Brasil: El juicio político brasileño desata fuerzas de las que la clase dominante se arrepentirá

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El juicio político a Dilma fue aprobado el domingo por un frente unido de partidos burgueses con el fin de establecer un gobierno de Temer [actual Vicepresidente] y Cunha [Presidente de la Cámara de Diputados], con el apoyo del PSDB (Partido Socialdemócrata de Brasil), DEM (Demócratas) y otros partidos.

Este gobierno será incapaz de estabilizar la situación. Su aparición ha introducido en la arena política lo que Lula y la dirección del PT (Partido de los Trabajadores) más temen. Las masas están convencidas de que este será un gobierno de los ataques (lo cual es cierto) y que tienen todo el derecho de abatirlo en las calles sin esperar a las elecciones (que también es cierto).

El Congreso de Temer, Cunha y Aécio [líderes del PSDB principal partido de la oposición] destruyó en un día el trabajo que Lula y la dirección del PT construyeron durante treinta años: la idea de que hay que respetar las instituciones, las elecciones fraudulentas organizadas regularmente, las instituciones a través de las cuales la clase dominante mantiene a la clase obrera y la gran masa de la juventud en la esclavitud.

Los representantes políticos de la burguesía decidieron arrojar al cubo de la basura a toda la legalidad burguesa (el marco definido por el Estado burgués de una convivencia pacífica entre las clases) y en su lugar se lanzaron a un asalto al gobierno.

Una jauría ultra-reaccionaria, sin principios y sin escrúpulos de lobos votó en el nombre de Dios, la familia (sobre todo la propia) y los amigos (es decir: sus propias bandas criminales), gritando en el nombre del país (como los reaccionarios siempre lo hacen), y unidos por los intereses privados más oscuros. No hicieron caso de las advertencias de todos los imperialistas y derrocaron al gobierno sin la menor unidad, legitimidad o popularidad para gobernar.

El imperialismo alarmado

En las semanas anteriores, las grandes potencias imperialistas en todo el mundo advirtieron a estos mafiosos provincianos de los partidos burgueses contra la aventura en la que se estaban metiendo.

El New York Times, Wall Street Journal, Le Monde, Financial Times, The Economist y una serie de voceros imperialistas advirtieron contra esto en sus portadas. Advirtieron que un juicio político llevado a cabo por un Congreso donde la mayoría es culpable o acusado de corrupción, era un salto temerario en la oscuridad. Todos advirtieron contra crear una situación incontrolable, que los defensores del juicio político no tenían ningún gobierno estable para poner en lugar de Dilma, y ​​que en el proceso lanzaban a una parte considerable de la población a la lucha abierta.

Los grandes capitalistas locales se resistieron a la idea de un juicio político por casi un año (véanse las declaraciones de FIRJAN, Itaú, Bradesco, Estadão, etc). Sin embargo, sus mediocres representantes políticos, dejados a sus propia estrategia, combinado con intereses inconfesables de ansia de oro; con degradación política e intelectual; con la introducción en la política de los cerebros más bajos y más ignorantes de la clase dominante; estos representantes políticos ciegos, frenéticos por la posibilidad de un asalto al tren que lleva a sus salarios, pusieron sus intereses tribales por encima de todo. Temporalmente se liberaron de los industriales, los banqueros, los especuladores y la gran burguesía y, en solitario, emprenderán el camino de la aventura.

En un momento determinado la burguesía dejó de resistirse, y, uno por uno, se resignaron a unirse con sus enloquecidos representantes en la irresponsable política del juicio político. Se han unido, so pena de perder el control completo, no podían hacer otra cosa.

Son como alguien que deja de luchar temporalmente, dejándose llevar por la corriente, a la espera de un momento en el que puedan encontrar algo para agarrarse  y que lo transporte fuera del río. En este caso, se trata de evitar una crisis revolucionaria y salvar al corrupto y podrido capitalismo, controlado por el imperialismo y sus socios nativos menores. Por ahora, han atado su destino a estos políticos enloquecidos, mediocres y oportunistas.

Con esta alianza de los grandes burgueses con los enloquecidos intereses de la pequeña burguesía brasileña creen que se unirán a Macri en Argentina, y a la oposición de Leopoldo López en Venezuela, en un frente internacional por la “restauración de la ley y el orden”. La necesidad del capitalismo por atacar la mano de obra, para aumentar la productividad del trabajo mediante el aumento de la explotación directa e indirecta, extrayendo plusvalía como un vampiro chupa la sangre de sus víctimas, los lleva a un camino sin retorno. Ante ellos se encuentra el campo de la lucha abierta entre revolución y contrarrevolución.

Los lastimosos “socialistas” que organizaron este circo ahora lloran por la “democracia”

Muchas personas, Izquierda Marxista entre ellos, luchamos contra el juicio político en las calles. Desafortunadamente, todo lo que se pudo escuchar de aquellos que lucharon contra el juicio político en el Congreso fue:

– La defensa del honor personal de Dilma (que es muy discutible en un Presidente rodeado de un mar de corrupción)

– La defensa de un mandato electoral que Dilma misma, junto a Lula, ensuciaron aplicando los planes del candidato de la derecha derrotado

– La defensa de la democracia, tal como se entiende como el derecho a gobernar a través del cual se hace lo contrario de lo que se prometió en la campaña electoral

– Un aluvión de insultos apolíticos contra la corrupción, el gangsterismo y el honor inexistente de sus antiguos aliados que dirigieron la farsa política en el Congreso. Ninguna de estas acusaciones estaba relacionadas con el sistema capitalista mismo, sino presentadas como una cuestión de honor y ambición personal

– Anuncios de lucha en defensa de los derechos que Temer quiere atacar

Por desgracia, todos los que vieron el circo de cuatro horas en el Congreso fueron testigos que el PSDB prácticamente desapareció de la escena, a pesar de ser el pilar de todo el proceso. Todo el odio de los defensores del gobierno de Dilma se volvió contra sus antiguos amigos y aliados: el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), PP (Partido Progresista), PSD (Partido Socialdemócrata), etc.

La inutilidad y la traición detrás de la “alianza programática” del PT y del PCdoB (Partido Comunista de Brasil) con los partidos burgueses (PMDB, PP, PSD, etc.) se reveló desde el principio con un programa que otorgaba todo a los capitalistas, de acuerdo a la política de saqueo imperialista.

Durante años, la mayoría de la dirección del PT luchó contra todos los que defendían la independencia de clase. Atacaron como locos a quienes se oponían a la política de colaboración de clases, a los que exigían que el PT debía romper con los capitalistas, expropiar el capital y ser un real gobierno de los trabajadores. Ahora, después del domingo, está claro quiénes eran los locos!

Los brillantes dirigentes, los que presentaron el PMDB, PP, Maluf, Sarney y Collor como aliados. Los brillantes dirigentes, que resucitaron a estos cadáveres políticos cuando tenían en sus manos las armas para enterrarlos!

A lo largo de este sucio domingo, la defensa parlamentaria de Dilma no levantó ninguna voz para atacar al capitalismo y defender el socialismo. A lo sumo, algunas voces advirtieron contra los ataques por venir.

La legalidad rota por la burguesía y defendida por los “socialistas” reformistas

La ironía de la historia es terrible, pero sabrosa. En los últimos meses, el aparato del PT y el PCdoB, junto con los dirigentes de la CUT, CTB, UNE y el MST (organizaciones obreras y campesinas), se lanzaron con toda su fuerzas en la arena política con el absurdo planteamiento: “no habrá golpe de estado”. Con esto intentaron defender al gobierno y el respeto a las instituciones. Ellos eran “más papista que el papa”. Si los burgueses eran incapaces de respetar la constitución y la legalidad burguesa, los “socialistas” les mostrarían cómo.

Pues bien, la burguesía ignoró el ejemplo de los “socialistas” y “comunistas” y mostró, una vez más, que esta letanía de legalidad, el respeto por las instituciones y la democracia (incluso esta democracia bastarda) sólo es necesaria cuando se necesita controlar a los esclavos. Y sólo los reformistas creen en ella.

Ahora que toda la “legalidad”, toda la “democracia”, todo el “respeto” se ha roto y pisoteado, ahora que el “golpe!” ha sucedido, cómo responderán los reformistas sin reformas?

Podemos predecir con confianza que Lula y la podrida dirección del PT y el PCdoB seguirán llamando a la “legalidad” y al “respeto” por las instituciones. Ellos tratarán de contrarrestar el “golpe” por medios institucionales. Tratar de convencer a los líderes del golpe que no se debe llevar a cabo golpes es como tratar de convencer a los monos que no deben comer plátanos.

Esto se traducirá en una política de maniobras de distracción y demostraciones inocuas. El objetivo será aplicar presión para llegar a un acuerdo con los golpistas. Es la línea del discurso de Dilma, antes de la votación, cuando afirmó su deseo de crear un gobierno de unidad nacional con los líderes del golpe. Es la línea del pobre Lula que pidió al “compañero Temer, [que] al final de todo esto, debería disculparse.”

Ah! ¡Dialéctica!

Tanto Lula como Rousseff hicieron mucho ruido contra el golpe de Estado, con el fin de salvar a las instituciones de la burguesía. Ahora que el “golpe” se ha llevado a cabo, las masas en todo Brasil que no quieren, y no aceptarán, un gobierno de Temer / Cunha / Aécio, se sienten libres para luchar en las calles por el derrocamiento del próximo gobierno. Una cosa que se ha convertido en su contrario. El freno institucional se ha convertido en una palanca revolucionaria para la movilización.

El “Frente Brasil Popular” y el “Frente del Pueblo sin miedo” (del que Izquierda Marxista es parte) han dicho que no reconocen ninguna legitimidad de cualquier gobierno que salga de este proceso, y hacen un llamamiento a la movilización en las calles para derrotar a la derecha, llamando a una Asamblea Nacional de Trabajadores el primero de mayo. La Izquierda Marxista hará todo lo posible por la victoria de esta Asamblea Nacional de Trabajadores. Allí debe comenzar una lucha desde abajo contra todas las instituciones, para defender a la clase obrera y la juventud y abrir el camino para expropiar a los expropiadores.

En esta lucha el principal obstáculo será de nuevo Lula y sus seguidores reformistas. Sólo ahora su política está fatalmente herida. Es hora de enterrar la línea de colaboración de clases y audazmente levantar la bandera del Frente Único por los inmediatos e históricos derechos y demandas de los explotados y oprimidos.

De aquí en adelante, ningún gobierno podrá disfrutar de estabilidad. La crisis dio un salto hacia adelante el domingo. Una nueva situación política se ha abierto en Brasil. Nos estamos moviendo rápidamente hacia una crisis revolucionaria.

Durante los siguientes quince días nadie gobierna. Después de la decisión del Senado, en la que probablemente Dilma será removida y Temer asumirá el control, se formará un gobierno de los ataques. Pero es un gobierno de los ataques que será completamente incapaz de gobernar sin provocar una explosión revolucionaria.

Ellos no tienen el firme apoyo del capital internacional, que teme con razón una explosión social. El nuevo gobierno servirá como  terapia de choque contra los trabajadores. La clase trabajadora brasileña no se siente derrotada, sino es fuerte como resultado de las luchas y logros de las últimas décadas. Está claro que ya no apoyan al gobierno Dilma / PT. La clase obrera no quiere al gobierno de la derecha y luchará contra su política de aumentar la explotación y la opresión.

La entrada en escena de la clase obrera, las masas y la juventud, lo decidirá todo en el próximo período. Elevándose contra el gobierno, el congreso, el poder judicial formularán sus propias exigencias. No habrá espacio para el “Lula de paz y amor”. Las manifestaciones se transformarán por completo. Serán militantes y combativos, que expresan el deseo de derribar a la clase dominante y sus representantes.

En estas luchas los marxistas levantarán las demandas de los trabajadores y la juventud. Estaremos defendiendo la revolución y el socialismo, defendiendo, no el retorno a una supuesta legalidad democrático burguesa, sino luchando por el Socialismo, por una Asamblea Nacional Popular Constituyente, por un gobierno de trabajadores que deje de lado el Congreso, el gobierno y el poder judicial, y pase un trapo limpio al país.

Para que la clase obrera se eleve y derribe a los “golpistas” y a sus representantes políticos y económicos, es necesario levantar las banderas y los métodos de la lucha de clases. No hay, en el Brasil de hoy, ninguna lucha falsa entre “democracia” y “fascismo”, pero sí la lucha entre revolución y contrarrevolución, entre el capitalismo y la revolución proletaria, entre la barbarie y el socialismo. Las masas sólo pueden combatir con las armas de la revolución proletaria.

En medio de una gran crisis económica, los representantes parlamentarios más mediocres de la burguesía han provocado una crisis política de proporciones ciclópeas, abriendo una nueva situación política. La burguesía ha desgarrado el papel en el que estaba escrito “legalidad” y las fuerzas que Lula y el PT logró contener durante años y años se han desencadenado. Las masas brasileñas se sienten libres para derrocar en las calles cualquier institución de este país capitalista, subyugado por el imperialismo y gobernado por sus lacayos mafiosos y socios nativos.

Una vez más, es el látigo de la contrarrevolución el que empuja hacia adelante la revolución.