Alan Woods en Caracas describe el estado de ánimo de las masas en las celebraciones del 8º aniversario del fallido golpe de estado de derecha del 13 de abril de 2002. Esta vez, además de las habituales camisas rojas, hubo una presentación masiva de la milicia popular, vestida de camuflaje verde y portando fusiles de asalto rusos AK-47, una clara advertencia a la oligarquía reaccionaria de que las masas están dispuestas a luchar contra cualquier intento de atrasar el reloj.
Alan Woods en Caracas describe el estado de ánimo de las masas en las celebraciones del 8º aniversario del fallido golpe de estado de derecha del 13 de abril de 2002. Esta vez, además de las habituales camisas rojas, hubo una presentación masiva de la milicia popular, vestida de camuflaje verde y portando fusiles de asalto rusos AK-47, una clara advertencia a la oligarquía reaccionaria de que las masas están dispuestas a luchar contra cualquier intento de atrasar el reloj.
Hoy, hace ocho años, ocurrió algo que no tiene precedentes en la historia de América Latina. El golpe de estado reaccionario de 11 de abril, en el que la oligarquía venezolana, en colaboración con la Embajada de EEUU y de la CIA, derrocó el Gobierno democráticamente elegido de Hugo Chávez y fue derrotado por un levantamiento espontáneo de las masas.
Ese día se hizo historia. Hombres y mujeres comunes salieron a las calles y arriesgaron sus vidas para defender la Revolución Bolivariana. Sin partido ni dirección, y sin perspectivas claras más que la de derrotar el golpe de estado, los trabajadores, los campesinos y la juventud revolucionaria, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, marcharon por miles a las puertas del Palacio de Miraflores para exigir la liberación del Presidente Chávez. Los soldados se pasaron al lado del pueblo, y el golpe de estado se derrumbó.
Estos eventos heroicos sólo pueden compararse con Barcelona en julio de 1936, cuando los trabajadores, armados con viejos fusiles de caza, palos y cualquier cosa que pudieran llevar en sus manos, irrumpieron en los cuarteles y aplastaron a los fascistas reaccionarios. Si alguien tiene dudas sobre lo que es una revolución sólo tiene que estudiar los acontecimientos de abril de 2002 en Venezuela.
En los últimos años, estos eventos se han convertido en una celebración de la revolución. La Avenida Bolívar en el centro de Caracas fue un mar de camisas rojas y de pancartas agitándose. Pero este año la escena fue muy diferente a otras que recuerdo. En lugar de un mar rojo la avenida Bolívar estaba llena a rebosar de un mar de tela de camuflaje verde. Este fue el día de la milicia popular – una demostración del poder de un pueblo en armas.
Mientras caminaba a lo largo de la avenida las filas de milicianos y milicianas (había muchas mujeres también en uniforme) parecían no tener ningún final. Aquí, una vez más, se podía sentir el poder inexpugnable de las masas. Pero ahora había un elemento diferente. Había miles y miles de trabajadores de las fábricas, de campesinos de las aldeas y de niños de las escuelas y colegios, expresando su voluntad de luchar, armas en mano, para defender la revolución contra sus enemigos – tanto externos como internos.
Bajo un sol abrasador, la gente se concentraba – las camisas rojas habituales de los chavistas junto a las de color verde de las milicias. A lo largo de la avenida los altavoces lanzaban consignas revolucionarias: contra el imperialismo, contra la burguesía, a favor de la revolución, del socialismo y de Chávez: "¡La Derecha todavía está preparando otro 11 de abril, pero ahora el pueblo tiene armas! ¡Viva la Revolución Bolivariana! ¡Viva el pueblo armado! ¡Viva el Presidente Chávez !"
La gente se subía a los árboles y farolas para obtener una mejor visión y mostrar pancartas con consignas combativas, mientras que algunos se hacían con una ganancia rápida con la venta de gorras, remeras y bebidas frías (que eran muy demandadas). La música era un rugido ensordecedor – ritmos latinoamericanos con letras revolucionarias, interrumpidas por cantos y consignas. La milicia fue organizada por grupos que mostraban sus orígenes: jóvenes adolescentes de las escuelas y campesinos con sombreros de paja y tractores Belarus.
En la parte trasera, la milicia estaba desarmada, pero cuando uno se acercaba a la cabeza de la manifestación, todo el mundo estaba sosteniendo un AK-47 de fabricación rusa, el arma más versátil y eficaz, ligera y fácil de usar. En los últimos años, Chávez ha comprado grandes cantidades de estas armas a Rusia. Washington y los medios de comunicación a su servicio han organizado un tremendo alboroto, alegando que estas armas estaban destinadas a la guerrilla de las FARC en Colombia. Ahora todos pueden ver para lo que realmente están destinadas.
Mientras esperan la llegada del Presidente, los milicianos permanecen relajados o sentados en el suelo para comer un sandwich. Algunos descansan sobre sus fusiles y uno o dos incluso tenían la boca de sus AK-47, descansando sobre sus botas – una práctica algo arriesgada, hubiera pensado alguno. De hecho, un rudo sargento profesional sin dudas habría sufrido un ataque al corazón, mirando a estos civiles medio adiestrados con armas de fuego.
Pero esta impresión sería totalmente falsa. Esos milicianos son los descendientes directos de la guerrilla cubana, de los milicianos que lucharon contra Franco en la guerra civil española, de las milicias obreras que derrocaron al zar de Rusia en 1917, y si vamos incluso más atrás en la historia, de los ejércitos de la Revolución Francesa y de los milicianos de la revolución norteamericana en el siglo XVIII.
Ninguno de éstas eran fuerzas profesionales y no se ajustaban a la norma de un ejército permanente profesional burgués. Pero ellos no luchaban peor por eso, y en más de un caso (España me viene a la mente), el intento de obligarlos a adecuarse al formato de un ejército profesional tuvo los efectos más negativos en su espíritu de lucha.
Al final de la tarde, podía observarse un ambiente de esperanza. La milicia comenzaba a formar filas. La multitud en las veredas empujaba hacia adelante para atrapar un vistazo de su héroe. Chávez aparece, vestido con uniforme del ejército, montado en la parte posterior de un vehículo abierto – un camión ordinario del ejército – saludando y agitando a la milicia y la multitud. La milicia marcha hacia adelante a la tribuna donde Chávez va a pronunciar su discurso.
Su discurso fue más corto que otras veces, pero fue directamente al grano. Recordando los dramáticos acontecimientos de abril de 2002, sacó una magnífica espada y la mostró a la multitud. Era la espada de Simón Bolívar, El Libertador. Le dice a la gente que la liberación de América Latina no se ha logrado en 200 años y que sólo puede lograrse a través de la Revolución Socialista.
En el tipo de gesto dramático que es característico en él, hace que la gente preste un juramento sagrado: que ellos nunca descansarán hasta que se cumpla esta tarea. Los milicianos repiten las palabras en voz alta, sosteniendo sus fusiles. "La milicia es el pueblo, y el pueblo es la milicia," proclama él.
Entonces Chávez relata los acontecimientos de abril de 2002, desde el golpe de Estado fascista del 11 de abril a la sublevación popular y militar del 13 de abril. "He estado pensando mucho en eso," dice. "Desde la década de 1970, algunas personas han estado soñando con una rebelión popular y militar. Pero nunca ocurrió. La década de 1980 fue un período negro, que terminó en el Caracazo de 1989, con una masacre de civiles desarmados".
Chávez recordó, a continuación, cómo él y un grupo de oficiales progresistas del ejército trataron de organizar una rebelión en 1992: "Nosotros fracasamos porque se trató de un levantamiento militar sin el pueblo", concluyó. Después de una temporada en la cárcel, él convocó a la formación de un movimiento de masas: el movimiento bolivariano, que consiguió una victoria demoledora en las elecciones de 1998. Pero la oligarquía no perdió el tiempo para preparar el golpe de estado de 2002.
Chávez recordó a los hombres y las mujeres que murieron en el golpe de Estado y los muchos más que resultaron heridos. Contrariamente al mito tan asiduamente difundido por los medios de comunicación en occidente sobre el régimen presuntamente represivo y dictatorial en Venezuela, nadie está en prisión por esos delitos, y ocho años más tarde las investigaciones judiciales todavía están atascadas: "Que no haya impunidad para esta masacre, como ha habido impunidad con tantas otras masacres en nuestra historia!", dijo.
Luego pasó a decir que la sangre de estos mártires de la revolución actuó como un estímulo para la revolución. "Inmediatamente después del 11 de abril comenzaron los arrestos y persecuciones, las amenazas en la televisión y los demás medios de comunicación. "Pero esto despertó toda la fuerza latente reprimida de las masas, que había sido suprimida durante tanto tiempo", dijo. "Esto dio lugar a la mayor rebelión de nuestra historia – el levantamiento popular que habíamos esperado ver tanto tiempo".
"Esto fue un levantamiento contra la burguesía y el imperialismo. Pero este último había calculado que tal levantamiento sería aplastado en sangre por el ejército, como ocurrió en el Caracazo. Pero nuestros soldados no sólo se negaron a disparar contra el pueblo, sino que se pasaron al lado del pueblo. La burguesía y los imperialistas tuvieron la sorpresa de sus vidas".
Chávez señaló que el imperialismo estadounidense participó activamente en el golpe de estado. Helicópteros y aviones espía estadounidenses estuvieron volando sobre el espacio aéreo venezolano, un submarino estadounidense y un portaaviones estuvieron en aguas territoriales de Venezuela a la espera de intervenir. Pero el movimiento de las masas los obligó a retirarse.
Desde entonces los medios de comunicación burgueses han intentado limpiar esa fecha del calendario, pero las masas la han mantenido viva. "Ellos no pueden barrer abril del calendario, como no pueden erradicar enero, febrero o cualquier otro mes."
Chávez observó que si hubieran logrado aplastar la revolución venezolana, le hubieran dado un duro golpe al movimiento revolucionario de toda América Latina. "Sobre nuestros hombros pesa una responsabilidad", dijo. "Los pueblos de América Latina están buscando su salvación en nosotros". Admitiendo que la revolución está lejos de terminar y que existía una cantidad colosal de cosas todavía por hacer, hizo un llamamiento para la paciencia. "Después de su primera década, la Revolución apenas ha comenzado," dijo.
Chávez, a continuación, advirtió que la amenaza de la contrarrevolución no se había ido lejos, y que hubo conspiraciones para asesinarlo. Dijo que si esto ocurriera: "no pierdan la cabeza, mantengan la calma. Ustedes saben lo que tienen que hacer: tomar el poder en sus propias manos – ¡TODO el poder! Expropiar los bancos, las industrias, los monopolios que permanecen en manos de la burguesía".
En cuanto a las elecciones de septiembre, advirtió: "nosotros no podemos permitir que a burguesía tome el control de la Asamblea Nacional. Si lo hacen, la utilizarán para desestabilizar el país y crear las condiciones para otro 11 de abril. Tenemos que ganar dos tercios de las bancas con el fin de seguir adelante con nuestro programa."
Advirtió a la burguesía que no era posible que se repitiera lo que ocurrió en abril de 2002, debido a que ahora el pueblo estaba armado y aplastaría cualquier intento contrarrevolucionario. Terminó con las palabras: "¡Viva la milicia nacional! ¡Viva el pueblo en armas! ¡Viva la Revolución Socialista! ¡Patria, socialismo o muerte!
Caracas, 13 de abril de 2010