Como en el caso de Luis Oviedo hace unos meses, el método utilizado por Miguel Santos para criticar a Alan Woods y a nuestra tendencia es el uso arbitrario de las citas, la censura de palabras o frases de un párrafo para tergiversar su verdadero significado, establecer conclusiones falsas por pura invención, etc. En definitiva, el mismo método que la escuela estalinista utilizaba en sus polémicas contra Trotsky para desacreditarlo y que este último definió como amalgama. Que el lector ubique por por sí mismo la escuela a la que pertenecen los discípulos y maestros aparecidos en esta polémica. Nosotros decidimos ubicarnos firmemente bajo la bandera y las tradiciones genuinas del marxismo y del bolchevismo.
Respuesta a Miguel Santos (PO)
Hace dos meses, Miguel Santos escribió una carta en el periódico del Partido Obrero, Prensa Obrera, titulada: Alan Woods y Rodríguez Saá (Prensa Obrera nº 840). En su obsesión delirante por encontrar fallas y nuevos pecados en nuestras posiciones Miguel Santos, siguiendo a los dirigentes del PO, se la tomó contra un artículo de Alan Woods escrito en febrero del 2002 titulado: La consigna de la asamblea Constituyente, ¿es aplicable a la Argentina?, cuyo título censuró y falseó en dicha carta, quizás para no dar pistas a los lectores de Prensa Obrera sobre lo que no deberían leer. En este artículo Alan Woods somete a crítica, de manera amistosa y compañera, la consigna de la Asamblea Constituyente enarbolada por el PO para la Argentina. Sin embargo, en su carta Miguel Santos no dice nada sobre tan importante cuestión. En cambio utiliza citas del texto de Woods, de manera sesgada y mutiladas, para acusarlo de que en aquel momento recomendaba a los marxistas argentinos que hicieran entrismo en el peronismo y de que veía en Rodríguez Saá una línea clasista dentro del peronismo con la que había que colaborar ¡Nada más, y nada menos!
Esto nos obligó a escribir una carta de respuesta a Prensa Obrera denunciando las tergiversaciones e insinuaciones de Miguel Santos, que fue publicada en dicho órgano un mes más tarde (Prensa Obrera nº 848). Sin embargo, en el nº 851 de Prensa Obrera (20 de mayo 2004) Miguel Santos, volvió a la carga con otra carta que llevaba esta vez el sugerente título de: Los discípulos de Woods macanean, repitiendo punto por punto los mismos argumentos que ya le rebatimos. El compañero Santos comienza esta carta diciendo que: El Comité de redacción de El Militante envió una carta al Correo de Prensa Obrera (29/4) donde dice que no entendimos a Alan Woods, que mutilamos su pensamiento, que no es lo que quería decir. Lógicamente, Santos rechaza esta acusación con horror diciendo que los discípulos tratan de reinterpretar al maestro (macanear). Y finaliza con una frase condenatoria: Los planteos de Alan Woods y El Militante evidencian un seguidismo dogmático a las direcciones tradicionales, incluso a las abiertamente contrarrevolucionarias. En su afán de denigrarnos y de presentarnos con los colores más terribles, el compañero Santos no ahorra en calificativos, actuando como un asustaniños con la idea de prevenir a todo el mundo: ¡No, no se acerquen a El Militante! ¡No, no lean a Alan Woods! ¡Son mala gente! ¡Aléjense de ellos!
Para causar un efecto mayor, Santos nos denomina irónicamente los discípulos y a Alan Woods como el maestro. Quienes leen regularmente nuestros materiales saben perfectamente que Alan Woods es uno de los dirigentes más conocidos de nuestra corriente internacional, y que la mayoría de sus artículos traducidos al castellano están disponibles en nuestra web. Consideramos un privilegio contar en nuestras filas a un compañero de su categoría política e intelectual. Sin embargo, las relaciones políticas de Alan Woods con El Militante no son las de señor y vasallos, como sucede en otras organizaciones con sus miembros dirigentes, sino la de compañeros de lucha que militamos en la misma corriente internacional. Por supuesto, reconocemos en Woods su gran nivel teórico y de conocimiento de las ideas del marxismo; así como su claridad de análisis. Libros suyos como Razón y Revolución y Bolchevismo, el camino a la revolución han merecido los más elogiosos comentarios por parte de muchos activistas obreros y socialistas de muy diversas organizaciones y tendencias. Afortunadamente, los miembros de nuestra corriente no sólo tenemos el derecho de aprender de los textos de Woods y de interpretarlos críticamente, sino también el de disentir con los mismos cuando se da el caso sin correr el riesgo de ser perseguidos ni condenados como enemigos del partido. No obstante, aun si Santos insiste en llamarnos discípulos de Woods, eso supone para nosotros un motivo de orgullo y no un calificativo vergonzante, y lo aceptamos de buen grado.
Pero ahora de lo que se trata es de ver quién es el que macanea realmente con los textos de Woods, y si ese fuera el caso del amigo Santos y no el nuestro, entonces tendremos todo el derecho de señalar la escuela de la que se nutre el discípulo Santos y, por qué no, de identificar también a algunos de sus maestros.
¿Entrismo en el peronismo?
En el primer párrafo de su carta, Santos cita unas líneas aisladas de un apartado del artículo mencionado, titulado: ¡Explicar pacientemente!. Dice Santos: Lo concreto es que Woods planteó, a fines del 2001, que es necesario ver las contradicciones internas que existen dentro del peronismo y que tarde o temprano provocarán escisiones en líneas de clase. Debemos distinguir cuidadosamente entre los gángsteres burgueses que están en la dirección y los trabajadores honrados que votan a los peronistas y participan en la CGT (febrero del 2002) ¿Es o no un llamado a trabajar sobre esas líneas de clase dentro del peronismo? A 45 días del Argentinazo el consejo de Woods era trabajar sobre las contradicciones internas (clasistas) del peronismo. O sea, hacer entrismo en el peronismo, o sea hacerse peronista.
La primera pregunta que formulamos a Miguel Santos es muy directa y no admite evasivas: ¿En qué lugar de este artículo se hace un llamado expreso a hacer entrismo en el peronismo, o a hacerse peronista? Señálelo, por favor. Estaríamos encantados de modificar o cambiar nuestras posiciones si ese fuera el caso. Pero lo que ocurre aquí es que dicho llamado no existe, la conclusión de: hacer entrismo en el peronismo o de hacerse peronista es una conclusión completamente arbitraria e inventada por el amigo Santos.
¿Pero lo que afirma Woods arriba, se pregunta Santos, no es lo mismo que un llamado a hacer entrismo en el peronismo? No, no es lo mismo, amigo Santos. Si tuvieras el más mínimo interés en interpretar honestamente el artículo de Woods y no el de echar arena a los ojos de los lectores encontrarías la respuesta fácilmente. En cambio, Santos aísla una frase del resto del artículo para llegar arbitrariamente a una conclusión prefijada, cambiando completamente el sentido que le da su autor.
En un apartado anterior de dicho artículo, titulado La vanguardia y la clase en el que Woods enumera las tareas que, a su juicio, son las más urgentes para la vanguardia, escribe: ¿Cuáles son estas tareas? Sobre todo, la tarea principal es ganar a la mayoría de la clase obrera, empezando por su capa más activa. La cuestión decisiva aquí son los sindicatos. En Argentina no es posible ninguna revolución socialista a menos que se gane a un sector decisivo de los sindicatos. Como el principal sindicato (la CGT) todavía está controlado por los peronistas, la actitud de la vanguardia hacia esta capa adquiere una importancia decisiva. (énfasis nuestro).
Se podrá estar o no de acuerdo con Woods, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que para éste la tarea más importante para la vanguardia y la decisiva para el triunfo de la revolución socialista en Argentina es ganar a los sindicatos. Y como el principal sindicato -la CGT- todavía está controlado por los peronistas es por eso que Woods dice que hay que seguir muy atentamente la evolución política de los sectores que componen la mayoría de las bases de la CGT que, nos guste o no, tradicionalmente siempre se consideraron peronistas. El consejo de Woods en febrero del 2002 no era, pues, hacer entrismo en el PJ, como malévolamente insinúa Santos, sino el de realizar un trabajo sistemático en la base de los sindicatos, y particularmente, en la CGT para arrancar a los trabajadores peronistas de la influencia y del control de la burocracia. Por eso después cobra todo su sentido el párrafo citado por Santos y que éste mutila y ofrece cortado para desviar su verdadero sentido. Citémoslo completo:
Antes de tomar el poder, es necesario ganar a las capas más atrasadas. Eso requiere tiempo y un trabajo paciente en las fábricas, barracones del ejército, sindicatos y sóviets. Sin esto, la victoria es imposible. En Argentina también es necesario explicar a los trabajadores más avanzados la necesidad de ganar a las capas políticamente más atrasadas de la clase. Sin esto el éxito de la revolución está descartado. Por eso Lenin insistía en la consigna "¡Explicar pacientemente!". Este es un buen consejo para la vanguardia del movimiento obrero argentino.
En la vanguardia existe un fuerte sentimiento de hostilidad hacia el peronismo. Es comprensible. Pero para romper la influencia que tiene el peronismo en la clase obrera no basta con denunciarlo y quejarse. En necesario ver las contradicciones internas que existen dentro del peronismo y que tarde o temprano provocarán escisiones en líneas de clase. Debemos distinguir cuidadosamente entre los gángsteres burgueses que están en la dirección y los trabajadores honrados que votan a los peronistas y que participan en la CGT.
Así, pues, Woods menciona la necesidad de ganar a las capas políticamente más atrasadas de la clase y que eso pasa por dedicar una atención preferente hacia los trabajadores honrados que votan a los peronistas y que participan en la CGT (énfasis nuestro). Dice: y que participan en la CGT, no en el PJ, que es una cáscara vacía para emplear la frase pronunciada recientemente por la misma Chiche Duhalde. Es decir, Woods vuelve a insistir en la necesidad de que la vanguardia dedique una orientación preferente al trabajo sindical ¿Y por qué esta insistencia en el trabajo sindical, que es ABC para los marxistas de cualquier país? Porque, en la medida en que en la Argentina la vanguardia de los activistas obreros mantiene un fuerte y comprensible sentimiento de hostilidad hacia el peronismo, esto puede ser utilizado como excusa entre sectores de activistas para no dar la pelea a la burocracia sindical en su propio terreno ¿O es que acaso no hemos escuchado más de una vez mil y una excusas entre sectores de vanguardia para no desarrollar un trabajo dentro de la CGT: que no existen condiciones, que la burocracia es muy fuerte, que son peronistas, que los trabajadores ocupados no se mueven, etc. y cosas por el estilo?
Santos ironiza sobre las contradicciones de clase que Woods señala dentro del peronismo, lo que sólo demuestra su ignorancia sobre la realidad del movimiento obrero de nuestro país ¿Cuáles son las contradicciones de clase que conviven dentro del peronismo y que Santos no es capaz de ver? De un lado, la burocracia sindical que actúa como la policía de los capitalistas dentro de las empresas, y el gobierno peronista que, independientemente de sus medidas demagógicas, actúa como garante de los intereses de la clase dominante. Del otro lado, los trabajadores honrados que votan a los peronistas y que participan en la CGT ¿No está esto suficientemente claro? Las contradicciones de clase que emergerán dentro del peronismo, y que menciona Woods, significa solamente lo siguiente: que la mano firme con que la burocracia peronista parece contener al movimiento obrero y las ilusiones temporales que los trabajadores peronistas puedan mantener hacia el gobierno del PJ, se disiparán inevitablemente como la niebla de la mañana una vez que el viento fresco de la lucha de clases empiece a soplar como consecuencia de la crisis que azota al capitalismo argentino, saliendo a la luz con enorme virulencia.
En ese momento, si existiera una fuerte corriente de oposición organizada en el seno de las CGT y la CTA, ésta podría actuar como un poderoso referente para los cientos de miles de trabajadores peronistas que recién rompan sus ilusiones en sus dirigentes y empiecen a saltar por encima de las cabezas de los burócratas, ofreciéndoles una alternativa de dirección. Una genuina tendencia socialista en el seno de las CGT y la CTA mañana podría ganar una mayoría decisiva de los sindicatos, lo que facilitaría enormemente la tarea de ganar a la mayoría de la clase obrera argentina para las ideas del socialismo y la revolución. La tarea, por tanto, de organizar una corriente unificada de izquierda dentro de los sindicatos era urgente en febrero del 2002 (cuando Woods escribió las líneas citadas más arriba) y lo es todavía más al día de hoy, cuando esta tarea sigue sin ser abordada de una manera coordinada y sistemática por el conjunto de la izquierda.
Llegados a este punto, ¿qué es lo que queda de la supuesta defensa de hacer entrismo en el peronismo en el texto de Woods de febrero del 2002, planteada por Santos? Nada. Incluso considerando a la CGT dentro del movimiento peronista, hacer un trabajo en su interior no es hacer entrismo, es un deber elemental de cualquier marxista trabajar dentro de los sindicatos, incluso en los más reaccionarios ¿O acaso también olvidó el amigo Santos esta proposición elemental del marxismo? Suponemos que no porque los camaradas del PO, correctamente, tienen compañeros militando en algunos gremios de la CGT y la CTA, y hacernos esa acusación sería hacérsela a ellos mismos, y eso resultaría ridículo, dada la afinidad política que Santos muestra hacia el PO. Si lo que Santos quiere hacer creer a los lectores que en febrero del 2002 llamamos a entrar al PJ (la otra pata del movimiento peronista) le volvemos a plantear una modesta proposición: que nos señale en dicho texto dónde Alan Woods llama a hacer un trabajo revolucionario dentro del PJ para captar militantes (entrismo). Y si no puede hacerlo, creemos que nuestros lectores identificarán sin muchos problemas quién realmente macanea a partir de los textos de Woods.
Santos sólo puede ofrecer 4 líneas aisladas y mal cortadas del texto de Woods para inducir a engaño al lector. Por cierto, que nos suena familiar esta manera de abordar la interpretación de los textos de nuestra corriente y los de Woods en particular. No es nuestra la escuela donde se cocinan ente tipo de métodos para abordar polémicas con nuestros adversarios políticos. En cambio nos recuerda muy exactamente la manera en que Luis Oviedo, dirigente del PO, abordó su polémica particular con Alan Woods hace unos meses (Ver Marxismo frente a sectarismo y Un llamado para una discusión racional). Lamentablemente, el discípulo Santos no puede reclamar la paternidad de dicho método. Ya lo utilizó antes con el mismo fervor su maestro, Luis Oviedo.
Rodríguez Saá y Kirchner
Miguel Santos continúa diciendo: Woods también caracterizó que después de la caída de De la Rúa en diciembre, la izquierda del peronismo levantó brevemente la cabeza en la persona de Rodríguez Saá. Esa es la línea de clase del peronismo que visualizó Woods.
La deshonestidad de Santos se revela aquí de una forma clamorosa. Así que Woods visualizó en Rodríguez Saá una línea de clase ¿Dónde está escrito eso en el texto de Woods, señor asustaniños? En ningún sitio. Esta es otra de las macanas del discípulo Santos.
Pero inmediatamente, Santos, consciente de que sus mentiras y macanas pueden desenmascararlo completamente, se ve obligado a dar un paso atrás y reconocer: Luego Woods, cubriendo sus espaldas, se aventuró a conjeturar que en un futuro, esa izquierda podría ser utilizada para desviar el movimiento revolucionario (en el futuro … es bastante posible que Saá -o cualquier otra figura-sea puesto al frente del país para intentar descarrilar el movimiento).
Pero ¿qué línea de clase peronista representada por Rodríguez Saá es esa que presuntamente reivindica Woods, si a renglón seguido este mismo la denuncia como un instrumento de la burguesía para intentar descarrilar el movimiento revolucionario?
Es fácil para nosotros comprender el papel reaccionario del peronismo. Pero las cosas son diferentes cuando llegamos a las masas de trabajadores organizados (por no hablar de los desorganizados). Durante décadas, la clase obrera argentina ha estado paralizada por el grillete del peronismo, que todavía tiene fuerza dentro de los sindicatos. Es verdad que su fuerza se ha ido debilitando en la medida que se han ido escindiendo los elementos más radicales y que después de la amarga experiencia de Menem muchos antiguos votantes peronistas están desilusionados. Sin embargo, llegar a la conclusión que el peronismo está muerto es una idea completamente equivocada.
Después de la caída de De la Rúa en diciembre, la "izquierda" del peronismo levantó brevemente la cabeza en la persona de Rodríguez Saá. Por supuesto, el programa de Saá no resolvería la crisis, y sólo era un intento desesperado de calmar el movimiento de masas con promesas demagógicas. Saá fue destituido rápidamente de su cargo, después de no haber satisfecho ni a las masas ni a la burguesía. Sin embargo, en el futuro, cuando Duhalde esté completamente desacreditado, es bastante posible que Saá -o cualquier otra figura- sea puesto al frente del país para intentar descarrilar el movimiento. No ver esta posibilidad sería de una miopía extrema.
Para los marxistas es evidente que ninguno de estos políticos burgueses puede ofrecer una solución a la profunda crisis del capitalismo argentino. Al final, Saá, De la Rúa, Menem y Duhalde son lo mismo. Las diferencias entre ellos son completamente secundarias, tácticas o incluso personales. Para nosotros no hay diferencias, pero las masas no ven necesariamente las cosas de la misma manera.
Como se puede ver, Alan Woods identifica de manera muy precisa el tipo de izquierda peronista que pretendía representar Rodríguez Saá a fines de diciembre del 2001: era un intento desesperado de calmar el movimiento de masas con promesas demagógicas ¿Cuándo y dónde se identifica a Rodríguez Saá con una línea clasista dentro del peronismo a la que había que apoyar? En ninguna parte. Woods entrecomilla expresamente la palabra izquierda en la frase para denunciar el carácter demagógico de la verborragia desplegada por Saá en aquellos momentos. Hasta un chico de 10 años sería capaz de advertir ese detalle. Santos mutila la cita de Woods para ocultar a sus lectores lo que éste dice: Al final, Saá, De la Rúa, Ménem y Duhalde son lo mismo. Las diferencias entre ellos son completamente secundarias, tácticas o incluso personales. Así que, amigo Santos ¿quiénes son los que macanean?
Lo sorprendente de la cita de Woods no es tanto lo que dice sino que ya, en febrero del 2002, hace más de dos años, fue capaz de predecir con un considerable grado de exactitud las perspectivas para un futuro gobierno peronista, como el de Kirchner: Sin embargo, en el futuro, cuando Duhalde esté completamente desacreditado, es bastante posible que Saá -o cualquier otra figura- sea puesto al frente del país para intentar descarrilar el movimiento. Basta sustituir en la frase cualquier otra figura por Kirchner, para visualizar hoy esta perspectiva. Un gobierno como el de Kirchner, que hiciera algunas concesiones, que utilizara un grado considerable de demagogia con gestos y actitudes radicales en un primer momento, era la única salida que tenía la clase dominante para intentar normalizar su control sobre la sociedad e intentar restaurar la confianza de las masas en las instituciones del estado capitalista, tras el año y medio tan convulso que siguió al Argentinazo. Que sectores importantes de las masas, temporalmente, no vean las cosas como las vemos nosotros y estén dispuestos a concederle algo de crédito al gobierno de Kirchner, que era el objetivo buscado por la burguesía como también explicó Woods en su momento, es una realidad que nadie puede negar.
Para cambiar este hecho, no basta con quejarse. Es necesario explicar pacientemente a las masas las limitaciones burguesas del gobierno de Kirchner, su incapacidad para conciliar y satisfacer al mismo tiempo los intereses de los empresarios y los de los trabajadores, e insistir en que los acontecimientos irán confirmando de ahora en más esta perspectiva.
Marxismo o empirismo
Después de señalarle este hecho en nuestra primera respuesta, Santos se revuelve insatisfecho contra nosotros y nos responde irónicamente: los macaneadores [El Militante] … se jactan de que acertaron en las conjeturas…Es decir que no la pegaron con Rodríguez Saá pero sí con Kirchner. Como no disponemos de una bola de cristal, ya que solemos utilizar el método más sobrio de intentar evaluar científicamente las fuerzas sociales que están en disputa; es decir, aplicando el método del materialismo dialéctico a un fenómeno o proceso social particular, habría que ser un mago para predecir el desarrollo exacto de cualquier fenómeno o proceso social con dos años de anticipación. Lo que sí es exigible al marxismo, a un método que evalúe científicamente las fuerzas sociales que están implicadas en un fenómeno o proceso social particular, es predecir aproximadamente su grado de desarrollo más probable.
Por eso Alan Woods, que desconoce las prácticas mágicas, sólo podía intentar prever (o conjeturar, si le gusta más al amigo Santos) que podría ser Saá- o cualquier otra figura quien jugara dicho papel al frente de un futuro gobierno peronista de izquierda (con comillas, amigo Santos). Si Woods se atrevió a sugerir el nombre de Saá para ese desarrollo más probable (no lo olvidemos, en febrero del 2002) fue porque en esos momentos era el personaje que dentro del peronismo más ruido hacía con esa demagogia izquierdista, contra el FMI, contra el pago de la deuda externa, etc. Y Woods tuvo la precaución de añadir: o cualquier otra figura. Kirchner en aquellos momentos era una persona que pasaba desapercibida para las masas, y qué decir para Woods que hasta desconocía su existencia. La figura desgastada y el carácter aventurero de Saá le impidió granjearse el apoyo de los sectores decisivos de la burguesía para que pudiera jugar ese papel, lo que sí consiguió Kirchner finalmente. Lo decisivo es ser capaz de prever el desarrollo más probable de los acontecimientos y Woods fue capaz de hacerlo, no por sus habilidades adivinatorias, sino porque utilizó un método de análisis científico.
En ese sentido, resultaría muy instructivo que Santos comparara lo que publicamos nosotros y lo que publicaron en aquellos momentos (febrero del 2002) los dirigentes del PO, con los que parece tener una completa afinidad, sobre las perspectivas a futuro para la Argentina.
Pero podemos refrescar la memoria del compañero Santos. Aunque seremos condescendientes. Partiremos de una fecha más reciente. En vísperas del primer aniversario del Argentinazo, en noviembre del 2002, la dirección del PO llamaba desde las páginas de Prensa Obrera a prepararse para una nueva insurrección, no para una fecha indeterminada, sino para el mismo 20 de diciembre del 2002. Como todo el mundo sabe esto no sucedió, lamentablemente. Durante meses, la dirección del PO fustigó a derecha e izquierda a todo aquel que se atreviera a tomar una posición definida sobre las elecciones presidenciales de abril del 2003. Tanto los que, desde la izquierda, anunciaron su participación en dichas elecciones como los que anunciaron su boicot fueron calificados de electoralistas con el peregrino argumento de que al hacerlo daban por cierto que dichas elecciones se iban a celebrar y que descartaban una insurrección popular (un nuevo Argentinazo) que barrería dicha posibilidad. Como pasaban los meses y la insurrección no aparecía, en 24 horas cambiaron públicamente de posición y ya a comienzos del 2003 anunciaron con la cabeza baja que el PO se presentaría a las elecciones.
Cuando la seguidilla de elecciones de abril a septiembre dio la victoria al peronismo y la izquierda (entre otras razones por su falsa, confusa y equivocada táctica electoral) consiguió una cantidad de votos mucho menor a la esperada, los dirigentes del PO pontificaron que el proceso revolucionario abierto tras el Argentinazo había terminado (conclusión que El Militante no comparte), señalando la falta de madurez de la conciencia de los trabajadores, a pesar de que sólo unos meses antes los dirigentes del PO insistían en que estos mismos trabajadores estaban preparados para llevar a cabo una insurrección. Cuando toma lugar un nuevo auge del movimiento de masas, rápidamente el PO se lanza a vaticinar el final del gobierno de turno, olvidándose dos semanas más tarde de lo dicho cuando las aguas vuelven a aquietarse temporalmente.
Es decir, al parecer la función de una dirección revolucionaria no es prever el desarrollo más probable de los acontecimientos (que es lo que nos reprocha Santos), sino el de confundir sus deseos con la realidad e ir siempre por detrás de los acontecimientos políticos y sociales. De esta manera, los hechos siempre toman desprevenida a esas direcciones que se muestran incapaces de orientarse correctamente en los procesos sociales. Este es el método del empirismo, que consiste en guiarse solamente por hechos aislados que uno tiene delante de sus narices sin ser capaces de ver los procesos más profundos que operan en la sociedad y en la conciencia de las masas. Zigs-zags, cambios bruscos y repentinos en las perspectivas y en su orientación son moneda corriente en los análisis de la dirección del PO.
El seguidismo a las direcciones tradicionales y contrarrevolucionarias
Por último, no queremos dejar pasar la última observación de Miguel Santos: Los planteos de Alan Woods y El Militante evidencian un seguidismo dogmático a las direcciones tradicionales, incluso a las abiertamente contrarrevolucionarias. Desde hace unos meses, la dirección del PO acuñó una frasecita para caracterizar a nuestra corriente: que hacemos seguidismo a las direcciones tradicionales y burocráticas. Y Miguel Santos la repite con evidente satisfacción. Este reproche que nos hace Santos ya fue respondido amplia y contundentemente por Alan Woods en su polémica con Luis Oviedo cuando éste la sacó a la luz, por lo que no vamos a repetir aquí sus argumentos (Ver Marxismo frente a sectarismo). Sólo queremos dejar por sentado lo siguiente:
¿Nos reprochan que trabajamos hombro con hombro con las masas de trabajadores y de la juventud en el seno de las organizaciones tradicionales de masas para llevar las ideas y el programa del socialismo y la revolución a las mismas? Nos confesamos culpables de esta acusación ¿Que en dicho trabajo no resignamos ni ocultamos ni uno sólo de nuestros principios y que combatimos en el interior de dichas organizaciones las ideas de clases ajenas y criticamos la falsa política de las direcciones burocráticas para intentar arrancar a las masas de su influencia? También nos confesamos culpables. ¿Qué dentro y fuera de dichas organizaciones y movimientos siempre aparecemos con nuestro propio nombre, publicaciones y volantes y que no mezclamos nuestras banderas ni nuestra fisonomía política con las de otras tendencias y corrientes e intentar agrupar a la mayor cantidad de trabajadores y jóvenes con nosotros para luchar por la revolución socialista? Nuevamente asentimos. ¿Qué consideramos que esta es la manera más idónea para que un grupo o una tendencia marxista, que todavía tiene una influencia pequeña en la clase obrera, pueda penetrar en el movimiento obrero y adquirir la influencia necesaria para construir un verdadero partido marxista revolucionario de masas? Lo reconocemos también, y creemos que estamos en nuestro derecho de pensar y actuar así ¿Qué aceptamos y respetamos a aquellos compañeros, grupos y tendencias que disienten con nosotros sobre la manera de construir un partido marxista revolucionario de masas? Por supuesto. Lo que no aceptamos y combatiremos sin concesiones es que se tergiversen nuestras ideas, se nos difame y calumnie, o se intente arrojar una sombra de duda sobre nuestro honor de revolucionarios.
La novedad que introduce ahora Santos es que además nos adjudica el pecado de hacer también seguidismo de las direcciones abiertamente contrarrevolucionarias. Pero como él sacó esa conclusión por las supuestas ilusiones que teníamos en la línea clasista de Rodríguez Saá o de Kirchner y hemos demostrado que dichas ilusiones únicamente estaban en su imaginación enfermiza, sólo podemos definir esta ocurrencia suya al final de su carta como la última macana que dice el amigo Santos sobre el texto de Woods.
En cualquier caso, ni el amigo Santos ni la dirección del PO tienen ninguna autoridad para reprocharnos que hacemos seguidismo de las direcciones burocráticas o de las abiertamente contrarrevolucionarias. La actitud oportunista que la dirección del PO mantuvo en un primer momento hacia la llamada Cruzada Blumberg debería hacer a Santos más circunspecto y prudente a la hora de hacer este tipo de reproches a otras corrientes revolucionarias. Nosotros no reprochamos a los dirigentes del PO por haber acudido a las marchas organizadas por Blumberg (particularmente a la primera) como se lo han reprochado otras corrientes y grupos de izquierda. Lo que nosotros sí reprochamos a los dirigentes del PO es que acudieran a la marcha del 1º de abril sin sus banderas, sin sus insignias, sin repartir volantes, sin identificarse públicamente como organización, haciéndose eco de esta manera de los prejuicios políticos reaccionarios conscientemente estimulados por la burguesía, sin denunciar expresamente en dicha marcha la manipulación que la burguesía y la derecha más reaccionaria estaban haciendo en el tema de la llamada inseguridad ciudadana con el fin de endurecer la legislación penal, acatando de esta manera, servilmente (haciendo seguidismo diría el discípulo Santos tomando prestada la feliz frase de su maestro Luis Oviedo), las disposiciones dictadas por el señor Blumberg. En la segunda marcha, rectificaron muy a medias e insuficientemente este accionar, limitándose solamente a exhibir algunas insignias y gorras, tímidamente enarboladas en un costado de la Plaza de Tribunales. Pero, al parecer, nada de esto conmueve al compañero Santos.
Lamentamos haber dedicado tanto espacio a rebatir las tergiversaciones, calumnias y macanas de Miguel Santos. Ya se sabe que para insultar y tergiversar las ideas del contrario se necesita muy poco espacio, pero para explicar ideas y restaurar la verdad se necesita un poco más. Somos perfectamente conscientes de que muchos activistas obreros y de izquierda tienen un rechazo natural a este tipo de polémicas donde se sustituye el debate franco, honesto y compañero de las diferencias que podemos tener por la chicana fácil, la tergiversación consciente de las ideas del contrario y el insulto. Pero no tuvimos otra opción que responder, apelando a nuestro derecho a defendernos de estos ataques.
Como en el caso de Luis Oviedo hace unos meses, el método utilizado por Miguel Santos para criticar a Alan Woods y a nuestra tendencia es el uso arbitrario de las citas, la censura de palabras o frases de un párrafo para tergiversar su verdadero significado, establecer conclusiones falsas por pura invención, etc. En definitiva, el mismo método que la escuela estalinista utilizaba en sus polémicas contra Trotsky para desacreditarlo y que este último definió como amalgama. Que el lector ubique por sí mismo la escuela a la que pertenecen los discípulos y maestros aparecidos en esta polémica. Nosotros decidimos ubicarnos firmemente bajo la bandera y las tradiciones genuinas del marxismo y del bolchevismo.
Comité de Redacción de El Militante
Post-data
Cuando estábamos a punto de publicar esta nota, hemos leído un artículo de Luis Oviedo en Prensa Obrera nº 854 titulado: Nacionalismo burgués y revolución social, en la que nos dedica el primer párrafo: Socialist Appeal (la revista de nuestros compañeros británicos. Nota de EM), la corriente encabezada por Ted Grant y Alan Woods, caracteriza como ‘revolucionario’ el ‘proceso que se ha abierto en Venezuela, en particular desde la elección del presidente Chávez en 1998’. En Venezuela, sin embargo, no se ha verificado el pasaje del poder de una clase a otra ni, lógicamente, una transformación de las relaciones sociales fundamentales..
Esta observación que nos hace Luis Oviedo (que sólo se puede interpretar como un reproche), demuestra un nivel de comprensión política tan bajo de lo que es una revolución y de la revolución venezolana en particular, del conocimiento de la propia historia de las revoluciones, así como de los escritos de los clásicos del marxismo sobre estas cuestiones, que sorprende en un dirigente de un partido como el PO.
La palabra proceso significa, por definición, sucesión de acontecimientos en un tiempo determinado, y no un acto concreto aislado. Al parecer, el compañero Oviedo identifica revolución o proceso revolucionario con insurrección obrera triunfante. Pero ambas cosas no son lo mismo. La insurrección victoriosa sólo es la culminación de un proceso revolucionario previo. Es como confundir el parto con el embarazo. Además, su éxito no está garantizado de antemano, se necesita para ello una dirección y un partido revolucionario con apoyo de masas.
La propia revolución rusa de 1917 fue un proceso revolucionario que duró 9 meses. En los primeros meses, la revolución estuvo dominada por los partidos opuestos a la revolución socialista y que disfrutaban del apoyo mayoritario de las masas: mencheviques y socialrevolucionarios. Y hasta la insurrección victoriosa del 7 de noviembre no se verificó el pasaje del poder de una clase a otra ni se pudo iniciar la transformación de las relaciones sociales fundamentales. Eso no impidió a Lenin y a Trotsky hablar de que Rusia había entrado en la revolución desde marzo de 1917 con el derrocamiento del zar, 9 meses antes de la toma del poder. La Revolución española que transcurrió desde abril de 1931 hasta mayo de 1937, duró 6 años ¿Y sabe el compañero Oviedo como se inició? Con elecciones, con la derrota de los partidos monárquico-oligárquicos en las elecciones municipales del 12 de abril, lo que llevó a la proclamación de la República burguesa el 14 de abril. Conoció todo tipo de gobiernos: gobierno de coalición de partidos obreros con partidos burgueses liberales, de partidos burgueses contrarrevolucionarios, gobiernos revolucionarios en algunas zonas del país, etc. Desde 1931 hasta julio de 1936 tampoco se verificó el pasaje del poder de una clase a otra en España ni una transformación de las relaciones sociales fundamentales. Esto no impidió a Trotsky y a los trotskistas de todo el mundo reconocer que España estaba atravesando un proceso revolucionario desde abril de 1931. Pero ¿por qué ir tan lejos en la distancia y en el tiempo? El propio PO reconoció muchas veces que las jornadas del Argentinazo habían creado una situación revolucionaria en la Argentina, algo con lo que nosotros acordamos plenamente; a pesar de que la burguesía pudo mantenerse en el poder y de que, hasta el momento, no se pudieron alterar las relaciones sociales fundamentales. Entonces, ¿A dónde quiere llegar Oviedo?
Puede ser que los dirigentes del PO no estén de acuerdo en que en Venezuela se haya abierto un proceso revolucionario desde hace varios años, ni siquiera que exista en este momento ¿Por qué no dejan claro lo que quieren decir? Pero ahí poco podemos hacer por ellos. Si estos compañeros son incapaces de ver el desencadenamiento de un proceso revolucionario en Venezuela (que al mismo tiempo abre un proceso opuesto en dirección a la contrarrevolución) tras las titánicas luchas de masas habidas en los últimos años, tras los intentos de golpes de estado reaccionarios, tras las insurrecciones de masas que hubo, tras las manifestaciones en las calles de millones de personas, tras el proceso de organización de millones de personas en clubes, asambleas y sindicatos; tras los conatos de guerra civil, etc. Si éstas no son características de una situación revolucionaria, independientemente de la dirección a la que sigan las masas, entonces no sabemos cuáles deban ser.
Al parecer, los compañeros tienen esta opinión porque están disconformes con que las masas sigan a Chávez hasta este momento, porque no es un verdadero socialista. Pero eso es otra cosa. La dirección de las masas en un proceso revolucionario podrá ser mejor o peor; podrá ser socialista, nacionalista o burguesa liberal; podrá tener objetivos claros o confusos; podrá querer llevar la lucha hasta el final o traicionarla, pero de lo que no se puede dudar es de la existencia de un proceso revolucionario cuando éste tiene lugar, independientemente de quien esté al frente del mismo circunstancialmente.
Pero mucho nos tememos que el maestro Oviedo no hace estos comentarios inocentes sobre Woods y Ted Grant por casualidad. Quizás esté queriendo decir que nuestra corriente presta un apoyo acrítico y seguidista al proceso revolucionario dirigido por el gobierno chavista. Y ahí, el querido amigo Luis Oviedo se equivoca y nuevamente falsea la realidad, si ese es el sentido que pretende dar a sus palabras como mucho nos tememos ¡Tenemos algunas razones para desconfiar!
Pues bien, que le quede claro al compañero Oviedo. Reconocemos que en Venezuela existe un proceso revolucionario. No somos neutrales en el conflicto social que sacude a Venezuela. Dejamos muy claro de qué lado de la barricada estamos. Estamos firmemente junto a los trabajadores y a los pobres que sienten como propio el denominado proceso revolucionario bolivariano.
Por supuesto, como muy bien dice Oviedo: Es una obligación de los revolucionarios defender a Chávez frente a los ataques del imperialismo y la burguesía escuálida (Prensa Obrera nº 854). Y eso es lo que hacemos, al mismo tiempo que criticamos las indecisiones, confusiones y vacilaciones de los dirigentes chavistas en el gobierno y en el movimiento de masas en el que se expresan las masas, el movimiento bolivariano. Y dentro de ese movimiento, junto a las masas de trabajadores y de jóvenes, explicamos abiertamente y sin ambigüedades ni asambleas constituyentes libres y soberanas de por medio, que la única forma de salvar la revolución es profundizándola hacia el socialismo. Por eso consideramos indispensable la expropiación de las multinacionales, de los monopolios, de las grandes empresas nacionales, de los bancos y de los latifundios sin indemnización y bajo el control democrático de los trabajadores. Y la extensión de la revolución al conjunto de América Latina. Explicamos la necesidad de que los trabajadores se organicen en las fábricas y barrios por medio de asambleas y comités revolucionarios, la necesidad del armamento de los trabajadores para repeler las acciones de los contrarrevolucionarios, de que los sindicatos se mantengan independientes del Estado, y de que los sectores más conscientes y avanzados tienen que unirse en un partido marxista revolucionario para ganar el apoyo de la mayoría de los trabajadores y de los pobres de Venezuela. Y éstas son las ideas que nuestros camaradas de la Corriente Marxista Revolucionaria están difundiendo y explicando a los trabajadores y jóvenes luchadores venezolanos.
Como vemos que los dirigentes del PO están muy preocupados por la salud política de sus lectores, previniéndoles continuamente sobre lo que escribe Alan Woods o nuestra corriente, nos vemos obligados a proporcionar un antídoto a sus temores. Lo que proponemos es que todo aquel que esté interesado en conocer qué pensamos Alan Woods y nuestra corriente sobre el proceso revolucionario venezolano, lea y conozca lo que escribimos sobre este tema. No se fíen de las frases engañosas y tramposas de gente que más de una vez dio pruebas de utilizar la falsedad, la tergiversación y la calumnia para criticar a sus oponentes políticos. Comprueben lo que decimos por ustedes mismos. En particular, recomendamos a los lectores estos dos artículos que explican la posición de Woods y de nuestra corriente sobre la revolución venezolana: Los marxistas y la revolución venezolana (13 de mayo 2004), Tesis sobre la revolución venezolana (26 de mayo 2004) y Las masas bolivarianas furiosas con la decisión de celebrar el referéndum (3 de junio 2004).