Los Atentados de Estambul

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Los marxistas condenamos completamente este acto de terrorismo brutal y bárbaro. No se puede justificar desde ningún punto de vista político. No ayuda al pueblo de Iraq. No asesta un golpe al imperialismo mundial. No debilitará al estado turco. Todolo contrario. Es funcional al imperialismo y al estado turco, ayuda al ala más reaccionaria de la clase dominante estadounidense y británica, proporcionándoles la excusa necesaria para justificar su política agresiva.

La cara reaccionaria del terrorismo

El 20 de noviembre dos explosiones destrozaron las oficinas del banco británico HSBC y el consulado británico situados en una zona muy concurrida de Estambul. Al menos 25 personas muerieron y otras 400 resultaron heridas. Los atentados llegaban sólo unos días después de los atentados suicidas contra dos sinagogas de la misma ciudad, Neve Shalom y Beth Israel. En estos dos ataques, perpetrados durante el sabbath judío, murieron 25 personas, seis de ellas judíos, el resto turcos musulmanes que pasaban por allí y otras trescientas resultaron heridas.

Los ataques del 20 de noviembre pueden haber sido obra de ataques suicidas de Al Qaeda o de grupos turcos vinculados con esta organización terrorista. El ataque fue reivindicado por un grupo islámico local y por una ramificación egipcia de Al Qaeda. Estos actos estaban muy bien planificados, se realizaron con una eficacia despiadada y sin ningún tipo de consideración por la vida humana. La mayor parte de las víctimas eran turcos normales que simplemente pasaban por allí. Las escenas de la matanza mostraban a hombres, mujeres y niños con heridas horribles, a personas presas del pánico intentando ayudar a los sobrevivientes.

Los marxistas condenamos completamente este acto de terrorismo brutal y bárbaro. No se puede justificar desde ningún punto de vista político. No ayuda al pueblo de Iraq. No asesta un golpe al imperialismo mundial. No debilitará al estado turco. Todo lo contrario. Es funcional al imperialismo y al estado turco, ayuda al ala más reaccionaria de la clase dominante estadounidense y británica, proporcionándoles la excusa necesaria para justificar su política agresiva.

El momento de los atentados no es una casualidad. Como los objetivos eran británicos todo hace suponer que querían coincidir con la visita a Londres de George Bush. Ese mismo día 200.000 personas se manifestaron en contra de Bush por las calles de Londres, pero los terroristas consiguieron quitar esta manifestación de masas de las tapas de los medios de comunicación.

En lugar de responder a las protestas de los manifestantes, Bush y Blair, tuvieron una oportunidad maravillosa de desviar a la opinión pública de sus actividades criminales en Iraq y dedicar su intervención a la llamada “guerra contra el terrorismo”. A pesar de sus protestas públicas, estos atentados en el fondo les vinieron muy bien.

El ministro de exteriores británico, Jack Straw, declaró que estos ataques tenían “todo el sello del terrorismo internacional practicado por Al Qaeda y otras organizaciones vinculadas con ella”. Bush y Blair repitieron los viejos argumentos sobre la guerra global de la civilización y la democracia contra los asesinos del mal.

Pero los argumentos de los imperialistas destilan hipocresía. El bombardeo de personas inocentes en Estambul fue un crimen monstruoso. Pero ¿qué derecho tienen Bush y Blair de criticarlo cuando ellos son los responsables de crímenes aún más monstruosos? Ello son los que ordenaron el bombardeo de Iraq que provocó la muerte o hirió a decenas de miles de civiles. Son los que están llevando a cabo la brutal ocupación de Iraq que está provocando todos los días muerte y sufrimiento. Esto también es terrorismo, terrorismo de estado a gran escala dirigido contra todo un país.

Los atentados han demostrado la falsedad de todas las palabras de Bush y su títere británico que dicen estar ganando la batalla contra el terrorismo. El mundo ahora es un lugar más peligroso que antes del 11 de septiembre. La invasión de Iraq, lejos de ser un golpe contra el terrorismo, ha desestabilizado totalmente Oriente Medio, uno de los principales objetivos de Bin Laden. Al Qaeda, que no tenía presencia en Iraq antes de la invasión, ahora ha establecido allí una posición firme para sus operaciones. Las atrocidades de Turquía son una expresión de esto. El periódico británico Daily Mirror esta mañana llevaba en su tapa la fotografía de una de las víctimas del ataque en Estambul con el siguiente título: “¿Un mundo más seguro?”

Los marxistas lucharemos contra el imperialismo y nos oponemos a la ocupación de Iraq. Pero lucharemos con los métodos de la clase obrera: manifestaciones de masas, huelgas y boicots. Explicaremos a la clase obrera de todo el mundo que su causa —la causa del socialismo— requiere luchar contra todas las manifestaciones de injusticia y opresión, que es necesario defender los derechos de los pequeños pueblos oprimidos contra los grandes rufianes y saqueadores, en particular el imperialismo estadounidense, la fuerza más contrarrevolucionaria del planeta.

Apoyaremos cada paso que ayude a educar en este sentido a las masas. Pero nos opondremos con todas nuestras fuerzas a las acciones que reducen el nivel de comprensión de la clase trabajadora y la desvían de su rumbo. Los actos de terrorismo individual siempre maleducan a los jóvenes y trabajadores, bajan el nivel de su conciencia revolucionaria. Por esa razón los marxistas siempre rechazaron la táctica del terrorismo individual, no por razones morales, sino simplemente porque es inútil y contraproducente.

En el caso actual, la naturaleza contrarrevolucionaria del terrorismo individual queda al descubierto de una forma clara. Quienquiera que haya perpetrado estos sangrientos atentados —su identidad todavía no está clara—, cualesquiera que fueran sus motivos, ayudó a la causa de la reacción y del imperialismo, tanto en Turquía como internacionalmente.

La policía turca rápidamente identificó a los dos suicidas. Los dos hombres, Mesut Cabuk y Gorkhan Altuntas, aparentemente eran turcos de la provincia suroriental de Bingol. Supuestamente tenían vínculos con Hezbollá, una fracción turca que, como su fracción hermana libanesa, es armada y entrenada en Irán.

Lo más irónico es que este grupo fue tolerado por las autoridades durante todos los años noventa mientras sus militantes se dedicaban a asesinar a cientos de nacionalistas kurdos de izquierda. Aquí tenemos otro ejemplo de un vínculo entre el imperialismo y las organizaciones terroristas islámicas. Debemos recordar que fue la CIA la que primero armó y financió a Al Qaeda para luchar contra los rusos en Afganistán. Ella, y nadie más, es la responsable de Bin Laden y otros reaccionarios fanáticos como él.

Ahora el estado turco tiene otra excusa para seguir con su política represiva contra los kurdos. También tienen otra razón para justificar su alianza con EEUU y su pertenencia a la OTAN.

Turquía e Israel son los principales aliados de EEUU en la región. Turquía mantiene lazos militares cercanos y de inteligencia con Israel. Fue el primer estado musulmán en reconocer el estado de Israel. En 1996 los dos firmaron un acuerdo de cooperación militar que permitía a los pilotos israelíes entrenarse en Turquía. Israel es uno de los principales suministradores de hardware militar a Turquía.

Tel Aviv se preocupó con la victoria electoral de Tayyip Erdogan, porque éste solía criticar duramente a Israel. Pero ha resultado evidente que no hay necesidad para preocuparse.

Los ataques a las sinagogas ayudan al imperialismo israelí, al permitirle a Sharon presentar la oposición a la ocupación de los territorios palestinos como “antisemitismo”. Al día siguiente los ministros de exteriores de ambos países prometieron trabajar conjuntamente contra el terrorismo.

Todo esto ayuda al imperialismo en Oriente Medio. Acerca Turquía a Israel y EEUU. Ayuda a la reacción. Desacredita la lucha de liberación nacional. Socava y debilita el movimiento de masas contra la guerra en todo el mundo. La naturaleza contrarrevolucionaria del terrorismo está clara para todos los que quieran verlo.

Es necesario un frente antiimperialista y anticapitalista en todo el mundo. El imperialismo nunca va a poder ser derrotado con atentados terroristas. Sólo el movimiento de masas de la clase obrera, campesinos pobres y jóvenes puede derrocarlo y llevar a la creación de un orden mundial socialista donde todas estas monstruosidades se conviertan en un mal sueño del pasado.