Bolivia: Ante la criminal agresión de la Cooperativa 26 de Febrero a la sede de la FSTMB: ¡movilización nacional por la total nacionalización de Colquiri!

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La marcha de cooperativistas mineros convocada por el centro paceño ha concluido con la brutal agresión de afiliados a la Cooperativa 26 de Febrero a la sede nacional de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia. Consecuencia de aquello 4 mineros asalariados resultaron heridos por la lluvia de cachorros de dinamita lanzados de manera indiscriminada y criminal por los cooperativistas. Uno de ellos, el compañero Héctor Choque de 22 años, ha fallecido. Otro, el compañero Wilson Miranda de 19 años, está en condiciones muy delicadas, debatiéndose entre la vida y la muerte.

Dos hechos criminales se consumaron en la marcha convocada por la Federación Nacional de Cooperativas Mineras. En primer lugar el atentado contra las oficinas de la FSTMB. Sólo las dictaduras en el pasado se habían atrevido a arremeter contra este símbolo de toda la lucha revolucionaria del pueblo boliviano y patrimonio de cualquier luchador social en Bolivia. En segundo lugar, el cobarde y criminal atentado a la humanidad misma de los compañeros del sindicalismo minero de Bolivia, quienes se habían replegado a resguardo en su sede, sin responder a las provocaciones.

Ante estos hechos gravísimos, desde la Corriente Marxista Internacional manifestamos nuestra solidaridad militante a los compañeros mineros asalariados y las familias de las víctimas, uniéndonos a su justo reclamo para que se haga inmediatamente justicia. Invitamos a todas las organizaciones sociales a sacar resoluciones y pronunciamientos en el mismo sentido.

El conflicto por la nacionalización total del yacimiento minero de Colquiri se está convirtiendo en un punto crucial de inflexión de todo el proceso. Está revelando sus verdaderas contradicciones y el carácter de la revolución boliviana, que sólo puede afianzarse y conseguir objetivos como la erradicación de la pobreza, el empleo digno y estable, y los derechos democráticos y sociales para las mayorías oprimidas, avanzando con el apoyo de las masas en la plena recuperación de todos los recursos naturales, la liquidación del latifundio y la nacionalización de las principales palancas de la economía. Cualquier otro camino, ya sea dictado por cálculos o alianzas políticas o por ciega confianza en las posibilidades de reglamentación del capitalismo a través de una “economía plural”, conduce inevitablemente a estas situaciones de conflicto y a las divisiones en el campo popular que merman la fuerza del proceso.

Una joven generación de trabajadores mineros asalariados es nuevamente la columna vertebral de las reivindicaciones históricas del pueblo boliviano. Contra el criterio de los escépticos y de los “neoizquierdistas”, quienes no dejaban de hacer notar que “los mineros se oponen a las nacionalizaciones”, esta nueva generación de obreros formados en la salvaje explotación laboral que acompaña el auge de la minería, está dando el pecho en defensa de los intereses de todo el pueblo pobre y trabajador.

La consigna de la total nacionalización de los recursos naturales, a partir de la minería, nunca fue tan popular desde las jornadas de Octubre de 2003. Lo demuestra la hostilidad con la cual el pueblo paceño recibió a la marcha de cooperativistas, que son percibidos como defensores de intereses y privilegios particulares frente al interés colectivo, así como los pronunciamientos de organizaciones sociales a favor de la nacionalización y las manifestaciones de apoyo a los mineros de Colquiri que masivamente llegan a los micrófonos de los medios de comunicación.

No se trata de “liquidar” al cooperativismo, de hecho los mismos mineros de Colquiri plantean la incorporación de todos los afiliados a la Cooperativa 26 de Febrero a COMIBOL. Pero no se puede seguir tratando al cooperativismo (no sólo minero) indistintamente como una fuerza popular. En 2008 los cooperativistas se resistieron violentamente al pago de impuestos. En 2011 el propio Evo Morales anunció inspecciones (que nunca se dieron) a las cooperativas mineras para investigar lo que es un secreto a voces: que hay cooperativas que son empresas, que explotan trabajo ajeno a favor de un puñado de familias que con el espíritu del cooperativismo no tienen nada a que ver.

El apoyo al sistema cooperativista en estas condiciones sólo es admisible a partir de una política de nacionalización de la minería y de incentivos para que las cooperativas se incorporen al sistema de planificación pública de la producción y comercialización del mineral. Y sólo separando entre cooperativas que son tales, que reparten las ganancias de manera igualitaria entre socios con iguales derechos, de las que son empresas, donde con el trabajo a destajo, de segunda mano y el peonaje, se explota el trabajo ajeno en las más misérrimas condiciones laborales. Sin estas políticas es imposible que acaben los conflictos, los avasallamientos y el saqueo en total beneficio de contrabandistas y empresas foráneas que detienen el monopolio de la comercialización del mineral.

Todo esto está claro para el pueblo. Así como va quedando en claro que el control y la administración obrera no son una reivindicación sectorial sino la única arma real contra el despilfarro, la corrupción y la burocracia. El mismo nerviosismo de los dirigentes del cooperativismo minero que amenazan con cercar nuevamente La Paz cortando el suministro de agua, es prueba de aquello.

El gobierno ahora, en vez de llamar a una convivencia imposible entre intereses particulares y el interés general del pueblo a beneficiarse de sus propios recursos, tendría una ocasión irrepetible para empezar a cernir en un sector que cultiva privilegios y explotación contrarios a las aspiraciones de cambio, y para implementar aquella política de nacionalización que no pudo prosperar en la minería por los vetos cruzados de cooperativistas y sectores asalariados. Tiene el apoyo de asalariados y del pueblo, en Colquiri y toda Bolivia. La COB debe hacer manifiesto, y sostener con la movilización, este apoyo rotundo a la nacionalización del 100% de Colquiri.

El impacto del conflicto de Colquiri sobre la opinión pública es enorme y está despertando el espíritu nunca realmente adormecido de la Agenda de Octubre. Es absolutamente correcto declarar la disponibilidad plena al diálogo, como hizo el compañero Trujillo. Al mismo tiempo pero es imprescindible canalizar y dar expresión a un apoyo popular creciente a la reivindicación de la nacionalización de la minería, empezando por Colquiri. No se trata de buscar venganzas, provocar o propiciar nuevas tragedias o enfrentamientos, sino de dar visibilidad y línea política a un sentimiento popular que debe ser orientado a la profundización del proceso.

Para ello es necesario que la COB instruya reuniones de todo los sindicatos de base y convoque con las diferentes CODes a ampliados de emergencia abiertos a las diferentes organizaciones sociales y al pueblo para construir una gran movilización nacional, en la cual el pueblo entero pueda manifestar su apoyo a la nacionalización del 100% del yacimiento de Colquiri. La nueva agenda nace en la lucha de los originarios de Mallku Khota y en Colquiri, esperando sólo que el ente matriz de los trabajadores sepa darle forma y perspectiva.