Las últimas elecciones al Parlamento Europeo han lanzado ondas de choque en el panorama político del continente. Partidos anti-establishment se anotaron grandes victorias en países como Francia, Grecia y el Reino Unido provocando alarma en los principales partidos políticos. El argumento de que estas elecciones representan un brusco giro a la derecha – y hasta al fascismo – es completamente falso.
En España, Grecia y Portugal se produjo un brusco giro a la izquierda. Si podemos hablar de terremotos políticos entonces el aumento repentino de PODEMOS en España sin duda debe ser contado como tal. De hecho, la principal característica común en estas elecciones fue una aguda polarización hacia la izquierda y la derecha y una fuerte disminución del Centro. Sólo en Alemania e Italia tuvieron la CDU de Angela Merkel, y el Partido Democrático de Matteo Renzi resultados honorables. Estos son los dos únicos países en los que (por diferentes razones) los votantes aún no han vuelto completamente la espalda al centro político y a la UE.
En Italia, Matteo Renzi, el líder del PD de centro-izquierda, derrotó al anti-establishment Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo. En Alemania, a la CDU de Angela Merkel le fue menos bien que en las elecciones europeas de 2009, pero mantuvo su amplia ventaja sobre los socialdemócratas, dejándola como indiscutible líder política dominante en Europa. Estos resultados proporcionan algunas pequeñas migajas de consuelo a los principales líderes de los partidos y a los estrategas burgueses que están tratando de entender lo que está sucediendo.
Pero Italia y Alemania son excepciones que reflejan peculiares (aunque diferentes) condiciones en esos países. En el resto de la UE los partidos existentes en el centro-izquierda y el centro-derecha fueron sacudidos por lo que los medios de comunicación describen vagamente como “el desafío populista”. ¿Cuál es el significado de este fenómeno y cómo se puede explicar?
No es difícil rastrear su origen en la situación objetiva. El colapso económico de 2008 representó un giro brusco en la situación. El viejo equilibrio económico fue destruido. Nosotros señalamos en su momento que todos los intentos de la burguesía por restaurar el equilibrio económico, destruirían el equilibrio social y político. Eso es lo que estas elecciones muestran claramente. El equilibrio político que caracterizó a la política europea desde 1945 se ha roto, y no va a ser fácilmente restaurado.
Cinco años de crisis económica, acompañados de desempleo masivo, austeridad, duros recortes en el gasto social y la caída en los niveles de vida han tenido un profundo efecto en cómo la gente ve la política. Los gobiernos y los partidos que han sido responsables de llevar a cabo una política de recortes y de austeridad han visto desplomarse su apoyo. En algunos casos, como el PASOK en Grecia, han perdido tanto apoyo que pueden estar amenazados de extinción, como sucedió con el Partido Socialista Italiano, hace dos décadas.
La inestabilidad política refleja una profunda corriente subterránea subyacente de descontento al igual que las olas en la superficie del océano reflejan poderosas, pero invisibles, corrientes submarinas. Las oscilaciones violentas de la opinión pública no son para nada accidentales. Son una indicación de que las masas están luchando desesperadamente por encontrar una manera de salir de la crisis. Las presentes elecciones, aunque de una manera muy parcial, confusa e incompleta, son sólo la manifestación superficial de esta tendencia fundamental.
Francia
El coro de lamentos sobre el supuesto auge del fascismo alcanza su punto culminante cuando llegamos a Francia, donde el anti.inmigración Frente Nacional de Marine Le Pen derrotó al Partido Socialista y obtuvo una cuarta parte de los votos.
Si el fundador del partido, Jean Marie Le Pen, no era un fascista, sin duda estuvo cerca de serlo. Él ha llamado a las cámaras de gas nazis un “pequeño detalle” y regularmente ha sido condenado en virtud de las leyes de odio racial de Francia. Sólo el mes pasado sugirió que “Monseñor Ebola” podría resolver tema de la inmigración de Europa “en tres meses”. Pero su hija se ha dado cuenta de que un vínculo explícito con el fascismo no era útil para su carrera parlamentaria. Ella tuvo que trabajar duro para hacer que el FN fuera respetable. En su afán por alejar a su partido de la mancha del fascismo, la dama no reculó en censurar a su propio padre. Al concentrarse en una demagogia anti-UE, anti-Establishment y en un programa anti-inmigración consiguió lo que quería.
El Frente Nacional nunca ha llegado primero en una elección nacional y, si se confirma su votación, tendrá alrededor de 25 diputados, de los 74 que representan a Francia en Bruselas. Al escuchar las proyecciones, Le Pen pidió que el parlamento nacional del país fuera disuelto: “¿Qué más puede hacer el presidente después de tal rechazo? Es inaceptable que la asamblea deba ser tan poco representativa del pueblo francés”, dijo a la prensa en la sede de su partido.
Este resultado sacudió a los partidos de centro-izquierda y centro-derecha con la misma vehemencia. Un asesor del presidente francés, Francois Hollande, dijo que los resultados eran “el comienzo de la crisis”: “Esta noche es el inicio de la crisis. La conmoción en Europa y el mundo va a ser muy violenta si la extrema derecha gana en Francia”, le dijo un importante asesor del presidente a un periodista inglés. El primer ministro francés Manuel Valls lo describió como un “terremoto político”.
En realidad, el resultado era bastante predecible. Hay que tener en cuenta que el papel de la socialdemocracia es precisamente traicionar a la gente que la votó, para llevar a cabo el trabajo sucio de los banqueros y los capitalistas y por lo tanto decepcionar y alejar a las masas, en particular a la clase media, y por lo tanto preparar el camino para la reacción de derechas. En los dos últimos años, Francia ha ofrecido una prueba de laboratorio de esta ley universal.
Hace apenas dos años, François Hollande, y el Partido Socialista obtuvieron una victoria arrolladora en las elecciones presidenciales, parlamentarias y locales. Este fue un giro masivo a la izquierda y un mandato claro para el cambio. En ese momento Hollande puso cara de izquierda, defendiendo el fin de la austeridad y la cancelación de los recortes y exenciones de impuestos para los ricos, introducidos por el presidente Sarkozy. El impuesto sobre la renta se elevó al 75% para los ingresos de más de un millón de euros; la edad de jubilación fue retrasada de nuevo a los 60 (con una pensión completa) para las personas que han trabajado 42 años; se recrearon 60.000 puestos de trabajo eliminados por Nicolas Sarkozy en la educación pública, etc.
Pero no le llevó mucho tiempo a Monsieur Hollande renegar de sus promesas. Bajo la presión de las grandes empresas, puso marcha atrás a su política y adoptó una política de austeridad. Ha crecido la sensación de que los socialistas han engañado a la gente, que la clase política en general está fuera de contacto y a una distancia remota (que se aplica tanto a Sarkozi, con su estilo de vida millonario y amantes caras, como a Hollande con sus más modestos y escuálidos asuntos pequeño burgueses). La gente dice: “¿qué importa lo que vote? Ninguno de estos políticos me representa”. Esta conclusión perfectamente racional no se limita a Francia. Se ha demostrado en casi todos los países en Europa y fue revelada crudamente en estas elecciones.
En cuanto a la “relación especial” entre Francia y Alemania como co-gobernantes de la UE, este patético bluff fue expuesto de inmediato y la verdadera situación fue revelada: Francia es sólo el pariente pobre de Alemania. El poder real está en manos de Frau Merkel. Ella decide todo. Hollande no decide nada. El odio al Establishment se ha extendido por lo tanto contra los más aún remotos burócratas sin rostro de Bruselas. Por tanto, la propaganda de Le Pen contra la UE estaba obligada a conseguir un eco en el electorado ya desencantado.
El apoyo de Hollande se ha derrumbado hasta el punto en que es el presidente más impopular en Francia desde 1958 – y eso es decir algo. Pero ¿era inevitable que el descontento con Hollande diera lugar a la aparición de Le Pen? No, no era inevitable. Hace dos años el Frente de Izquierda, una alianza del Partido Comunista (PCF) con los socialistas disidentes y militantes de izquierda liderados por Jean-Luc Mélenchon logró muy buenos resultados. Mélenchon organizó manifestaciones masivas en toda Francia y recibió una respuesta entusiasta por su programa radical. Habló de la Revolución y fue ovacionado. Su apoyo en las encuestas de opinión se elevó a un 17 por ciento. Si Mélenchon y el PCF hubieran mantenido una clara oposición de izquierda al gobierno, habrían ganado enormemente. Pero no lo hicieron.
En las elecciones locales que precedieron a las elecciones europeas, los dirigentes del PCF, motivados por la estrecha y egoísta codicia por cargos, apoyaron un acuerdo electoral con el desacreditado Partido Socialista en muchas ciudades importantes, incluyendo París. Esto disgustó a muchos trabajadores y miembros del PCF. Como el Duque de Enghien, dijo sobre su propia ejecución: “C’est pire qu’un crime, c’est une faute” (“Es peor que un crimen, es un error”).
Por su parte, Mélenchon decidió ir con los Verdes, un partido igualmente desacreditado por colaborar con el gobierno. Entre los dos consiguieron dañar severamente al Frente de Izquierda. Y puesto que la naturaleza aborrece el vacío, el resultado predecible fue el ascenso del Frente Nacional. No hay absolutamente nada de sorprendente en ello.
En cuanto a Hollande, probablemente ha llegado a la conclusión de que no le queda nada que perder adhiriéndose al curso derechista que ha adoptado. Eso, naturalmente, será suicida para él y para el Partido Socialista. Pero, como el Samurai de la antigüedad, los socialdemócratas de todo el mundo han decidido que es mejor sacrificarse a sí mismos cayendo sobre su espada en vez de abandonar deshonrosamente al sistema capitalista a su suerte. Los únicos que se benefician con esto serán Le Pen y el Frente Nacional.
España
España ha experimentado una de las recesiones más profundas de Europa. El gobierno de derechas del PP de Rajoy ha llevado a cabo una brutal política de austeridad y recortes, que ha dejado a más de la mitad de la juventud de España en paro. Esto provocó movimientos de protesta de masas y la ocupación de plazas en más de 50 ciudades hace tres años. Ese movimiento se calmó sin aparentemente haber logrado nada. Pero el descontento de la gente ahora ha encontrado una expresión política. El gobierno de Rajoy es odiado. El voto del PP se ha derrumbado.
Pero el Partido Socialista (PSOE) no se ha beneficiado de la caída de los votos del PP. Por el contrario, el partido ha sufrido su peor desempeño electoral desde la caída de la dictadura en 1977/78. La gente recuerda cómo los socialistas iniciaron la política de austeridad cuando estaban en el gobierno. Como resultado, son igualmente señalados como responsables por los sufrimientos del pueblo español.
En 2009, PP y PSOE consiguieron el 81 por ciento de los votos, esta vez se desplomaron hasta un 49 por ciento. El PP vio derrumbarse su voto del 42 por ciento al 26 por ciento, pero aún más importante, el PSOE, que está claramente identificado como co-responsable de las políticas de austeridad, también cayó drásticamente del 38,8 por ciento al 23 por ciento. Estos partidos tenían 12,8 millones de votos en 2009, pero ahora tienen sólo 7,7 millones, una pérdida de más de 5 millones de votos. Se trata de un mínimo histórico para los dos partidos en los que se ha basado la democracia burguesa en España desde el fin de la dictadura de Franco (si tenemos en cuenta que el PP es el sucesor de la UCD de Suárez).
Estas elecciones marcan un giro brusco a la izquierda en España. Izquierda Unida (que incluye al Partido Comunista) aumentó su participación en el voto de manera significativa desde el 3,7 por ciento y 588.000 votos que consiguió en 2009, al 10 por ciento y 1,58 millones de votos ahora. Esto es también un aumento sobre el 6,9 por ciento que obtuvo en las elecciones generales de 2011.
Sin embargo, el aspecto más interesante de esta elección ha sido el surgimiento repentino e inesperado de PODEMOS, una nueva formación que tiene un sorprendente 8 por ciento, que recibe más votos que IU en una serie de importantes regiones, como Asturias y Madrid (tanto en la ciudad como en la región), así como en la mayoría de los barrios y ciudades obreras de Madrid y su periferia.
Esta formación ha atraído los votos de una capa radicalizada de la sociedad que deseaba protestar contra todo el Establishment, votos que no hubieran ido a IU, vista como está por algunas capas como demasiado moderada y ligada al sistema existente. Este es particularmente el caso de Madrid, donde la federación de IU está dominada por el ala derecha de la coalición y empañada en escándalos de corrupción.
Hace cuatro meses, PODEMOS ni siquiera existía. Todas las encuestas tomadas antes de la votación sugerían que la nueva agrupación tendría problemas para conseguir más de un escaño. Sin embargo, un partido de cuatro meses de edad, con un presupuesto de apenas € 100.000 se disparó hasta el cuarto lugar con un millón y cuarto de votos y cinco escaños en el Parlamento Europeo. En algunas regiones – incluyendo Madrid – PODEMOS se ha convertido en la tercera fuerza política por detrás del gobernante Partido Popular del primer ministro Mariano Rajoy y de la oposición socialista.
La aparición repentina de PODEMOS ha conmocionado profundamente a la clase política. La prensa publica editoriales atónitos, diciendo que “salieron de la nada” – un cliché empleado por los políticos y analistas que significa “que no los vieron venir”. Pero PODEMOS no vino de la nada. Es la expresión política del movimiento de masas de la juventud y los trabajadores radicalizados que han estado protestando en las calles de España durante los últimos tres años contra los males del capitalismo, la austeridad y el dominio de los banqueros. Si este movimiento fue invisible para los “expertos” políticos sólo puede ser debido a que tienen sus cabezas hundidas en un lugar innombrable donde el sol no brilla.
“Si el pueblo no hace política, ellos se la hacen a él, y ahí es cuando ellos [los políticos] le roba sus derechos democráticos, así como su cartera,” dijo Pablo Iglesias, la principal figura de PODEMOS, en una entrevista el martes. Esto representa un gran paso adelante en la conciencia del movimiento de protesta en España. En lugar del confuso rechazo semi-anarquista a la política, tenemos un intento de dar al movimiento de protesta incoherente y desorganizado una expresión organizada y política.
Con casi nada de dinero, este partido embrionario muestra cómo la combinación de políticas anti-capitalistas combativas y una activa organización de base pueden derrotar a los poderosos aparatos burocráticos de los partidos respaldados por los millones de los banqueros y capitalistas. PODEMOS ha puesto en marcha una red de 300 “círculos” en todo el país. Las políticas de PODEMOS son políticas vagas, anti-sistema y anti-globalización, pero su propaganda tiene un sesgo claramente anticapitalista.
Aunque PODEMOS evitó identificarse en términos de “derecha” e “izquierda” y prefirió referirse a los “ciudadanos” y no a los trabajadores, el mensaje que transmitió era claramente de “los de abajo” en contra de “los de arriba”. Mientras que la derecha “populista” se limita a un estrecho rechazo nacionalista de la UE, Pablo Iglesias plantea su oposición a las políticas de la troika con un contenido de clase.
Dando voz al descontento generalizado con el Establishment y la UE capitalista, el joven y audaz dirigente de PODEMOS escribió en su página web personal que el principal objetivo de la Troika es “Asegurar los beneficios de los bancos, de las grandes empresas y de los especuladores”. Eso es bastante correcto. Y añade: “Europa no puede ser un instrumento para asfixiar a los países del sur, y España no puede ser un país para corruptos, fraudulentos y especuladores inmobiliarios.”
La erupción de PODEMOS ya ha tenido un impacto en los partidos tradicionales. Ha provocado la caída de Alfredo Pérez Rubalcaba, el secretario general socialista. Pero, obviamente, como corriente ascendente de una nueva izquierda, PODEMOS podría ser el catalizador para un cambio político más amplio en España y más allá. Si bien es dudoso que pueda desplazar a IU como el principal partido de la izquierda, puede actuar como un catalizador para la radicalización de la izquierda, sacudiéndola de su letargo reformista osificado. Y eso sólo puede ser positivo.
Grecia
Los medios de comunicación burgueses y las sectas ultraizquierdistas están obsesionados con Aurora Dorada. Se trata de un partido fascista y ciertamente ha avanzado, lo que refleja el mismo proceso de polarización social y política que ya hemos mencionado. En estas elecciones quedó en tercer lugar, por delante del Pasok, que pagó el precio por actuar como socio menor de la coalición en el gobierno de la conservadora Nueva Democracia.
Los líderes de Aurora Dorada habían desarrollado delirios de grandeza, imaginando que podían tomar el poder. Pero la clase dominante entiende que cualquier intento de avanzar hacia el fascismo en condiciones de una clase trabajadora radicalizada sería demasiado arriesgado. Por lo tanto, se vieron obligados a tomar ciertas medidas para frenar a los perros rabiosos, aunque, obviamente, no tenían ninguna intención de ilegalizar el partido, que van a necesitar en el futuro.
El dueño de la casa necesita un perro feroz para el resguardo de su propiedad, pero el perro debe mantenerse sujeto con una cadena, de manera que no muerda la mano del amo. En un intento de parecer más respetable Aurora Dorada cambió sus botas militares por los trajes en el período previo a las elecciones. Consiguió sus primeros escaños en el Parlamento Europeo. Sin embargo, este éxito tiene un carácter muy relativo.
El vencedor principal en Grecia no fue Amanecer Dorado, sino el partido de izquierda Syriza, que triunfó sobre la gobernante Nueva Democracia, que señala la primera victoria en las elecciones a nivel nacional del partido. El líder de Syriza, Alexis Tsipras, proclamó una “victoria histórica” para su partido. Esta es una afirmación razonable. Pero en realidad no es correcto decir que Syriza es un partido totalmente nuevo. Su núcleo está formado por miembros de Synaspismos, que fue una escisión del Partido Comunista (KKE). Contiene muchos ex-comunistas y socialdemócratas, incluyendo desertores prominentes del Pasok.
El aumento explosivo de Syriza refleja la ira de los votantes contra los programas de austeridad sucesivos y la frustración de que están siendo objeto por la misma élite política que provocó el colapso económico de Grecia. Consiguió el 26,4 por ciento en comparación con el 23,2 por ciento de Nueva Democracia. Aurora Dorada había conseguido un 9,3 por ciento en comparación con el 8,1 por ciento de Elia (Olivo), una alianza de centro-izquierda liderada por el Pasok. Syriza obtuvo una victoria aún más importante en la elección del gobernador de la región de Ática que rodea la capital, donde reside cerca de un tercio de la población del país.
Sin embargo, la victoria de Syriza no conducirá inmediatamente a la caída del gobierno de Antonis Samaras. Puesto que los dos socios de la coalición capturaron juntos una mayor participación en el voto que Syriza el gobierno va a aferrarse desesperadamente al poder como un hombre que se ahoga se aferra a un trozo de madera. Pero como los vientos tormentosos que soplan en mares inexplorados, se hundirá con el tiempo sin dejar rastro. Los días de este gobierno están contados. Más temprano que tarde Samaras tendrá que convocar nuevas elecciones y todo apunta a una victoria de Syriza.
Tsipras dijo que su victoria electoral significaba que el gobierno ya no tenía el derecho de negociar con los prestamistas internacionales sobre cuestiones clave como la reestructuración de la deuda pública, o imponer nuevas medidas de austeridad. Él se ha comprometido a romper el bárbaro acuerdo de rescate de Grecia si llega al poder – una perspectiva que ha despertado las esperanzas de millones de griegos. Al mismo tiempo ha dicho que Grecia permanecerá en la UE y en la zona euro, lo que significa que todavía estará a merced de Bruselas y Berlín. Cómo se resolverá esta contradicción determinará el futuro de ambos, Syriza y Grecia.
Italia
La característica principal de los resultados electorales en Italia fue el más alto nivel de abstención en la historia del país. Esto revela una creciente frustración y un rechazo al sistema político y a las políticas de austeridad. Sólo el 57,22 por ciento del electorado se molestó en votar, frente al 66,43 por ciento en 2009. De este 57 por ciento, el 3% depositó una papeleta de voto en blanco o anulada. En las elecciones parlamentarias de 2013, votó el 75,19 por ciento del electorado.
El nuevo primer ministro Renzi ha logrado marginar al ala izquierda del partido y ahora tiene el control total del PD. Está promoviendo una agenda populista de “renovación”, pero moviéndose hacia la derecha, llevando a cabo políticas burguesas (nuevas leyes de contra-reforma laboral, una actitud amenazante contra los sindicatos, etc.) El voto a Renzi se interpreta como un voto para la estabilidad y fue recibido con aplausos por parte de la gran burguesía, que ahora siente que tiene la oportunidad de ir a la ofensiva con su agenda de austeridad. Eso explica el entusiasmo exagerado de la prensa sobre Renzi.
Los medios de comunicación burgueses están haciendo mucho ruido, alegando que Renzi consiguió más votos que cualquier dirigente anterior del PD. Ellos lo están apoyando porque Renzi es un político abiertamente burgués, mientras que los dirigentes anteriores de ese partido venían del viejo Partido Comunista (PCI). Pero a pesar de los intentos de los comentaristas burgueses por afirmar que se trataba de un voto de confianza en el gobierno, Renzi sólo puede reclamar el apoyo de alrededor del 22% del electorado en general.
Tampoco es cierto que Renzi haya conseguido más votos que cualquier dirigente anterior del PD. En 2008, el PD obtuvo el 34 por ciento, cuando Veltroni, pero en realidad consiguió un millón más de votos que Renzi. También tratan de afirmar que Renzi lo ha hecho mucho mejor que cuando el PCI consiguió el 34 por ciento, bajo Berlinguer, en 1976. De nuevo, esta una comparación falsa. El PCI consiguió 12.614.650 votos en 1976, 1,3 millones de votos más que Renzi hoy, y representaba el 31 por ciento de las personas con derecho a voto y no el 22 por ciento que Renzi puede reclamar hoy.
Incluso si se añaden a los votos del Partido Democrático los de Alfano [dirigentes de la división del partido de Berlusconi que se mantuvo en el gobierno], y de Monti, significa que algo más del 25% de los que votaron lo hicieron por partidos que integran el gobierno de Renzi. Quizás haríamos bien en mirar nada menos que a los 22 millones de personas que no emitieron ningún voto. El Partido Democrático en 2008 consiguió 12 millones de votos; luego 8,6 millones en 2013, y 11,2 millones en 2014. Estos cambios ponen de manifiesto la extrema volatilidad del electorado.
¿Qué pasa con el Movimiento 5 Estrellas de Grillo, que capturó todos los titulares en los últimos tiempos? Sus cinco estrellas se dispararon a través del firmamento, y por un breve momento se iluminó el cielo. Pero este relámpago ha sufrido un duro revés. Tal es a menudo el destino de los movimientos de masas de carácter principalmente pequeño burgués. Son intrínsecamente inestables y pueden desaparecer tan rápido como aparecen. Se crecen con el éxito, pero se desinflan rápidamente por los contratiempos. Pueden volar como un cohete para caer como un palo.
El Movimiento de Grillo aún así consiguió el 21,1 por ciento (5,8 millones de votos), una cifra considerable, pero ha perdido tres millones de votos desde 2013. La razón es una combinación de su incapacidad para detener cualquiera de las medidas del gobierno en el último año y el hecho de que allí donde se han involucrado en las administraciones locales han decepcionado mucho. Una crisis de este movimiento y las oscilaciones bruscas en sus políticas hacia la derecha y hacia la izquierda en el próximo período son la perspectiva más probable.
Los votos para Grillo son votos claramente contra de las políticas de austeridad impuestas en general por el gobierno y la Unión Europea. Y si se suman los más de 22 millones que no votaron a los cerca de 6 millones de votos de Grillo, hacen un total de 28 millones que han perdido toda confianza en los partidos mayoritarios, tanto de centro-izquierda como de centro-derecha.
Por último, lo que queda de los viejos partidos de izquierda, entre ellos Refundación Comunista (PRC) y SEL (la escisión de derecha de PRC, encabezada por Nichi Vendola), apoyaron una lista llamada “L’altra Europa con Tsipras” (“La otra Europa con Tsipras”) . Tenían la esperanza de beneficiarse del éxito de Syriza en Grecia y lograron superar el umbral mínimo para conseguir representación por unos pocos miles de votos. Pero obtuvieron sólo el 4,03 por ciento. El año pasado, el SEL (que participó en el bloque de coalición de la centro-izquierda con el PD) y la lista “Rivoluzione Civile” (respaldada por el PRC), consiguió sumar 1,8 millones de votos, mientras que hoy la Lista Tsipras consiguió sólo 1,1 millones. La alegría surrealista en sus dirigentes se explica probablemente por el hecho de que parece que han logrado detener su caída libre electoral, pero esta euforia no durará mucho tiempo.
Los principales perdedores de estas elecciones, sin embargo, fueron los partidos burgueses de derecha, especialmente Forza Italia de Berlusconi. Berlusconi mismo ni siquiera pudo votar, ya que ha sido condenado por un cargo de fraude. Su partido está ahora en una profunda crisis. Tienen el 16,8 por ciento (4,6 millones de votos), pero han perdido 6 millones desde 2009 (y -2,5 millones desde las elecciones de 2013). El bloque tradicional alrededor de Berlusconi está en una crisis terminal. Se dividen y parece muy poco probable que recuperen el terreno en el corto plazo.
La Liga Norte ha ganado algo de terreno sobre la base de su retórica anti-UE. Pero la escisión del partido de Berlusconi, el NCD (Nuovo Centro-Destra) sólo alcanzó el 4,4%. Por último hay que mencionar a Mario Monti, el economista burgués que sirvió como “tecnocrático” Primer Ministro de Italia desde 2011 hasta 2013, aunque nunca fue elegido por nadie. Su partido, “Scelta Europea”, se derrumbó, perdiendo 2,5 millones de votos desde el año pasado. Sólo consiguió el 0,72% de los votos.
Alentada por estos resultados electorales, la burguesía va a ejercer presión sobre el gobierno de Renzi para llevar a cabo una aplicación más rápida y vigorosa de la agenda de la austeridad. Renzi ahora se siente en una posición más fuerte para impulsar nuevas leyes laborales y otras medidas impopulares. Los dirigentes sindicales están a la defensiva y tratan de alcanzar un compromiso. Pero ningún compromiso es posible. Se retirarán y capitularán tanto como puedan, pero todos sus compromisos nunca serán suficientes para la burguesía italiana que se encuentra en una posición cada vez más desesperada vis-a-vis con sus rivales europeos más fuertes.
Toda la situación está dirigiéndose a una explosión de la lucha de clases. Podemos esperar estallidos extremadamente radicales de luchas de la clase trabajadora en los próximos meses, que los burócratas sindicales tratarán de mantener desconectadas y desarticular, como fue el caso de la huelga indefinida de 5 días de los conductores de autobuses en Génova contra la privatización, en noviembre de 2013. Teniendo en cuenta las tradiciones de los trabajadores italianos, estas luchas pueden intensificarse y convertirse en protestas mucho más amplias contra el gobierno.
Tarde o temprano, los sindicatos se verán obligados a salir, por primera vez a una situación de semi-oposición, y, finalmente, en franca oposición a Renzi. Eso, a su vez, puede provocar una crisis y división en el PD en líneas de clase. El camino estaría entonces abierto para un realineamiento serio de la izquierda italiana.
Gran Bretaña
La prensa habla de un “terremoto político” en Gran Bretaña después de la victoria de UKIP en las elecciones europeas. Los líderes de los partidos están entrando en pánico, tratando de averiguar su respuesta a la amenaza percibida por Nigel Farage, el hombre que es la cara pública de UKIP. El primer ministro Conservador británico David Cameron ha hablado a otros líderes que encabezan la UE de una reunión en Bruselas para insistir en la necesidad de una reforma y para instarlos a “prestar atención a las opiniones expresadas en las urnas” después de que UKIP ocupara el primer lugar con un 27,5 por ciento de los votos. Para Nick Clegg, el líder pro-europeo del Partido Liberal Demócrata y socio de coalición de Cameron, la liquidación casi total de sus diputados es una derrota personal aplastante.
El líder de UKIP, que casi duplicó su cifra de diputados a 24, le gusta hacerse pasar por un hombre del pueblo que bebe grandes cantidades de buena cerveza inglesa en su pub local y no le gustan burócratas extranjeros que nos dicen que no se puede fumar en lugares públicos. En realidad, este “hombre del pueblo” es un acaudalado ex banquero de inversión y representa los intereses, no del hombre pequeño, sino de los bancos y de la City de Londres, el centro financiero de Gran Bretaña. Esa es una de las razones por las que se le ha dado una enorme cantidad de tiempo en los medios de comunicación. Esto marca un cambio de actitud de un sector de la clase dominante británica hacia la UE.
El período embriagador del boom y de la especulación, en la que los banqueros se sumergieron en un loco carnaval de hacer dinero coincidió con un período de relativamente buenas relaciones entre Gran Bretaña y Europa. La City de Londres hizo alegremente una fogata con todas las restricciones a las actividades de la banca de inversión. Eso llevó directamente al colapso catastrófico de 2008, pero en aquel momento parecía como un admirable ejemplo a seguir. La burguesía británica marcó el ritmo de las contrarreformas, de las leyes antisindicales y de los ataques a los derechos de los trabajadores que eran vistos con envidia por todos los banqueros y capitalistas de Europa. Thatcher era vista como el modelo a imitar.
Pero ahora el carnaval ha terminado y sus protagonistas están sufriendo de una terrible resaca. La factura se ha presentado en forma de una fuerte caída en los niveles de vida, recortes y austeridad. Pero esto afecta a unos más que a otros. Recientemente, personajes tan inverosímiles como Christine Lagarde del FMI y el ex jefe del Banco de Inglaterra han comenzado a criticar las enormes bonificaciones de los banqueros. Están preocupados con razón por los efectos del aumento de la desigualdad en la sociedad. En ninguna parte es más evidente esta desigualdad que en Gran Bretaña. Londres tiene ahora el mayor número de multimillonarios de cualquier país de Europa.
La ciudad de Londres está disfrutando de los frutos de un auge que se basa en gran parte en un boom inmobiliario especulativo que tiene todas las características de una burbuja. Y como vimos en 2008, las burbujas tienden a estallar con consecuencias desastrosas. Este hecho es una ilustración gráfica del carácter completamente degenerado, decadente y parasitario de la clase dominante británica. Por otra parte, los privilegios de la City de Londres despiertan la envidia y el resentimiento de los banqueros del resto de Europa.
La feroz competencia entre Frankfurt y otras capitales financieras de Europa con la City de Londres se expresa en las cerca de 40 propuestas para reescribir las reglas del sector financiero de la UE. Esto ha despertado la furia de los banqueros británicos que gruñen sobre la “pesada regulación de la UE”. Este es el conflicto de intereses entre las bandas rivales de financieros, no los sentimientos de ofensa nacional a los que Farage apela demagógicamente, que constituye la verdadera explicación de las relaciones cada vez más venenosas entre Londres y Bruselas.
La verdadera razón de la subida de UKIP es el miserable fracaso de los dirigentes del ala derecha del Partido Laborista para expresar los sentimientos de ira y frustración de las masas que han sufrido años de recortes, ataques y caída de los niveles de vida. Ed Miliband, presenta un cuadro de abyecta debilidad y confusión que no atrae a nadie en particular. El laborismo de Ed Miliband carece del ímpetu de una oposición que debía estar disfrutando un año antes de las elecciones generales. Como resultado, una capa de votantes laboristas descontentos en las provincias (aunque no en Londres) votó por UKIP en estas elecciones.
La prensa de Gran Bretaña ha estado construyendo sistemáticamente UKIP y promocionando la imagen de Farage en el último período. La clase dominante entiende que la coalición en el poder de los conservadores y demócratas liberales se dirige a la derrota en las próximas elecciones. Los laboristas tuvieron un resultado razonable en las elecciones locales y registraron un ligero avance en las elecciones europeas. A pesar de la debilidad de Ed Miliband y sus intentos de mostrar a la burguesía que está “preparado para gobernar”, la clase dominante no confía en el Partido Laborista ni en su líder. En condiciones de crisis y aumento de la polarización social, aquélla ve el mantenimiento de los vínculos del laborismo con los sindicatos como una amenaza potencial – un tema sobre el que están constantemente insistiendo.
Por lo tanto, ve a UKIP como una manera de desviar el apoyo al laborismo y al mismo tiempo presionar a los conservadores para que giren más a la derecha. Pero esta es una estrategia muy arriesgada. En primer lugar, no hay nada que indique que los resultados de las elecciones europeas se replicarán en una elección general. Los altos niveles de abstención en estas elecciones (apenas el 34 por ciento ha votado) muestran que la mayoría de la gente las consideran irrelevantes – lo que es una asunción justa. Dado que esta elección no puede tener un significado real para su vida o su futuro, muchos optaron por abstenerse o registrar un voto de castigo a partidos como UKIP.
Farage ha puesto sus miras en Westminster para las elecciones generales del próximo año, declarando que su “ejército del pueblo” marchaba sobre Newark con la esperanza de revocar una mayoría conservadora de 16.000 votos en las elecciones parciales del 4 de junio por un escaño en Nottinghamshire. Sin embargo, es interesante notar que UKIP tuvo mucho menos éxito en las elecciones locales, donde no pudo conseguir un solo ayuntamiento en el conjunto de Gran Bretaña. Todavía serán aún menos propensos a ganar muchos escaños en las elecciones generales. Por otra parte, conseguirán la mayor parte de sus votos de los conservadores, lo que bien puede tener el efecto de permitir que gane el Partido Laborista. La proyección nacional del voto fue sólo del 17 por ciento – un descenso de cinco puntos desde las elecciones locales anteriores.
Uno de los efectos del avance de UKIP ha sido el de destruir al Partido Nacional Británico – un partido de tipo claramente fascista. Nick Griffin, líder del BNP, y el único eurodiputado del partido, perdió su escaño en el Parlamento Europeo. El BNP era el verdadero partido “racista”, dijo, y los que habían votado por UKIP se habían equivocado.
Alemania
En Alemania la desilusión de una capa de la gente con los partidos tradicionales que han dominado la Alemania de la posguerra se expresa en el aumento del partido anti-euro Alternative für Deutschland (AFD). Representa una protesta contra una élite política pro-UE y su manejo de la crisis del euro. Al igual que en otros países, en Alemania existe un estado de ánimo de cada vez mayor de desencanto con el “ideal europeo”. La participación alemana en las elecciones europeas ha caído del 65 por ciento en 1979 al 43 por ciento en 2009.
La voraz clase dominante alemana canalizó enormes beneficios procedentes de la UE y del euro, pero ahora se resiste a pagar las cuentas. En la persona de Angela Merkel, el verdadero gobernante de Europa, predican las virtudes de la vida austera y de la disciplina para una Europa que se está volviendo cada vez más resentida hacia la dominación alemana y cada vez más inquieta bajo la férula de la austeridad. Estas elecciones ponen de manifiesto una línea de fractura que en el futuro puede conducir al colapso del euro e incluso a la desintegración de la propia UE.
Al igual que en otros países, los demagogos de derechas se están beneficiando de la crisis del euro para ganar apoyo para sus esfuerzos de revivir el nacionalismo alemán. El profesor de economía de 51 años de edad, Bernd Lucke dice que quiere una Europa de los Estados-nación – no una Europa federal y promete llevar un hacha a la burocracia de Bruselas. Un oponente político recientemente condenó a Lucke como un “fascista de salón disfrazado”. En un país que aún está acosado por los recuerdos de la dominación nazi, el AfD genera emociones fuertes. Los carteles de Lucke, son regularmente desfigurados con un bigote de Hitler.
Esta forma específicamente alemana de reacción de derechas tiene algunas características peculiares. Considerando que todos los otros partidos de derecha nacionalistas de una u otra manera se oponen a la inmigración, la AfD apoya la libertad de movimientos en la UE (pero combinado con una ofensiva contra el “abuso del bienestar”). La razón de esta aparente y sorprendente moderación es muy clara. La fortaleza económica de Alemania se construyó en no poca medida con la explotación de millones de Gastarbeiter (trabajadores inmigrantes extranjeros). Para Alemania, detener la inmigración sería matar a la gallina de los huevos de oro.
En su lugar, la obsesión primordial de la AfD es el euro. Lucke constantemente machaca sobre los costos para Alemania de la suscripción de los rescates de miles de millones de euros para Grecia y de otros miembros de la eurozona siniestrados. Una “respetable” campaña anti-euro le permite al AfD aprovechar un amplio electorado en un país donde los partidos abiertamente nazis despiertan malos recuerdos de los horrores del régimen de Hitler.
Considerando que el pequeño partido neo-nazi encuentra su base en las capas desclasadas económicamente, el AfD está encontrando un eco en profesionales de clase media, empresarios y profesores desafectos. En las elecciones parlamentarias de Alemania del año pasado, cuando el AfD se presentó por primera vez faltó poco para alcanzar el umbral del 5 por ciento para entrar en el Bundestag. El AfD tomó votos principalmente del liberal FDP, un clásico partido de la clase media.
AfD no es un partido fascista, pero puede marcar el paso al fascismo en el futuro. Contiene elementos fascistas, especialmente en su ala juvenil, Junge Alternativ. La máscara de moderación de Lucke se deslizó durante la campaña parlamentaria del año pasado, cuando se refirió a los migrantes pobres como “Bodensatz” – “escoria”. Más tarde dijo que estaba hablando para salvar a los migrantes de convertirse en “escoria”, pero se disculpó. Él no se disculpó, sin embargo, al referirse el año pasado a “la degeneración de la democracia” – una frase que los nazis utilizaron para describir el fracaso de la República de Weimar para traer la estabilidad social a Alemania.
Pero en esta campaña la máscara se mantuvo firme en su lugar. Por ejemplo, Lucke ha rechazado posibles vínculos tanto con el Frente Nacional francés como con el británico UKIP, que según él son demasiado extremos. Él ha tratado de acercarse a los conservadores británicos, pero éstos, temerosos de provocar la ira de Frau Merkel han rechazado hasta ahora sus solicitudes.
La política alemana ha visto fenómenos similares en el pasado. En 1989 el anti-inmigrante partido Republikaner consiguió el 7 por ciento en las elecciones europeas – el porcentaje máximo conseguido por la ultraderecha en la Alemania moderna – pero luego se derrumbó.
Algunos otros ejemplos
En Portugal, la coalición derechista gobernante (PSD-CDS-PP) fue duramente derrotada en estas elecciones, colapsó de un 40 por ciento (1,4 millones de votos) en 2009, al 27,7 por ciento (900.000 votos) ahora. El Social Demócrata PS es el ganador claro, al pasar del 26 por ciento al 31 por ciento. Sin embargo, en términos de votos reales el resultado fue muy modesto, aumentó sus votos en un magro 90.000.
A la izquierda del PS, el principal beneficiario es el Partido Comunista, visto como el partido anti-austeridad y anti-Europa más consistente de la izquierda. Incrementó su participación en el voto del 10 por ciento (380.000 votos) hasta el 12,6 por ciento (416.000 votos). Por el contrario, el Bloque de Izquierda perdió más del 50 por ciento de su apoyo, cayendo del 10 por ciento al 4,5 por ciento. Si sumamos estos votos en la votación total de la izquierda, el voto de izquierda en el país fue del 48 por ciento. Este resultado fue, por tanto, una clara victoria para la izquierda y otro golpe a las políticas de austeridad impuestas por la UE y Alemania.
El partido holandés de extrema derecha ‘Partido por la Libertad’ de Geert Wilders se sentirá decepcionado con los resultados, ya que los partidos pro-UE encabezaron la elección. Pero la mayor sorpresa fue en Bélgica. Aquí estaban votando no sólo para el Parlamento de la UE, sino lo más importante para los parlamentos federal (nacional) y regionales. Una de las características más importantes de las elecciones fue el avance electoral del Partido del Trabajo de Bélgica (PVDA / PTB) una antigua organización maoísta que abiertamente todavía dice ser marxista, aunque ahora sus políticas son principalmente de carácter reformista de izquierda.
El partido logró sus mejores resultados en Amberes, la segunda ciudad de Bélgica donde obtuvo el 9,04 por ciento, lo que lo convierte en el cuarto partido más grande de la ciudad, delante de la Democracia Cristiana, de los liberales y de la extrema derecha Vlaams Belang, que no hace mucho tiempo fue puesta como ejemplo de una amenaza fascista imparable.
En la zona sur (de habla francesa) el partido también consiguió muy buenos resultados. En Charleroi (la segunda ciudad obrera) se anotó el 8,81 por ciento, convirtiéndose en el cuarto partido de la provincia y el tercero de la ciudad. En Lieja, la primera ciudad en el sur, en Valonia, se convirtió en el segundo partido en el cinturón rojo con votaciones de entre el 10 y el 20 por ciento – justo detrás del Partido Socialista (Parti Socialiste).
Como resultado el PTB / PVDA, que es el único partido nacional y bilingüe de izquierda en Bélgica, envió 8 diputados a los diferentes parlamentos, entre ellos dos al Parlamento federal (nacional). Si no fuera por el umbral electoral antidemocrático del 5 por ciento, el PTB / PVDA habría enviado a muchos más diputados al Parlamento.
Esta es la primera vez desde 1985 que candidatos a la izquierda de los partidos socialistas han sido elegidos en Bélgica. Este resultado refleja un estado de ánimo cambiante en Bélgica y un movimiento claro hacia la izquierda en los barrios obreros y los sindicatos, especialmente en el sindicato socialista (ABVV / FGTB) y en la sociedad en general. Todavía es un movimiento minoritario, pero muy significativo.
En Irlanda, la característica principal de los resultados de las elecciones es la aplastante derrota del gobierno de coalición (Partido Laborista y Fine Gael). El Partido Laborista ha sido especialmente castigado por el electorado por participar en una coalición con el partido burgués Fine Gael que lleva a cabo todos los recortes impuestos por Bruselas (lo que llevó a la renuncia de Eamon Gilmore). El Fine Gael también sufrió una severa derrota. Por otro lado se ha producido una victoria electoral del Sinn Fein.
También hubo elecciones locales en las que se confirmaron estos resultados aún más gráficamente en términos de concejales ganados y perdidos. El izquierdista Partido Socialista ha obtenido un escaño en el Parlamento irlandés (Dáil) con Ruth Coppinger en la reelección del escaño de Dublín-Oeste, pero perdió el escaño que tenía previamente en el Parlamento Europeo con Paul Murphy.
En Dinamarca, el Partido Popular Danés de extrema derecha consiguió casi el 27 por ciento de los votos y ha duplicado su número de diputados. Una vez más, esto representa un voto de protesta en contra de los gobernantes socialdemócratas que han llevado a cabo un programa de recortes. Su participación en la votación se redujo al 20 por ciento. Sin embargo, los principales partidos burgueses también registraron grandes pérdidas y están en una profunda crisis.
En Finlandia, el partido anti-inmigración Partido de los Finlandeses aumentó su número de diputados a dos, pero su participación en la votación se ha reducido desde la última elección nacional. La Alianza de la Izquierda ha vuelto al Parlamento con un diputado después de conseguir el 9,3 por ciento de los votos.
En Suecia, el proceso no ha ido tan lejos como en los países vecinos, pero los ultraderechistas Demócratas de Suecia obtuvieron dos escaños con el 9,7 por ciento de los votos. Este aumento estuvo, sin embargo, compuesto en su totalidad de una disminución de los partidos del gobierno de derechas, con el partido de la burguesía tradicional, los Moderados, convirtiéndose en el tercero con el 13,4 por ciento, después de los Verdes y los socialdemócratas. La coalición de gobierno actual sólo puede reunir ahora el 36 por ciento de apoyo en una elección nacional, según una reciente encuesta de opinión.
En Austria hubo grandes ganancias para el Partido de la Libertad (FPO) de extrema derecha, que ganó alrededor de un quinto de los votos para su programa anti-inmigración. Duplicó el número de diputados al Parlamento Europeo, de dos a cuatro y dice que espera formar una alianza con el Frente Nacional. El FPO se ha beneficiado de estar en la oposición y demagógicamente culpa a la Unión Europea y a los extranjeros por las dificultades de Austria. Desde el año 2008, los ingresos netos por trabajador han caído todos los años excepto en 2009, y actualmente es menor que cuando se introdujo el euro en 1999, según el Instituto Austriaco de Investigación Económica. En realidad, esta preocupación se sustenta en la falta de competitividad de Austria vis-a-vis con sus competidores.
Europa Oriental
Es difícil de obtener una imagen clara de los resultados en la Europa del Este. La información disponible es muy irregular. Sin embargo, algunas tendencias son claramente observables. La primera y más llamativa cosa en el patrón de votación son los altos niveles de abstención en todos los países de Europa del Este, incluso si se compara con la ya baja tasa de participación en el resto de Europa.
El porcentaje medio de participación de los votantes en los 28 estados miembros de la UE (el último país de entrar fue Croacia) ha sido un 43,1% (en 2009 fue casi el mismo, el 43%). Sin embargo, en Europa del Este el índice de participación general fue de apenas el 28%, por lo que ni siquiera uno de cada tres se molestó en ir a votar. Esto revela una profunda apatía e indiferencia hacia la UE que es también una expresión de desilusión.
Eslovaquia fue el país con la participación más baja, un 13%. Pero incluso en Polonia, que parecía ser el país más “beneficiado” de la entrada en la UE, la participación fue sólo del 23%. “Sólo se puede llamar una catástrofe”, dijo politólogo Martin Klus a la agencia de noticias TASR, en referencia a la baja participación. (La apatía golpe a la antipatía de la UE en Europa del Este)
Es obvio que un estado de ánimo amargo está desarrollándose en Europa del Este, como consecuencia de la crisis general del capitalismo. Las contradicciones sociales explosivas se revelan con mayor claridad en las recientes turbulencias en Bulgaria. Las ilusiones en el capitalismo se han socavado decisivamente en un país tras otro en los últimos tiempos, pero, como en la mayor parte de Europa, este estado de ánimo no ha encontrado una salida política.
Con una participación tan baja es difícil dar demasiada importancia a los resultados. Sin embargo, existe un patrón general de que los partidos del gobierno están siendo derrotados o bien saliendo debilitados de los resultados electorales. Este es el caso en todas partes, sin importar si son gobiernos de derecha, de centro-izquierda o centro-derecha. Si tomamos este hecho junto con la apatía general y la baja participación, es una clara señal del creciente descontento en todos estos países hacia las élites gobernantes corruptas y voraces que llegaron al poder después de la caída del estalinismo.
Conclusión
Los resultados de las elecciones europeas de 2014 bien pueden representar un punto de inflexión histórico. En condiciones de crisis, todos los antagonismos y contradicciones nacionales están saliendo a la superficie. El proceso de integración europea, ya en dificultades como consecuencia de la crisis del euro, se detendrá. Las tensiones entre Francia y Alemania van a crecer, igual que la enorme brecha entre el norte y el sur. Una nueva crisis, que es inevitable en cierta etapa, bien puede conducir a la desintegración de la UE como resultado de las tendencias proteccionistas.
En el fondo del problema al que se enfrenta la burguesía europea está que la clase obrera ya no está dispuesta a aceptar una política de austeridad permanente. Las elecciones europeas de 2014 son como el rayo que precede a una tormenta. En todas partes pueden detectarse los síntomas de un profundo malestar. Por debajo de la superficie hay un caldero burbujeante de descontento, frustración y rabia que está buscando una salida. El problema es que ninguno de los partidos de masas tradicionales están expresando esto.
Aislados de las condiciones reales de las masas, viviendo en la atmósfera enrarecida de los parlamentos y de los templos bizantinos de la burocracia, se imaginan que son los amos de la sociedad. Confiados en la creencia de que sólo ellos tienen el Derecho Divino para gobernar, son sólo vagamente conscientes de las fuerzas que se están preparando para su derrocamiento.
Poco a poco, de manera dolorosamente lenta, las masas están empezando a comprender. Están buscando una voz, una bandera y un programa en los que puedan creer. Pero están inclinadas a creer que no hay nadie en quien puedan creer. Las personas, los partidos e instituciones que una vez les inspiraron respeto, incluso temor, ahora sólo provocan asco: los políticos, los banqueros, los jueces, la policía, la Iglesia, la prensa – ninguna de estas instituciones sagradas está libre de la mancha del soborno, la corrupción y la decadencia moral ¿Cómo podía ser de otra manera en una sociedad que está en sí misma podrida hasta su mismo núcleo y lleva la corrupción hasta en la médula de sus huesos?
El partido que ganó en estas elecciones por una amplia mayoría fue “Ninguno de ellos”. Los “expertos” políticos y líderes de los principales partidos se lamentan por la falta de participación. Pero ¿es de extrañar que la gente no vote en las elecciones? ¿O que expresan su rabia al votar por demagogos anti-Establishment? No, no es sorprendente. El nivel de abstención masiva no es una expresión de apatía, sino más bien una expresión de profunda alienación, frustración y descontento. La única cosa que es sorprendente es que no hayan decidido marchar en masa a los centros de gobierno, a los bancos y a otros centros de poder arbitrario, de riqueza obscena, de codicia y privilegios, para derribarlos ladrillo a ladrillo.
Los observadores superficiales (tanto de la derecha como de las variedades de “izquierda”) sólo patinan sobre la superficie de los acontecimientos y se creen muy grandes analistas cuando en verdad son ciegos guiando a otros ciegos. Ellos toman la apariencia externa de un hecho establecido y no buscan más. Pero Marx fue mucho más profundo cuando comparó la Revolución con un topo que excava pacientemente bajo la superficie y es invisible hasta que finalmente sale a la luz del día en los lugares y en los momentos más inesperados.
El período actual es un período de transición, un período de preparación, donde la clase obrera está lenta, pero seguramente, digiriendo su experiencia y trazando una hoja de balance. La bancarrota del sistema capitalista está revelándose a millones a través de una experiencia dolorosa. Pero la bancarrota del reformismo también está revelándose claramente poco a poco. Atrás han quedado las antiguas certezas e ideas fijas. Los dirigentes sindicales cuya autoridad era absoluta en el pasado están sometidos a escrutinio. Las palabras se comparan con los hechos. Los líderes son pesados en la balanza de la experiencia y son encontrados deficientes. Las dudas se convierten en malestar, el malestar se convierte en descontento, y el descontento se convierte en indignación.
Los partidos políticos, los dirigentes y los programas están siendo puestos a prueba y rechazados uno tras otro. Los partidos políticos que han dominado la escena durante décadas, quizás por generaciones, se ven rechazados, arrojados de sus cargos y echados al basurero de la historia. Habrá crisis constantes, escisiones, unificaciones y nuevas divisiones, de las cuales pueden surgir nuevas formaciones. El péndulo oscilará hacia la derecha y hacia la izquierda, y siempre la tendencia será que la más radical reemplace a la más moderada.
Hemos entrado en un período totalmente nuevo: un período de tormenta y tensión, un período de revolución y contrarrevolución a una escala global. Estas elecciones muestran el futuro de Europa, pero de un modo confuso y no desarrollado. La Biblia dice: “Por ahora vemos a través de un espejo, oscuramente”. El futuro de Europa será de inestabilidad crónica y de bruscas oscilaciones a la izquierda y a la derecha. Durante un período estas tendencias confusas y no desarrolladas se aclararán. Es sólo la debilidad crónica de la tendencia marxista lo que las impide adquirir una expresión coherente y organizada en estos momentos. Es nuestra tarea superar esta debilidad, fortalecer la corriente marxista y proporcionar al movimiento las únicas ideas y el programa necesarios que pueden traer la victoria.