Biocombustibles: ¿La solución al problema energético?

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Los marxistas no tenemos una oposición de principios al uso de los biocombustibles. Bajo una economía socialista, planificada en interés del ser humano, junto a otro tipo de energías alternativas (solar, eólica, mareas, fusión nuclear, etc) podrían abrir la vía a una producción energética no contaminante, en armonía con las necesidades alimenticias y ecológicas del planeta. Pero bajo el capitalismo, y el hambre voraz de ganancias de las multinacionales, podría conducir a una devastación mayor del plal planeta y de sus recursos naturales. George W. Bush, realizó en el mes de marzo una gira por cinco naciones de Latinoamérica tratando de recuperar su posición de gendarme de una región donde ocurren cambios políticos revolucionarios y progresistas a favor de millones de pobres.
Con el telón de fondo del empantanamiento del imperialismo yanqui en Iraq y Afganistán, sus fuentes petroleras y su principal propósito en aquellos territorios árabes, Bush llegó a São Paulo, en busca de un convenio sobre el etanol, un biocombustible sustituto del crudo, del cual depende de Venezuela en el 11%.
Brasil y Estados Unidos producen el 70% del etanol mundial, a partir del maíz norteamericano y la caña de azúcar brasileña, lo cual haría crecer estos últimos cultivo en detrimento de otros alimentos.
El acuerdo de energía renovable firmado por el canciller brasileño, Celso Amorim, y su colega Rice, establece algunas acciones para estimular el crecimiento del consumo de etanol, a partir de crear normas internacionales para el producto que induzcan al resto del mundo a usar un porcentaje en la nafta. Para Bush, ese proyecto tiene un sentido: "Si nosotros dependemos del petróleo que viene de afuera vamos a tener una cuestión de seguridad nacional. Nuestra dependencia del combustible de otra persona (en alusión a Hugo Chávez) significa que dependemos de sus decisiones".
El plan norteamericano es autoabastecerse de etanol para el reemplazo de 20% de naftas hasta 2017. Y cuenta para eso no sólo con su propia producción agrícola sino la que tratará de implantar en Centro América para hacer de estos países los paraísos de monocultivos que le provean las materias primas. Brasilia tiene un alto interés en esa región también, donde piensa subsidiar el traslado de sus compañías productoras de etanol. (Fuente Clarín 10/03/07). Solo falta Colombia, que es el tercer productor de biocombustibles en América, para que se consolide la nueva potencia energética en la región.
"Lo que EEUU pretende es imposible", afirmó el presidente venezolano Hugo Chávez. "Si se hace una proyección para sustituir el consumo de gasolina en EE.UU. haría falta sembrar casi medio mundo", precisó. "Es un plan irracional y antiético el que pretenda ahora sembrar las tierras buenas que quedan en los países del sur en las que se producen los alimentos para los seres humanos, para sembrar alimentos para los vehículos del norte, es una cosa de remate", criticó. En el mismo sentido, fueron las declaraciones de Fidel Castro en el diario Gramma.

¿La solución al problema energético?

Los biocombustibles, en lugar de solucionar el cambio climático, podrían terminar dañando más al medio ambiente. Esa es la conclusión de una investigación realizada por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad de Barcelona que afirma que el uso de biocombustibles conlleva un impacto negativo tanto económico, social, como medioambiental. La materia prima que se usa en la producción de biocombustibles se obtiene mediante agricultura intensiva. Este sistema implica un alto uso de fertilizantes, pesticidas y maquinaria. Este proceso requiere además del uso de combustibles fósiles (carbón y petróleo) tanto durante las fases de producción como en el transporte desde y hacia las plantas de procesamiento.
Estas desventajas, incluyen los enormes requerimientos de tierra para cultivar, la sustitución de cosechas alimenticias por monocultivos, la deforestación para cultivos energéticos. Esto a su vez conduciría a la desaparición de la biodiversidad, la disminución de tierras fértiles y agua y los efectos sociales negativos como el desplazamiento de comunidades locales. Otra posible consecuencia, es la reducción en la disponibilidad de alimentos. Un ejemplo reciente se vio con el precio del maíz en Estados Unidos que aumentó a su valor más alto en 10 años debido a la creciente demanda en ese país de bioetanol derivado de maíz. México -principal importador de maíz de Estados Unidos- resultó especialmente afectado ya que los ciudadanos debieron pagar hasta 30% más por uno de sus alimentos básicos: la tortilla de maíz.

Argentina

En Argentina se sancionó una ley de biocombustibles. La norma fortalece el monocultivo de la soja y maíz. La soja avanza sobre la biodiversidad agropecuaria y tiene un impacto negativo en la estructura social agraria. En la última década, el monocultivo promovió el éxodo de jornaleros y pequeños productores a las ciudades y la concentración de la tierra, perdiéndose, 240.000 empleos rurales y afectando a más de 400.000 habitantes (INDEC).
Para este año, el área sojera será de 15,2 millones de hectáreas, más de la mitad de toda la superficie nacional cultivada, y la cosecha estimada será de 40 millones de toneladas, un volumen récord para el cultivo. El negocio incluye la venta del grano, la harina, cuyas cualidades proteicas la hacen ideal para ración animal, y la fabricación de aceites. Para cumplir con la cuota de mercado de los biocombustibles, los productores estiman que el área sembrada se expandirá en 10% más. En este marco, la suba de la soja y el maíz en nuestro país por la demanda de estos granos para los biocombustibles produjo un aumento entre el 10 y 20% en los alimentos.
La voracidad capitalista no tiene límites. Su objetivo es la ganancia y por ello destruye la naturaleza y hambrea cada vez más a las masas empobrecidas; profundizando aún más la tenencia de la tierra en un puñado de terratenientes.
Los marxistas no tenemos una oposición de principios al uso de los biocombustibles. Bajo una economía socialista, planificada en interés del ser humano, junto a otro tipo de energías alternativas (solar, eólica, mareas, fusión nuclear, etc) podrían abrir la vía a una producción energética no contaminante, en armonía con las necesidades alimenticias y ecológicas del planeta. Pero bajo el capitalismo, y el hambre voraz de ganancias de las multinacionales, podría conducir a una devastación mayor del planeta y de sus recursos naturales. Por lo tanto, la necesidad de la lucha contra el capitalismo y la anarquía del mercado, inherente al mismo, es la tarea de la hora.

Post Scriptum:

INUNDACIONES EN SANTA FE Y ENTRE RÍOS

No podemos dejar de relacionar el impacto del monocultivo de la soja y la deforestación irracional con lo que hoy viven los pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. El caudal de lluvias caídas muestra la ineficacia y ausencia de obra pública preventiva, la de-sidia de los gobiernos y su docilidad ante las multinacionales sojeras, principales responsables de los cambios climáticos, del sufrimiento de decenas de miles de evacuados y de la decena de muertes en estas provincias.