
Debemos rechazar cualquier compensación por la nacionalización de estas grandes empresas, para evitar su descapitalización. Sus propietarios ya consiguieron miles de millones de euros de beneficios durante décadas. Sólo debemos indemnizar a los pequeños accionistas y ahorradores que depositaron en estas empresas sus pequeños capitales y ahorros.
Debemos añadir que muchas de estas empresas monopólicas eran hasta hace 15 ó 20 años, empresas públicas muy rentables y terminaron apropiadas por los “amigos” del poder y la oligarquía española a precios de saldo.
Una alternativa socialista para toda Europa
¿Quién puede oponerse a esto? Por supuesto, las 200 familias que dominan la economía del país, varias decenas de miles de individuos de clase media alta que comen de las migajas que caen de los ricos, los altos jefes militares y policiales, y la casta judicial. Pero ¿qué fuerza representan ellos frente a millones de hombres y mujeres que sostenemos la sociedad con nuestro trabajo y sudor? No hay fuerza más poderosa en la sociedad que la clase trabajadora, movilizada y puesta en pie para defender una política que atienda los intereses de la inmensa mayoría.
La derecha y la socialdemocracia intentan asustarnos diciendo que si un gobierno de PODEMOS y la izquierda aplicara esta política, una política socialista, huirían las inversiones y seríamos expulsados del euro y de la Unión Europea. Es una posibilidad.
Pero esto sólo sería una de las caras de la moneda. Un Estado español socialista despertaría inmediatamente el entusiasmo y la solidaridad de los trabajadores del resto de Europa con movilizaciones multitudinarias. Estas movilizaciones apuntarían también contra la clase dominante de sus países para exigir las mismas medidas socialistas que se aplicaran en España.
De manera que una España socialista no estaría aislada. Los trabajadores de Grecia, Portugal e Italia responderían de inmediato, y pronto serían seguidos por los trabajadores de Irlanda, Francia, Gran Bretaña; y sí, de Alemania también. Y se crearían las bases para el derrocamiento del capitalismo y el establecimiento de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Lo que necesitamos, por tanto, es una acción de gobierno enérgica, complementada con la movilización activa de la clase obrera y de la juventud en las empresas y en las calles, para desbaratar cualquier maniobra de la reacción, y luego apelar a los trabajadores del resto de Europa a que sigan nuestro ejemplo ¡Abajo la Europa de los banqueros y capitalistas! ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa! Ese debe ser nuestro lema.