ORGANIZAR Y FORTALECER UNA TENDENCIA DE IZQUIERDA ANTICAPITALISTA
Nos encontramos al inicio del año donde tendrán lugar las elecciones presidenciales. Todo indica un posible triunfo del kirchnerismo. Si observamos los últimos meses del 2014, la derecha no pudo generar un malestar social, con la clara intención de lastimar al gobierno K, como sí lo ha hecho en los últimos años; por el contrario, esta derecha se vio privada de este recurso del pasado.
Y esta situación mantiene un correlato con el proceso hacia las elecciones de este año ya que el amplio abanico opositor de derecha y centro derecha no ofrece más que destruir lo que las masas consiguieron con sus luchas, y marca una correlación de fuerzas favorable a los explotados, que sostienen el proceso de cambio abierto en la Argentina en diciembre de 2001 con el Argentinazo.
Esta correlación de fuerzas favorable en Argentina y Latino América encuentra dos escollos enormes, por un lado, la profunda crisis capitalista mundial, inclusive más profunda que la del ’29, y que condiciona cada uno de los procesos progresistas como los de Bolivia, Ecuador, Brasil, Venezuela y nuestro país. Crisis que encuentra un nuevo episodio con la caída sin precedentes del precio del barril de petróleo.
Por el otro lado, las medidas que cada gobierno sostiene expresan un programa que no trasvasa los límites del capitalismo, se denuncia al capital extranjero y nacional y paradójicamente se les implora que se porten bien y cumplan un papel progresivo en la historia.
Sólo basta ver la experiencia que transita nuestro país hermano con el proceso revolucionario venezolano que se encuentra acorralado por la inflación, la crisis petrolera mundial y el asedio político de los escuálidos que se apoyan en el dialogo abierto entre Raúl Castro y Barak Obama para repetir el diálogo entre Capriles y Maduro.
Es también, el caso de los trabajadores y sectores populares brasileros, con la advertencia que dieron al gobierno de Dilma Rusef con su triunfo en segunda vuelta, a pesar de la abierta colaboración de Lula apelando a su autoridad para que Dilma ganara. Es una clara expresión del impacto en las condiciones de vida de los trabajadores, de la desaceleración y de la baja productividad en la economía brasilera.
Es claro que tenemos que defender cada una de las medidas anti cíclicas contra el capital especulador, pero no existen terceras vías, solo las medidas Socialistas de expropiación y control democrático sobre las palancas fundamentales de la economía del país podrán sacar del caos a Venezuela y profundizar de manera definitiva y estable cada proceso progresista abierto en America Latina.
En el proceso electoral que se abre en nuestro país, con el posible triunfo del kirchnerismo en las presidenciales, permitirá seguir contando al campo popular con una corriente favorable, que puede potenciar la profundización de las conquistas habidas, en la medida que el candidato triunfante del Frente para la Victoria en las PASO no sea por cierto Daniel Scioli.
El Sciolismo
Lo que vienen marcando los números de las distintas encuestas es que más allá que otros candidatos midan relativamente bien, como Florencio Randazzo, es el hombre de la derecha peronista Daniel Scioli el que se impondría como candidato del Frente Para la Victoria.
Esto representa un paso atrás, ya que es evidente, para todo aquel que quiera ver, que el objetivo político de Scioli, en consonancia con lo que reclama el establishment, es frenar el proceso desde adentro.
La idea que se intentará imponer es que debido a la crisis mundial no queda otra que aguantar, frenar y mantener lo conquistado e incluso aceptar algún retroceso. Una idea que, como demuestra la historia, no puede ser llevada a cabo ya que las reformas no son irreversibles. Si no se profundizan quedan neutralizadas por la presión competitiva que impone el mercado o la crisis orgánica del sistema. Tampoco se acumulan y su mantenimiento exige confrontar con la tendencia patronal a eliminarlas o recortarlas.
Por lo tanto, la tendencia que propone frenar, y mantener “lo que hay” no puede llevar a ningún otro lado que a un retroceso. Incluso más allá de que el propio Scioli sea condicionado al imponerle un vicepresidente o un gobernador ligado al cristinismo en la provincia de Buenos Aires o al ministro de economía; el poder político estará en las manos de Scioli y está por verse hasta qué punto puede ser contenido.
Los desafíos
La militancia que sostiene este proyecto cuenta con el escollo de que el movimiento kirchnerista está estructurado de manera extremadamente verticalista, las bases no tienen voz ni voto, y sólo deben esperar lo que se decide desde arriba.
Este verticalismo se expresa en que todavía ningún grupo haya tomado en serio la campaña y sólo se limite a brindar tibios apoyos a tal o cual candidato sin dar una lucha seria para frenar a la derecha pejotista que avanza dentro del kirchnerismo.
Por lo tanto, la tarea de la militancia es quebrar con ese verticalismo y luchar por poner en pie un movimiento político de masas que apoye las políticas que representan un paso adelante pero que discuta y rechace las que representan un paso atrás, en relación al nivel de vida de los trabajadores.
Por otro parte, es necesario reflexionar acerca de lo que vemos en el mundo y esto es, que el capitalismo no puede ofrecer siquiera reformas como sí lo hizo en el pasado, por el contrario el sistema impone contrareformas en todo el mundo, como producto de sus necesidades económica en un marco de crisis sistémica.
Es por esto, que para hacer irreversible las conquistas debemos comenzar a explicar que por las vías muertas del capitalismo no podremos sostener lo conquistado. Los mismos economistas y operadores financieros más optimistas del establishment internacional hablan de más de dos décadas de ajuste, depresión y estancamiento.
Los próximos sucesos políticos en nuestro país están íntimamente ligados al desenvolvimiento de la crisis orgánica del capitalismo mundial, ya que la economía nacional no pude escapar al retroceso general de la economía global. De hecho ningún país del mundo puede hacerlo ya que todos se encuentran soldados firmemente al mercado mundial.
Es momento de ir por más, de profundizar, de hacer irreversible. Sólo esto nos podrá poner a salvo del retroceso y estancamiento económico y político. Para esto debemos poner bien alto en nuestras consignas la necesidad de terminar con el capitalismo.
La abolición de la propiedad privada de los puntos claves de la economía: luchar por la propiedad común de la tierra, expropiando a los latifundistas o los pool de siembras, los bancos y las principales industrias bajo control democrático de los trabajadores. Y un plan de producción planificado, es la única manera de movilizar el colosal potencial de la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica en beneficio de los únicos que producimos la riqueza: los trabajadores.
“¡¡Esto es una Utopía imposible!!”, nos dirán los supuestos “realistas”. Pero lo que es absolutamente irreal es pensar y creer que los problemas a los que nos arrastra el capitalismo, en su fase de declive, pueden ser resueltos sobre la base del propio capitalismo.
Un buen comienzo seria que cada militante y compañero ponga en discusión estas ideas en cada grupo de base, en cada sindicato, lugar de trabajo, centro de estudiantes, centro cultural, en cada universidad y en cada barrio. Al mismo tiempo que vayamos conformando un polo de izquierda que discuta una política y un programa que tenga su expresión en el mejor candidato para las PASO.
Tal como lo señalara el compañero Hugo Chávez, una y otra vez, la tarea histórica que tenemos por delante es terminar con el capitalismo, para avanzar hacia una sociedad Socialista. Pongamos manos a la obra.