¡No al terrorismo individual, sí a la acción de masas!
Entre fines de julio y principios de agosto cientos de miles de personas salieron a las calles de Israel en demanda de "justicia social", exigiendo la dimisión del gobierno de derecha de Benjamín Netanyahu. La protesta fue inspirada directamente por los movimientos de "indignados" de España y Grecia y por los ecos de la revolución árabe. Los cánticos de "Mubarak, Assad, Bibi Netanyahu" reflejan el hecho de que el movimiento de justicia social israelí se identifica con las masas árabes que han derrocado a sus propios dictadores.
¡No al terrorismo individual, sí a la acción de masas!
Entre fines de julio y principios de agosto cientos de miles de personas salieron a las calles de Israel en demanda de "justicia social", exigiendo la dimisión del gobierno de derecha de Benjamín Netanyahu. La protesta fue inspirada directamente por los movimientos de "indignados" de España y Grecia y por los ecos de la revolución árabe. Los cánticos de "Mubarak, Assad, Bibi Netanyahu" reflejan el hecho de que el movimiento de justicia social israelí se identifica con las masas árabes que han derrocado a sus propios dictadores.
La demanda que inició la protesta fue el elevado precio de los alquileres y de la vivienda, que se suma al desempleo juvenil y los salarios bajos, en un país donde el 20% de la población vive por debajo de la línea de la pobreza.
Las demandas planteadas por el movimiento para la construcción de viviendas sociales, reducción de alquileres y del IVA, revertir las privatizaciones, elevar el salario mínimo e incrementar los gastos en salud, y educación, plantea la pregunta de cómo pueden ser financiadas. La única respuesta es con la nacionalización de los bancos y los grandes monopolios bajo el control democrático de los trabajadores, de manera que la riqueza del país se pueda utilizar para resolver los problemas de la mayoría.
Israel es una sociedad dividida en clases, pero la clase dominante sionista ha logrado en gran medida unir a los judíos de Israel sobre la base de "todos juntos contra la amenaza terrorista árabe". Esto es, fundamentalmente, lo que hace fuerte a la clase dominante israelí. Este movimiento, al dividir Israel en líneas de clase, debilita a la clase dirigente sionista.
Por eso no puede resultar más sospechoso que, en el pico de la movilización popular, se produjera el atentado terrorista en la ciudad de Elat con la muerte de 8 civiles israelíes y de 6 atacantes palestinos a manos del ejército; lo que ha cortado de raíz, temporalmente, el movimiento de protesta en Israel. Esto ha beneficiado a la clase dominante israelí y, en modo alguno, a las masas palestinas que sufren la opresión del Estado israelí. Ya sea porque los servicios secretos israelíes "dejaron hacer" o por la locura sectaria de extremistas palestinos, nuevamente se pone de manifiesto que el terrorismo individual sólo sirve a la reacción.
Pero es inevitable que el maravilloso movimiento de la juventud y de los trabajadores israelíes vuelva a renacer porque sus problemas siguen sin resolverse. Por eso, el próximo paso debe ser vincular la lucha por "justicia social" con la lucha contra la opresión nacional de los palestinos.
Este movimiento sin precedentes en los 60 años de historia del Estado de Israel llegó muy lejos. Su continuación sólo puede empujarlo en una dirección más anticapitalista y revolucionaria.