David Viñas

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Genio y figura. Supe del fallecimiento de este escritor magnífico, literato, dramaturgo y ensayista… iracundo y coherente, mientras me entrevistaban en Venezuela para la Radio del Sur. Allá vi con toda claridad el tamaño continental de la figura y la obra de Viñas, los vi en el pesar sincero, en los mensajes de homenaje, doloridos y respetuosos, que llegaron de todas partes, de países diversos y desde la propia Venezuela, hasta los micrófonos dirigidos por Hernán Cano, en Caracas. Y no somos pocos los dolientes.

Conocí a David Viñas en la Cátedra Libre de Derechos Humanos dirigida por Osvaldo Bayer en la Universidad de Buenos Aires en Argentina. Acudimos invitados a una mesa redonda en la que, entre muchos temas, se discutiría un debate sostenido por David en un programa televisivo que se llamaba “los 7 locos”.

 

En ese programa –a juzgar por el video que se reprodujo durante la mesa redonda- Viñas mostró el Viñas que el mundillo intelectual argentino más temía y teme. El que no acepta “modales políticamente correctos”. En no pocos cenáculos de intelectuales queda mal que alguno tenga memoria crítica y recuerde las contradicciones (o acomodos mansos) que suelen existir para sobrevivir en el candelero de los besamanos. Viñas, con sus herencias anarquistas, algunas de las mejores, trasparentó un ser y modo de ser incubado entre el dolor y la náusea, producto, frecuentemente, del encierro localista de cierta vida intelectual argentina, famosa por su sectarismo, su elitismo y sus torres de marfil culteranas.

 

Viñas desató, en ese escenario, el torbellino de sus críticas y pasó por encima de “intelectuales prestigiosos” con las armas de la crítica sin complacencias y sin importar consecuencias. Como la de ser tratado de “loco” y “descortés”, por citar lo más suave. Viñas no se privó, en su recorrido crítico, de desnudar algunas de las posiciones y condiciones del propio programa y su conductora y todo junto se convirtió en un escándalo en el “jet set” de algunos “iluminados” argentinos.

 

Viñas diría en una entrevista: “Hubo un incidente, una discusión en Los siete locos (Canal 7), en la que yo cuestioné a una de las personas que estaban ahí, a Pacho O’Donnell… Se planteó una discusión crispada, pero hay gente que no quiere discutir nada… La prudencia es una virtud de la dictadura… nuestro país, además, ha hecho escuela en materia de divergencia de opiniones… Hay que remontarse a Lisandro de la Torre. Pero ya lo dijo Rodolfo Walsh: A mayor práctica crítica, mayor riesgo de sanción. Por razones de prudencia estamos llevados al silencio.” 1

 

David Viñas, genio y figura. Conversé con David después de aquel encuentro y le pregunté, incluso habiendo conversado sobre algunas diferencias mías con sus opiniones, a qué venía tanto ruido por un debate que, se cree en algunos lugares, debería ser normal. Me dijo que a sus “interlocutores” les molestó el contenido de las críticas que desnudaban conductas incoherentes, incluso corruptas, pero que los aludidos escondían todo, y de ahí el escándalo, con el pretexto de las “formas”, por las “maneras” en que, la exasperación y el hartazgo de David, hicieron su aparición. “Pero me importa muy poco, son intelectuales burgueses” concluyó.

 

Genio y figura. Supe del fallecimiento de este escritor magnífico, literato, dramaturgo y ensayista… iracundo y coherente, mientras me entrevistaban en Venezuela para la Radio del Sur. Allá vi con toda claridad el tamaño continental de la figura y la obra de Viñas, los vi en el pesar sincero, en los mensajes de homenaje, doloridos y respetuosos, que llegaron de todas partes, de países diversos y desde la propia Venezuela, hasta los micrófonos dirigidos por Hernán Cano, en Caracas. Y no somos pocos los dolientes.

 

1 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-2220-2006-04-06.html