En la mañana del lunes el presidente Evo Morales anunció la nacionalización de Servicio de Aeropuertos Bolivianos S.A. (SABSA), filial de las españolas Abertis y AENA, por incumplimiento de inversiones. Se trata de una importante victoria para los trabajadores de SABSA que desde hace años vienen denunciando abusos e irregularidades de esta multinacional.
De hecho Evo Morales ha justificado la necesidad de nacionalizar SABSA con los mismos argumentos del sindicato de los trabajadores de esta empresa.
Como los trabajadores habían revelado mientras el gerente de la empresa ganaba 127 mil bolivianos mensuales (aproximadamente 18 mil dólares), la misma empresa acumulaba cuantiosas utilidades con mínimos montos de inversión. Esto es el “robo y el saqueo” de la privatización al que se refería Evo Morales mientras dictaba la nacionalización.
El tráfico aéreo de pasajeros en Bolivia se ha incrementado de un 50% en 6 años, a pesar de la quiebra, fraudulenta, de empresas privadas como Aerosur y LAB. Esto se debe principalmente a los precios relativamente bajos de otras empresas públicas como el Transporte Aéreo Militar (TAM) y Boliviana de Aviación (BOA), además de las inversiones públicas que han abierto nuevos aeropuertos y rutas. Sin embargo ni con este escenario favorable han llegado las inversiones esperadas. Las firmas españolas Abertis y AENA adquirieron la mayoría del paquete accionario de SABSA con una inversión de 953.692 dólares. Esta mínima inversión ha rendido a las firmas españolas utilidades netas por más de 20 millones de dólares entre 1997 y 2011, es decir una multiplicación por 20 del capital invertido. De los 26 millones de dólares que las multinacionales comprometieron en inversión desde 2006, solo 5 millones fueron ejecutados.
Al contrario que invertir las multinacionales han buscado maximizar ganancias reduciendo costos, en primer lugar a través de la tercerización del trabajo y con una política de congelación salarial. Esta política fue combatida en primer lugar por los trabajadores y el sindicato de SABSA. Han sido sus luchas y huelgas lo que ha atraído sobre la empresa la atención del gobierno. Ni bien se había anunciado la fiscalización de SABSA, los trabajadores se han públicamente pronunciado por la nacionalización, obteniendo hoy una importante victoria.
Esta victoria debe servir de aliento para avanzar en la definición de los términos de la nacionalización. La indemnización justa anunciada por el gobierno, que una empresa imparcial definirá en 120 días, es absolutamente indebida en este caso. No es justa, por las mismas cifras antes citadas, y tampoco es “práctica” en el sentido de servir a no ahuyentar otras inversiones.
Bolivia ya está pagando 615,7 millones de dólares por indemnización, además de afrontar 13 juicios que podrían costarle más de 1000 millones de dólares. En todos los casos se indemnizan a multinacionales y empresas nacionales que han incurrido en las mismas faltas: incumplimiento de inversiones, corrupción etc. Y sin embargo indemnizar no sirve para garantizar el flujo de inversiones hacia y en el país, como el propio caso de SABSA demuestra, sino más bien para legitimar a los especuladores privándonos de dinero que podría ser invertido productivamente. Incluso en sectores como los hidrocarburos, donde, excepto unos casos, no ha habido indemnización por el carácter parcial de la nacionalización, vemos como las multinacionales no cumplen compromisos o violan derechos laborales, como queda evidenciado por las huelgas de los petroleros de Tarija.
El otro y más importante aspecto es el papel de los trabajadores en la nacionalizada SABSA. Para la mejora general del servicio que se espera con la nacionalización, es necesario que la empresa esté bajo la administración democrática de los trabajadores, que son quienes materialmente deben hacerla crecer. Caso contrario es inevitable que los trabajadores sigan luchando por recuperar el tiempo y el dinero que la empresa, sea quien sea su patrón, les quita a ellos que son los productores materiales de las riquezas.
En nuestro proceso de cambio, y para que el mismo se afiance definitivamente como proceso emancipador de las mayorías, es necesario que las empresas nacionalizadas o las empresas públicas no vayan simplemente a suplir la ausencia del capital privado, si no que sean las trincheras avanzadas de la construcción de la consciencia social, la eficiencia productiva y el socialismo. Los primeros pasos en esta dirección deben necesariamente ser la reincorporación a SABSA de los trabajadores terciarizados y su participación determinante en la construcción del futuro de la misma empresa.