Después de más de 200 días desde las elecciones catalanas del 21D y de 4 intentos fallidos de investidura, las fuerzas independentistas, con Puigdemont a la cabeza, continúan buscando una salida a la crisis catalana. Las voces independentistas que piden un Gobierno de la Generalitat “efectivo”, y que por lo tanto pueda levantar la intervención del Gobierno central, van ganando peso.
[NOTA: Este artículo fue escrito días antes de conocerse la nominación de Quim Torra, como candidato a President de la Generalitat, y por tanto antes de ser elegido President el lunes 14 de mayo. Pero al centrar el artículo el análisis en las perspectivas y tareas a abordar tras la elección del nuevo President, mantiene plenamente su validez.]
Estrategia de las fuerzas independentistas
El tiempo está en contra de las fuerzas independentistas- el 22 de mayo vence el plazo para “elegir” presidente y, en caso de no haber uno, automáticamente se convocan nuevas elecciones.
ERC ha sido el partido que desde un principio ha apelado a la “realidad” y reclamado la formación de un Govern “efectivo”. Los “republicanos” catalanes desean volver a la normalidad cuanto antes, aunque signifique que se deba abandonar la unilateralidad del proyecto independentista- así se expresó Junqueras en una carta hace algunas semanas. En esta dirección han incrementado las presiones sobre Puigdemont para investir a un candidato aceptable para el régimen del 78. Incluso algunos de sus aliados, como los exconsejeros que se encuentran en prisión preventiva, Rull, Turull y Forn, le enviaron cartas en las que decían que hay que formar un Govern cuanto antes para poner fin a la intervención de la Generalitat mediante el artículo 155.
Sin embargo, Puigdemont se resiste. Este político pequeño burgués ha experimentado una cierta radicalización durante la lucha contra el régimen, acotada en unos límites estrechos por su carácter de clase. Como hemos explicado desde el principio en Lucha de Clases, la tarea de establecer una republica catalana es una tarea revolucionaria. Así pues, las últimas maniobras de Puigdemont y sus seguidores de continuar el choque con el Estado mediante la votación de la reforma de la ley de Presidencia, no son nada mas que meros símbolos de resistencia a la represión del Estado. El carácter de clase pequeño burgués, que es vacilante y cobarde, se vislumbró de forma evidente cuando JxCat anunció antes de la votación que no se forzaría a ningún diputado a desobedecer votando la reforma, ¡porque eso podría derivar en acciones penales! El Tribunal Constitucional (TC) va a aceptar el recurso del Estado y por lo tanto va a suspender automáticamente la reforma.
La “resistencia” de Puigdemont ha provocado enfrentamientos en el seno del Estado burgués, específicamente entre el Gobierno y la Justicia. También ha provocado un desgaste importante de las instituciones, sobre todo de la Justicia que ha sido empleada descaradamente para fines políticos. Estos eventos son importantes y reflejan el declive senil del capitalismo Español. Aun y así, la estrategia de JxCat desde las elecciones, con el apoyo de ERC, se ha basado en las vías institucionales y diplomáticas, una repetición de la estrategia que ya fracasó durante los meses de octubre y noviembre. En la práctica, vemos cómo estas acciones vacías muestran debilidad y miedo, invitando al Estado a pasar a la ofensiva para imponer su voluntad.
Sabiendo que el TC va a anular la reforma de la Presidencia, Puigdemont baraja un plan D. En estos momentos, nadie quiere una repetición de las elecciones, lo que significa que se debe proponer a un candidato que sea aceptable para el régimen del 78. Así pues, el plan D probablemente signifique que Elsa Artadi sea la siguiente candidata a la presidencia- ya en semanas pasadas ERC y PDeCAT mostraron públicamente su apoyo a Artadi.
Nosotros nos oponemos a este posible plan D por dos razones principales: por un lado, Artadi tiene opiniones sociales y económicas que no distan casi nada de las que defienden Ciudadanos y PP –es una economista capitalista de carácter claramente neoliberal. Por otro lado, porque es una capitulación ante el Estado y una vuelta al automatismo.
Reforzar los CDR y ensanchar su base social
Por lo que se ha dicho arriba, es evidente que la república catalana no puede materializarse y defenderse por vías institucionales y diplomáticas. Como bien dice la CUP, la única manera de avanzar hacia la república es con desobediencia y movilizaciones en la calle –fue la intervención de las masas saliendo a la calle lo que empujó al movimiento para adelante, como ocurrió el 3-O o el 8-N; así como buscar aliados en la clase trabajadora y la juventud españolas.
En este sentido, los Comités de Defensa de la Repúblicas (CDR) tienen un papel crucial a jugar ya que concentran a los combatientes más comprometidos y luchadores del movimiento republicano. Sin embargo, en un plan político dominado por JxCat y ERC y en un contexto de intensificación de la represión del Estado sobre los CDR, la falta de una dirección y de un liderazgo puede llevar al agotamiento y la desmoralización de los comités. Para hacer frente a esta encrucijada, los CDR deberían organizar una conferencia nacional para hacer un balance de los últimos meses, discutir la coyuntura y las perspectivas, establecer una hoja de ruta para el futuro y organizar la defensa contra la represión del Estado. Una iniciativa de este tipo, desde abajo, implicando a todo el activismo, escogiendo delegados en cada comité, preparando documentos y votando a un comité nacional, revocable en cualquier momento, que se convirtiera en la dirección visible del movimiento, daría una nueva perspectiva y un nuevo punto de referencia centralizado. Una conferencia política dificultaría la represión del Estado, ya que dotaría al comité nacional con una amplia autoridad democrática y facilitaría la organización de la resistencia contra la represión.
Este comité central, armado con un mandato democrático, podría convertirse en el baluarte revolucionario que pide el movimiento republicano. Creemos que la fuerza más indicada para realizar esta tarea es la CUP, el partido más consecuente con el mandato democrático del 1-O y el 21-D. Además, sus cuadros jugaron un papel crucial en la creación de los CDR y ahora participan activamente en sus actividades, dotándolos de una merecida autoridad política.
Una de las tareas más importantes de los CDR y de la CUP pasa por ensanchar la base social del movimiento republicano. El derecho de autodeterminación en España es una tarea revolucionaria contra el Estado del 78, lo que significa que la clase trabajadora tiene un papel clave a desempeñar, por su posición social y su rol en la economía. Trabajadores que se sienten españoles y que el 21D votaron a Ciudadanos podrían ser ganados a un programa que vincule la lucha contra el régimen del 78 por la autodeterminación, una lucha democrática, con luchas sociales por un cambio político y social en todo el Estado. Se debe presentar la lucha por la republica catalana no como un asunto solamente catalán, sino como a un paso para la liberación de nuestros hermanos y hermanas de clase en la Península. Se debe presentar a la republica catalana como la chispa de la revolución ibérica.
El papel de Unidos Podemos
En este contexto de lucha contra el régimen del 78, creemos que el referente de la izquierda española, Unidos Podemos (UP), está jugando un papel que deja mucho que desear. Su posición equidistante de “un referéndum legal y pactado dentro de la Constitución”, una Constitución que sólo se podría modificar una vez UP obtenga una mayoría parlamentaria (ya que el PSOE ha demostrado claramente ser un partido del régimen) equivale a abandonar un derecho democrático elemental. En la coyuntura actual de declive del capitalismo español, la represión por parte del Estado al movimiento catalán se ha extendido a otras ramas, siendo el ataque a la libertad de expresión el ejemplo más claro. UP tiene la obligación de convertirse en el foco que concentre a las diferentes luchas que se están desarrollando en España, como son el movimiento feminista, la lucha de los jubilados y la lucha por la república catalana, y también la defensa de los derechos democráticos. Y esto no pasa por hacer grandes discursos, o presentar propuestas brillantes en el parlamento, sino por volcarse en la calle y dotarse de una dirección, de una organización y de un programa de transformación social y política que pueda inspirar a los millones de trabajadores y jóvenes que buscan una salida a sus problemas. UP debe mostrar valentía y coraje en la lucha contra el régimen reaccionario del 78, que esta demostrando su cara real a miles de jóvenes y trabajadores.