Cuando se cumplen ya siete semanas desde el golpe de estado contra el presidente hondureño Mel Zelaya, la resistencia nacional continua movilizando a decenas de miles de trabajadores, jóvenes y campesinos en un movimiento que la represión no ha podido aplastar. Mientras tanto continúan las maniobras diplomáticas de todo tipo para tratar de buscar una “salida negociada” que frene la posibilidad del derrocamiento del golpe de estado mediante una insurrección popular.
Cuando se cumplen ya siete semanas desde el golpe de estado contra el presidente hondureño Mel Zelaya, la resistencia nacional continua movilizando a decenas de miles de trabajadores, jóvenes y campesinos en un movimiento que la represión no ha podido aplastar. Mientras tanto continúan las maniobras diplomáticas de todo tipo para tratar de buscar una “salida negociada” que frene la posibilidad del derrocamiento del golpe de estado mediante una insurrección popular.
El papel de EEUU en el golpe
Uno de los temas más debatidos ha sido el del papel que jugaron los Estados Unidos en el golpe contra Zelaya. Está claro que al llegar a la Casa Blanca, el presidente Obama quería adoptar una estrategia diferente a la de Bush en relación a América Latina. La política de Bush de utilizar el palo, es decir el acoso beligerante contra el creciente movimiento revolucionario en el continente, incluyendo la organización y el apoyo a intentos de golpe de estado en Venezuela y Bolivia, y en general la desestabilización directa de gobiernos considerados como peligrosos, no había dado muy buenos resultados y además había colocado a EEUU a la defensiva y prácticamente aislado en el continente.
Para Obama, era la hora de usar la política de la zanahoria. El objetivo del imperialismo americano sigue siendo el mismo, la dominación del continente como fuente de recursos naturales, mercado para sus productos y zona de interés geo-estratégico. En eso no hay ningún cambio. Sin embargo, Obama pretendía conseguir esos mismos objetivos con métodos diferentes. Así vimos cómo en la cumbre de las Américas en Trinidad en el mes de abril, Obama estrechó la mano a Chávez e hizo señales de apertura hacia Cuba, al mismo tiempo que presionaba a Brasil para jugar el paper de factor moderador en la región.
¿Cómo encaja este nuevo talante de Obama con el golpe en Honduras? Como ya hemos explicado en otros artículos, Washington estaba en contacto con los golpistas en Honduras desde hacía meses. Sin embargo la opción preferida por la Casa Blanca era la de un golpe por vías constitucionales, es decir, a través de una resolución del parlamento o de la corte de justicia, que permitiera sacar a Zelaya del poder, pero siempre respetando las formalidades de la “democracia” burguesa. El día antes del golpe el propio Zelaya reconoció que fue la presión de los EEUU, directamente desde Washington la que desarticuló el primer intento de golpe, el 26 de junio.
Sin embargo, una vez se pone en marcha un plan, éste adquiere su propia dinámica. El embajador de EEUU en Honduras, Llorens, que era el máximo responsable de la política andina de Bush en el momento del golpe de estado en Venezuela, estuvo en todo momento informado de los pasos que daban los golpistas. En un país como Honduras, que acuñó el término de “república bananera”, no se lleva a cabo un golpe sin la luz verde de Washington. La oligarquía hondureña ya no podía esperar más. Zelaya había convocado al pueblo y entrado en una base aérea para tomar control de las urnas y las papeletas electorales, violando el principio de autoridad de los mandos del ejército. El alto mando de las fuerzas armadas había sido cesado por el presidente. Ese mismo domingo se iba a celebrar la consulta sobre la cuarta urna y la oligarquía sabía que iba a perder.
Pero queda una pregunta. ¿Si la oligarquía tenía el control de los diferentes poderes del estado, el ejército, el parlamente, la corte electoral, el tribunal de justicia, porque no arrestar a Zelaya en lugar de expulsarle del país? El general Romeo Vasquez, jefe de las Fuerzas Armadas que llevón a cabo el golpe lo explicó claramente: “Expulsamos a Zelaya del país para evitar muertes” dijo en una entrevista con AFP, explicando que si hubiera sido detenido, sus partidarios hubieran asaltado la cárcel para liberarlo provocando mayor derramamiento de sangre. En otras palabras, tenían miedo de la reacción popular al golpe de estado.
Sin embargo a medida que pasan los días van apareciendo más detalles de la participación del imperialismo americano en el golpe. El presidente nicaragüense Daniel Ortega ha denunciado que según las rutas de vuelo de los aviones que salen de Honduras, el vuelo en el que Zelaya fue expulsado a Costa Rica salió de la base militar de los EEUU en la Palmerota. La base militar de los EEUU en Honduras, también conocida como Soto Cano, alberga a 600 tropas del Joint Task Force Bravo del Comando Sur de los EEUU, una cantidad mayor que la de las tropas estado-unidenses en Colombia, ocupa una posición estratégica para los EEUU en todo centro américa.
Además de eso, dos colaboradores cercanos de los Clinton han aparecido públicamente como asesores del gobierno golpista de Micheletti. Uno de ellos, Bennett Ratcliff, alto ejecutivo de una empresa de relaciones públicas con vínculos muy fuertes con los Clinton, apareció como asesor de la delegación que Micheletti envió a las conversaciones de Costa Rica entre los golpistas y el gobierno de Zelaya. Según el corresponsal del New York Times, “todas las propuestas que presentaba el grupo de Micheletti estaban escritas o aprobadas por el americano”. Las conversaciones de Costa Rica, de las que hablaremos más adelante, fueron también una iniciativa de Hillary Clinton para tratar de buscar una salida negociada al golpe, con el objetivo de desactivar la movilización popular en Honduras y atar de pies y manos a Zelaya.
Lanny Davis, otro relaciones públicas en Washington, ahora representa al Latin American Business Council de Honduras, es decir a los grandes magnates que están detrás del golpe. Davis jugó un papel clave en la campaña para la nominación demócrata de Hillary Clinton contra Obama, además de haber sido asesor especial del presidente Clinton a finales de los 90. Davis admite publicamente, como no, que “con el beneficio de la retrospectiva, la decisión de sacarle del país [a Zelaya], se podía haber hecho de otra manera”, y añade: “tenía que haber sido encarcelado, como ordeno la Corte Suprema. Había violado la ley. El Congreso le había depuesto y tenía que haber sido arrestado y juzgado con el debido proceso legal”.
Este “escrupuloso respeto por el procedimiento legal” no impide ni a Davis ni a Ratcliff actuar abiertamente en defensa de los golpistas hondureños. Ninguno de los dos intervendrían en este asunto sin haber consultado previamente a Hillary Clinton. En su intervención ante una comisión del congreso de los EEUU, Davis elogió la iniciativa de Clinton en relación a las negociaciones de San José en Costa Rica e insistió en la necesidad de tener una aproximación bipartisana (es decir de unidad de demócratas y republicanos) ante el problema de Honduras. En eso coincidió con Otto Reich, otro de los que hablaron ante la comisión, un viejo zorro de la reacción en América Latina, que jugó un papel importante en la contra nicaragüense en los años 80 y fue posteriormente secretario de Bush para Asuntos Hemisféricos.
En realidad incluso si el propio Obama realmente quiere seguir una política de diplomacia hacia América Latina, no está totalmente claro que controle el aparato del estado de los EEUU, la mayoría de cuyos funcionarios tiene vínculos directos con la oligarquía hondureña después de muchos años de negocios en común. De hecho, aunque las palabras de Obama han sido más fuertes contra el golpe y en apoyo formal a la legitimidad de Zelaya, los hechos y las declaraciones oficiales de los organismos del estado de EEUU han sido mucho más cautelosos.
Así por ejemplo, mientras que el Departamento de Estado oficialmente anunció el 7 de julio la “suspensión de los programas de ayuda” a Honduras, la Millenium Challenge Corporation (MCC), una empresa estatal de ayuda al tercer mundo, ha continuado enviando dinero al Banco Central de Honduras ( 7,5 milliones de dólares en cuatro envíos entre el 9 y el 30 de julio). ¿Quien es la presidenta de MCC? La propia Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton.
Obama ha sido atacado duramente por la derecha republicana por su presunto “apoyo a Zelaya” al que ellos califican como títere del comunista Chávez. En una respuesta oficial al senador republicano Richard Lugar el Departamento de Estado le asegura que esto no es cierto: “Nuestra política y estrategia no se basa en el apoyo a ninún político ni individuo en particular,” y pasa entonces a culpar a Zelaya por el golpe!: “Tambien reconocemos que la insistencia del presidente Zelaya en llevar a cabo acciones provocadoras, contribuyó a polarizar la sociedad hondureña y llevó a la confrontación que desencadenó los acontecimientos que llevaron a su salida”. Hay que fijarse en el uso cuidadoso del lenguaje. A pesar de que Obama ya había dicho que en Honduras había habido un golpe, aquí se habla, ni más ni menos, que de una “confrontación que desencadenó los acontecimientos que llevaron a su salida”!!
Varias cosas están claras: Washington querían sacar a Zelaya del poder; ellos preferían la vía constitucional y así se lo dijeron a los golpistas; los golpistas llevaron adelante el golpe con el visto bueno de piezas clave en los EEUU; una vez realizado el golpe, Washington no le hace ascos, pero trata de buscar una solución diplomática que asegure tres cosas: la desmovilización de la resistencia hondureña, la desactivación de Mel Zelaya y un triunfo diplomático en América Latina.
Aunque es importante analizar las divisiones dentro de la clase dominante en EEUU y las diferentes facciones dentro del aparto del estado, no hay que perder de vista que todos representan los intereses del imperialismo y de la clase dominante, aunque difieran en cuanto a los métodos a emplear. Para un activista del movimiento en Honduras, la represión es muy concreta, se trata de golpes, gases lacrimógenos, cárcel, vejaciones sexuales, amedrentación, amenazas y en ocasiones la muerte. Obama es al final, legítimo responsable de la aplicación de la política imperialista en Honduras, y por lo tanto, responsable por la represión y el golpe. Con Bush u Obama a la cabeza, al final prevalecen los intereses imperialistas de la clase dominante.
Las conversaciones de San José
Durante todo el mes de julio se celebraron en San José, Costa Rica, y presididas por el presidente Arias, conversaciones entre el gobierno de Zelaya y el régimen golpista de Micheletti. Para entender claramente lo que se pretendía no hay más que analizar en detalle los términos del acuerdo que se propuso y que Zelaya aceptó, pero los golpistas rechazaron:
“1. Legitimar restitución de José Manuel Zelaya Rosales en la Presidencia de la República hasta el fin del período del que fue electo.
“2. Conformación de un Gobierno de unidad y reconciliación nacional compuesto por representantes de los principales partidos políticos.”
Esto representa la vuelta de Zelaya pero sobre la base de un gobierno de unidad nacional con los golpistas. Es decir lo atan de manos.
“3. Declaración de una amnistía general, exclusivamente para todos los conflictos del golpe de Estado.”
Es decir una amnistía sólo para los golpistas, quedando abierta la posibilidad de juzgar a Zelaya, es decir le tapan la boca con mordaza.
“4. Renuncia del presidente José Manuel Zelaya Rosales y de su gobierno a la pretensión de colocar una cuarta urna en el proceso electoral.”
Es decir, los golpistas consiguen lo que pretendían con el golpe. No contentos con atarle las manos, le atan también los pies.
“5. Adelantamiento de las elecciones nacionales del 29 de noviembre al último domingo de octubre.
6. Traslado del comando de las Fuerzas Armadas del poder ejecutivo al Tribunal Supremo Electoral un mes antes de las elecciones para garantizar la transparencia y normalidad del sufragio”
Se adelantan las elecciones, que serán supervisadas por un organismo que está bajo el control de la oligarquía.
“7. Integración de una comisión de verificación compuesta por hondureños notables y miembros de organismos internacionales especialmente de la Organización de Estados Americanos, que vigile el cumplimiento de estos acuerdos y supervise el correcto retorno al orden constitucional.”
Una comisión de “hondureños notables” y “miembros de la OEA” para supervisar que Zelaya, además de estar atado de pies y manos y amordazado, no se le ocurre salirse del guión. Lamentablemente Zelaya aceptó todos los puntos de este acuerdo, que representa una claudicación en toda línea, y así lo manifestó públicamente.
Además de conseguir una salida que implicara un Zelaya atado de pies y manos, otro objetivo de las conversaciones era el de desviar la atención de la resistencia nacional de la movilización en la calle a la mesa de negociación. Una negociación además que se iba prolongando días y días sin visos de avance. Con un fino instinto político, los dirigentes de la resistencia mantuvieron las movilizaciones en la calle y denunciaron la trampa: “Con las negociaciones que se están llevando a cabo en Costa Rica, nosotros los movimientos sociales creemos que no hay muchas expectativas en las mismas; lo que se está haciendo es ganar tiempo a favor de este gobierno de facto para que ellos se consoliden en el poder y callarnos nuestra resistencia a los movimientos populares,” declaró Juan Barahona, dirigente del Bloque Popular.
La actitud del Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado fue muy clara desde el inicio de las negociaciones. En primer lugar plantearon claramente que no se paraban las movilizaciones durante las conversaciones. En segundo lugar exigieron como punto irrenunciable la restitución del presidente Zelaya. En tercer lugar, expresando la profunda desconfianza que el pueblo organizado sentía hacia esa maniobra, exigieron que representantes del Frente estuvieran presentes en las negociaciones y mandaron a una delegación a Costa Rica. Esto es muy significativo pues significa que el Frente Nacional se pone a la cabeza del pueblo organizado y lo representa en foros oficiales, dándose a sí mismo el mismo rango que el gobierno legítimo de Zelaya.
Finalmente, cuando se anunció el texto final de la propuesta de San José, el Frente, en una carta abierta a Oscar Arias fechada el 19 de julio rechazó todos los puntos del texto con excepción del primero que prevé la restitución del presidente. Esto demuestra la enorme madurez que el movimiento de las masas hondureñas ha adquirido en estas semanas de lucha organizada contra el golpe. También es significativo del papel que ha adquirido el Frente Nacional, el que el primer fin de semana de agosto, el propio embajador de los EEUU, Llorens, fue a reunirse con la dirección del Frente para pedirles que aceptaran la propuesta de San José, cosa que ellos rechazaron contundentemente.
Sin embargo, las conversaciones de San José fracasaron por la negativa de los golpistas a aceptar el primer punto, es decir, la restitución de Zelaya. Ellos entendieron correctamente, que el regreso de Zelaya, aún atado de pies y manos y amordazado, en el contexto de movilizaciones de masas que no ceden en intensidad, sería visto como una victoria para el movimiento. El propio Zelaya podría convertirse en un punto de referencia para la continuación de la lucha de las masas, independientemente de los puntos del acuerdo, e incluso independientemente de su propia voluntad.
También está claro que los golpistas deben de sentirse seguros y arropados por los puntos de apoyo que tienen en Washington, tanto dentro de la administración Obama como también en la derecha republicana. Ellos saben que Washington puede ejercer presión diplomática, pero que no está dispuesto a llegar hasta el final (es decir, cortar el grifo del dinero y la ayuda militar o llegar a la intervención directa contra el golpe), porque eso sería lo mismo que ponerse abiertamente del lado de Zelaya … y de Chávez. Están tratando de ganar tiempo y quizás llegar a una solución basada en una presidencia conjunta o una tercera personalidad que ocupara el puesto de presidente, hasta las elecciones en octubre o noviembre, que les permitirían dar “legitimidad democrática” a su régimen golpista.
La resistencia nacional continua y no se detiene a pesar de la represión
Al expulsar del país a Zelaya, la oligarquía ha conseguido precisamente lo que trataba de evitar: el desencadenamiento de un movimiento masivo de trabajadores, campesinos y jóvenes que ha ido creciendo en intensidad y fuerza, en grado de organización, que la represión no ha podido detener y que ha sacado conclusiones políticas muy avanzadas. La marcha del día 5 de julio, cuando el presidente Zelaya hizo un intento de aterrizar en el aeropuerto de Toncontin, fue probablemente de las más numerosas que se hayan realizado en toda la historia del país. Eso era a una semana del golpe. Más extraordinario todavía es que la movilización y las huelgas se hayan mantenido durante siete semanas, desafiando la represión (que va en aumento), la brutal campaña de desinformación de todos los medios de comunicación (con algunas honrosas excepciones) y todas las trampas de las maniobras diplomáticas con el objetivo de desactivar el movimiento. Hay que rendir homenaje al pueblo hondureño que, sea cual sea el desenlace final de esta batalla, ha demostrado tener el coraje necesario para luchar de manera heroica. Se puede decir que la oleada revolucionaria que recorre América Latina ha llegado definitivamente a las orillas hondureñas.
Las movilizaciones han sido organizadas a través del Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado, que agrupa a todas las organizaciones sindicales, campesinas, juveniles, culturales, indígenas y políticas del país que se oponen al golpe. El Frente se organiza a través de asambleas semanales de delegados para discutir qué pasos dar y qué línea política seguir. La importancia de este organismo es tal que, como ya mencionamos, incluso el embajador de los EEUU se ha visto obligado a reunirse con su dirección. Es una demostración de que el imperialismo es consciente que cualquier “solución” que quiera imponer, debe de contar con la aprobación del Frente.
Los sindicatos obreros han jugado un papel muy importante en la resistencia contra el golpe. Las huelgas han afectado sobre todo al magisterio, pero también al resto del sector público, y también a partes del sector privado. El Sindicato de Trabajadores de Bebidas y Similares (STIBYS), se ha convertido en uno de los centros de la resistencia, y en sus locales se celebran muchas de las asambleas de delegados del Frente.
A finales de julio, el régimen golpista de Micheletti estaba confiado en que la combinación de las maniobras de San José, la represión y la desinformación, unidas al lógico cansancio de un movimiento que ya cumplía un mes de lucha, habrían desgastado ya la resistencia, e incluso levantó el toque de queda nocturno. Grave error. La resistencia nacional respondió con una marcha nacional a la capital Tegucigalpa y a la segunda ciudad del país, San Pedro Sula, que inició el 6 de agosto y culminó en una gran manifestación el 11 de agosto. Al mismo tiempo, la huelga general que se había convocado todos los jueves y viernes en las tres semanas anteriores, se extendió en esta ocasión a toda la semana. Durante cinco o seis días, decenas de miles de hondureños de todos los puntos del país, incluyendo las comunidades campesinas más remotas, marcharon a pie, 15 o 20 km al día, para mostrar su oposición al régimen golpista.
Aumenta la represión
Este impresionante movimiento de las masas tiene lugar a pesar del claro aumento de la represión y la reaparición de los escuadrones de la muerte. Así por ejemplo, el viernes 24 de julio, la policía detuvo al jóven trabajador de la construcción de 23 años, Pedro Magdiel Muñoz Salvador. Su cuerpo sin vida y con 47 heridas de arma blanca, fue encontrado al día siguiente a 400 metros de la frontera con Nicaragua, dónde el ejército impedía la entrada de Zelaya al país. Claramente, o bien la policía lo mató, o lo entregaron a un grupo paramilitar para que terminara el trabajo. Pedro Magdiel era un activista del Frente y formaba parte de su comisión de disciplina.
El 2 de julio era asesinado por el ejército Gabriel Pino Noriega, periodista, de San Juan Puebla. El 11 de julio Roger Ivan Baez, dirigente del Bloque Popular y de la UD, ex-dirigente sindical textilero, fue asesinado cuando entraba en su casa en San Pedro Sula. El 12 de julio era asesinado por hombres armados que le sacaron de un autobús Ramón Garcia, dirigente campesino de la UD. El jueves 30 de julio moría de disparos en la cabeza por parte del ejército el maestro Roger Abrahán Vallejo Soriano, de 38 años. La lista es larga.
El 26 de julio, la sede del STIBYS, dónde se reúne el comando general del Frente de Resistencia sufrió un atentado con explosivos. En la madrugada del 6 de agosto, las oficinas del Patronato Nacional de la Infancia fueron ametralladas desde un vehículo en marcha. El Sindicato de Trabajadores del PANI (Sintrapani) ha participado activamente en la resistencia y tiene una oficina en el edificio. El 11 de agosto por la noche fue tiroteada la oficina de Vía Campesina en la capital. Hay que resaltar que la mayoría de estos atentados y asesinatos selectivos se producen por la noche, después del toque de queda, cuando los únicos que pueden circular por las calles son el ejército o la policía.
Los estudiantes y profesores de la Universidad Nacional Autónoma y de la Pedagógica Nacional también han sido víctimas de la represión y de la entrada ilegal de la policía y del ejército en sus instalaciones.
También se ha vuelto común la infiltración de agentes provocadores en las manifestaciones de la resistencia con el objetivo de causar incidentes violentos para luego presentar la imagen de los manifestantes como una “turba violenta” y destructiva. Este fue el caso al final de la multitudinaria marcha del 11 de agosto con la quema del restaurante Popeye’s y varias unidades de transporte, una acción que fue claramente organizada por agentes provocadores para “justificar” la represión policial indiscriminada. El resultado final fue de varios cientos de heridos y por lo menos 40 detenidos. Entre los heridos de bala se encuentra Marvín Ponce diputado por la Unificación Democrática. La represión (conjunta por parte del Ejército y de la Policía) fue brutal y se repitió también contra la marcha en San Pedro Sula.
A pesar de esta brutal represión, el movimiento no se amilanó y las protestas continuaron el 12, 13 y 14 de agosto.
¿Qué estrategia seguir?
El movimiento ha llegado a un punto de inflexión. De un lado, la oligarquía no es capaz, ni con el engaño ni con la represión, de imponerse sobre la resistencia contra el golpe. La resistencia, liderada por el Frente, ha dado muestras de una amplia capacidad de movilización y el pueblo hondureño ha respondido a todas las convocatorias haciendo frente a la represión brutal. Sin embargo todavía no se ha podido derrotar a los golpistas.
¿Cual es la estrategia que puede llevar al movimiento a la victoria? En primer lugar el llamamiento del Frente y de los sindicatos que lo componen de manera destacada a la huelga general es totalmente correcto y necesario. Los golpistas representan los intereses de las 12 familias que controlan la economía del país (los Rosenthal, los Ferrari, los Canahuati Larach y los Facussé, los Nasser, los Lamas, los Kafie, etc). La economía del país, ya bastante golpeada por la crisis, ha sido duramente afectada por el golpe y las movilizaciones contra el mismo. En manos de los trabajadores está la capacidad de paralizar por completo la vida económica y social del país. Sin permiso de la clase trabajadora hondureña no funciona ni el transporte, ni la educación, ni la salud, ni la industria maquiladora, ni se imprimen los diarios, ni se genera electricidad, ni funcionan las telecomunicaciones. El Frente ya ha hecho un llamado a: “extender las acciones pacíficas para afectar el normal desenvolvimiento de las operaciones comerciales de empresas promotoras, financiadoras y ejecutores del golpe político- militar contra el gobierno legalmente constituido de Manuel Zelaya Rosales y contra todo el pueblo hondureño.” Es totalmente decisivo asegurar que el este llamado se concreta en una auténtica huelga general que ponga sobre la mesa la cuestión de ¿quien dirige el país?
En segundo lugar hay que mantener (dosificándola si fuera necesario) la presencia masiva de pueblo en la calle. Como parte de la estrategia de la movilización hay que discutir cómo enfrentar a la represión y a los provocadores. Correctamente, el Frente se ha basado hasta el momento en movilizaciones masivas y pacíficas. Sin embargo, enfrentados a la brutal y creciente represión por parte del régimen golpista, es necesario y urgente organizar la autodefensa de la resistencia, de sus movilizaciones, sus dirigentes y sus organizaciones. En cada sindicato y organización campesina hay que formar piquetes de autodefensa para proteger los locales y los dirigentes de las mismas. Estos piquetes tienen que estar bajo el control de las organizaciones y en ningún caso actuar por su cuenta. De igual manera, estos piquetes deben de jugar un papel clave en la marchas, vigilando e impidiendo la infiltración de provocadores y si es necesario defendiendo las marchas de los ataques de la policia y del ejército. El peligro es que sino se toman medidas de este tipo, se puede dar la tentación entre sectores de los activistas de la resistencia, frustrados e impotentes ante la arremetida de la represión, de organizar pequeños grupos armados aislados de las masas, lo cual sería totalmente contraproducente.
En tercer lugar, el Frente, muy correctamente, el 1 de agosto hizo un llamado al boicot obrero internacional contra el régimen golpista: “el Frente Nacional contra el Golpe de Estado hace un llamamiento a las organizaciones representativas de la clase obrera mundial para que organicen y ejecuten una solidaridad militante con la clase obrera y con el pueblo de Honduras, realizando acciones de boicot a todos los productos que entran y salen a puertos hondureños, a fin de asfixiar económicamente a la dictadura” (Frente Nacional contra el Golpe de Estado en Honduras). Ahora es responsabilidad de las organizaciones obreras de Centroamérica llevar ese llamado a la práctica. Los trabajadores de Guatemala, El Salvador , Costa Rica y Nicaragua tienen una responsabilidad especial en esto. Ellos tienen en sus manos la posibilidad física de bloquear el comercio internacional de Honduras. Hay que entender también que si triunfa el golpe de estado en Honduras, la oligarquía de estos países se sentirá con mucha más fuerza y confianza para intentar movimientos parecidos. La amenaza es muy real y concreta en el caso de El Salvador, dónde el FMLN llegó al poder, pero no controla el parlamento. Para las masas obreras y campesinas de estos países, la derrota de golpe en Honduras es una cuestión de vida o muerte.
También tienen una responsabilidad importante las organizaciones sindicales en los propios EEUU, dónde va a parar una parte decisiva del comercio exterior hondureño. Los trabajadores portuarios estadounidenses tienen una orgullosa tradición de solidaridad internacionalista y deberían declarar inmediatamente un boicot obrero a los productos hondureños.
En cuarto lugar, es importante comprender que el régimen golpista no va a caer a no ser que se logre quebrar el aparato represivo del estado. Hubo, sobretodo en los primeros días del golpe, numerosos ejemplos aislados de elementos de la base de la policía y del ejército que simpatizaban con el pueblo. También circularon numerosos rumores acerca de la posible rebelión de militares jóvenes. Durante las siete semanas que ha durado la resistencia, el pueblo, con un gran instinto, se ha dirigido una y otra vez a los soldados increpándoles que ellos también son del pueblo que no ataquen a su gente. Esto es correcto, pero no es suficiente. El Frente debe de organizar una campaña consciente y coordinada hacia las filas del ejército para romper su moral. Hay que publicar volantes específicamente dirigidos a los soldados. Hay que hacer contacto con ellos a través de sus familiares, vecinos y conocidos. Hay que llamar a la formación de comités de soldados (en un primer momento necesariamente clandestinos), que se coordinen con el Frente.
La combinación de una huelga general que paralice la vida económica del país, la movilización masiva de trabajadores, estudiantes y campesinos en las calles, el boicot obrero internacional y un llamamiento serio y decidido a la base del ejército, es lo único que puede garantizar una victoria contra el golpe. La resistencia no puede confiar más que en sus propias fuerzas. Es inútil hace un llamado a los EEUU a intervenir. En realidad, la presión diplomática sobre Micheletti será más fuerte cuanto más fuerte sea el movimiento de las masas, ya que lo que más temen los EEUU y los gobiernos burgueses de América Latina y de la UE es precisamente el derrocamiento del golpe mediante una insurrección revolucionaria del pueblo.
¿Qué programa?
Finalmente, el programa del que se dote la resistencia también tiene una importancia vital a la hora de aglutinar a los sectores más amplios de los trabajadores y el pueblo. El Frente ya ha dejado claro que no se trata solamente de que regrese Mel Zelaya, aunque ésta es una reivindicación democrática básica, sino que su lucha es por la convocatoria de una Asamblea Constituyente que permita cambiar de arriba abajo las estructuras políticas del país. En las condiciones de Honduras eso es totalmente correcto, junto con la reivindicación de juicio y castigo a los golpistas.
Sin embargo, una asamblea constituyente en sí misma, no soluciona los problemas de fondo que aquejan a las masas hondureñas. En Venezuela, Bolivia, Ecuador, se han convocado asambleas constituyentes y aprobado nuevas constituciones y el poder económico sigue en manos de la oligarquía, y el estado burgués sigue en pie bloqueando los avances de la revolución. Es necesario aprender las lecciones de estas experiencias. No basta con cambiar las estructuras políticas sino que los trabajadores y campesinos deben de tomar el poder, a través de comités de representantes elegidos y revocables, acabar con la farsa de la democracia burguesa y sustituirla por una democracia auténtica, la democracia obrera.
Hay que vincular las consignas democráticas más avanzadas con las consignas económicas y sociales que son las que subyacen en la lucha del pueblo hondureño: por un empleo seguro y digno, por la reforma agraria, por una atención sanitaria gratuita y para todos, para una educación de calidad para todos. Esto sólo se puede conseguir y garantizar de manera permanente mediante la expropiación de las 12 familias que controlan Honduras en colaboración y al servicio del imperialismo. El propio Mel Zelaya señaló en el acto solidario en México del 5 de agosto, cuando dijo que los pueblos de Latino América luchan “por construir un mundo mejor, libre de la explotación de unos cuantos que se aprovechan de los trabajadores.” “El pueblo hondureño y los pueblos latinoamericanos luchan por el Socialismo,” añadió.
Incluso desde un punto de vista puramente democrático, este programa es totalmente lógico. ¿Acaso no son estas doce familias las que han llevado adelante un golpe de estado anti-democrático contra la voluntad libremente expresada del pueblo? En castigo, !que se expropien sus propiedades! Hay que aprender la lección del 13 de abril en Venezuela, cuando después de la derrota del golpe contra Chávez por parte de las masas, no se tomaron medidas para castigar a los golpistas. ¿Cómo respondieron ellos a esta muestra de generosidad por parte de la revolución bolivariana? !Organizando un nuevo golpe en diciembre del mismo año y saboteando la economía hasta el día de hoy!
Es la responsabilidad de los activistas más avanzados de la resistencia y particularmente aquellos que provienen de una tradición socialista, cómo los de Unificación Democrática, así como sindicalistas de larga trayectoria, pero también jóvenes que se incorporan a la vida política, el levantar claramente la bandera de la lucha por el socialismo como única salida para el pueblo hondureño.
En las últimas siete semanas el pueblo hondureño y su clase trabajadora al frente, han escrito una página gloriosa de lucha y resistencia. El desenlace de esta lucha no está todavía decidido. La Corriente Marxista Internacional está incondicionalmente del lado de la resistencia contra y el golpe y queremos humildemente aportar nuestras opiniones al debate sobre el programa y la estrategia que hagan posible una victoria contra la oligarquía y el imperialismo.