El 21 de junio, Trump dio el paso trascendental de bombardear tres instalaciones nucleares en Irán con misiles Tomahawk y penetradores masivos de artillería (MOP) «rompebúnkeres». Este fue el mayor ataque de Estados Unidos contra Irán en la historia moderna.
Dos días después, tras la represalia de Irán con un ataque con misiles deliberadamente inofensivo contra la base aérea de Al Udeid en Qatar, Trump anunció repentinamente el fin de las hostilidades en la red Truth Social: «¡FELICIDADES A TODOS!» por poner fin a lo que él denominó «LA GUERRA DE LOS 12 DÍAS».
Mientras tanto, Israel llevó a cabo otro bombardeo con misiles contra Irán. La inmediata violación del frágil acuerdo provocó una airada respuesta de Trump ante las cámaras de la prensa:
Cuando digo «tenéis 12 horas», no salís en la primera hora y les lanzáis todo lo que tenéis… Básicamente, tenemos dos países que llevan tanto tiempo luchando tan duramente que no saben qué coño están haciendo.
Desde entonces, los funcionarios israelíes han dicho que «respetarán» el alto el fuego. Queda por ver cuánto durará la tregua. Lo que está claro es que la agresión imperialista de Estados Unidos e Israel no ha contribuido en nada a la paz, la prosperidad y la estabilidad de la región.
Afirmaciones vacías de «victoria»
La noche del ataque de Trump contra las instalaciones nucleares de Irán, este celebró una rueda de prensa de tres minutos en la que afirmó que el objetivo del ataque era «poner fin a la amenaza nuclear que representa el principal Estado patrocinador del terrorismo en el mundo». A continuación, afirmó que los ataques habían sido un «éxito espectacular» y que las instalaciones nucleares de Irán habían sido «completa y totalmente aniquiladas», añadiendo que «hemos avanzado mucho hacia la eliminación de esta horrible amenaza para Israel».
En ninguna de las declaraciones realizadas por funcionarios estadounidenses desde el sábado se ha aportado prueba alguna de que las instalaciones nucleares hayan sido realmente «aniquiladas». JD Vance, al ser preguntado repetidamente en la NBC sobre si los ataques habían logrado realmente su objetivo, se limitó a decir: «Hemos retrasado considerablemente el programa nuclear iraní».
Hoy, funcionarios estadounidenses han afirmado que un informe preliminar clasificado de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos indica que las bombas MOP solo derrumbaron las entradas de dos de las instalaciones, pero no lograron destruir los edificios subterráneos. El informe también afirma que las reservas de uranio enriquecido de Irán habían sido trasladadas a un lugar desconocido antes del ataque. En otras palabras, los daños fueron mínimos y la capacidad nuclear solo se ha retrasado unos meses como mucho.
Las instalaciones atacadas eran infraestructuras civiles que cumplían con los tratados internacionales de no proliferación. Pero incluso si resultaron dañadas, la guerra entre Estados Unidos e Israel no sirvió para retrasar las capacidades militares iraníes en general. A la mañana siguiente de los ataques, Irán siguió lanzando misiles sobre Israel, tal y como había hecho el día anterior.
Aunque las autoridades israelíes restringieron la actividad de los medios de comunicación para intentar censurar las imágenes de los daños causados por los misiles iraníes, es evidente que los interceptores aéreos israelíes se vieron desbordados por el bombardeo constante, lo que suscitó la preocupación de que las reservas de misiles defensivos israelíes pudieran agotarse en no mucho tiempo. El día antes de los ataques estadounidenses, NBC News informó de que las defensas aéreas israelíes estaban teniendo fallos y que la eficacia del sistema «Iron Dome» había caído del 90 % al 65 %. En otras palabras, Israel estaba siendo golpeado como nunca antes.
Lo que los imperialistas «lograron» realmente
Cuando entró en vigor el alto el fuego, las calles de Teherán se llenaron de manifestaciones masivas de celebración con pancartas desafiantes que decían: «Resistiremos hasta el final» y «Abajo Estados Unidos».
Mientras tanto, Estados Unidos e Israel también reivindicaron una «victoria histórica» con el mismo lenguaje jactancioso que han utilizado desde el inicio de su ataque no provocado contra Irán. Netanyahu afirmó que se habían logrado «todos los objetivos de la guerra».
Pero detrás de toda esta bravuconería beligerante, está claro que la «guerra de 12 días» no logró precisamente ninguno de los objetivos de los imperialistas estadounidenses e israelíes.
¿Lograron ataques de choque y sorpresa para desencadenar un levantamiento popular contra los mulás? ¿Consiguieron el cambio de régimen que deseaban en Irán? ¿Pusieron fin al programa de enriquecimiento nuclear de Irán? ¿Demostraron la invulnerabilidad de la Cúpula de Hierro? ¿Impresionaron al mundo con el poder imparable de las bombas MOP? ¿Frenaron la inflación garantizando la estabilidad de los flujos energéticos mundiales? ¿Inspiraron confianza en la fiabilidad de Estados Unidos a la hora de negociar y llegar a acuerdos? ¿Obligaron a los iraníes a suplicar un alto el fuego? ¿Demostraron que el imperialismo israelí es el amo de la región? No lograron nada de eso.
Entonces, ¿qué logró la guerra de Trump y Netanyahu?
Dividió a la base del MAGA [el movimiento de Trump] al traicionar la promesa de «no más guerras eternas». Puso al descubierto el acelerado declive del imperialismo estadounidense a través de su inconsistencia, irracionalidad y disminución de su poder de intimidación. Reveló el hecho de que Trump ha sido un «neoconservador» encubierto todo este tiempo, o que es un débil incapaz de plantar cara al «Estado profundo» sionista. Agotó aún más las ya escasas reservas de sistemas de armamento caros y obsoletos. Destrozó la credibilidad de aún más instituciones que defienden el orden mundial liberal, como la OIEA. Reveló aún más la naturaleza criminal y, al mismo tiempo, la extrema vulnerabilidad del régimen sionista en Israel. Ayudó a sanar la brecha entre chiítas y suníes, que fue conscientemente fomentada por el imperialismo para dividir y conquistar a los pueblos de la región. Y empujó a Irán, China y Rusia a tener relaciones todavía más estrechas.
Seamos claros: el ataque estadounidense-israelí fue un intento descarado de cambio de régimen, destinado a cortar los crecientes lazos económicos y militares entre China, Rusia, Irán y el resto de los países BRICS. Las placas tectónicas del poder imperialista mundial se han desplazado drásticamente en los últimos años, y este fue un esfuerzo desesperado por frenar la inevitable caída del imperialismo estadounidense de la posición dominante que ha ocupado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero ha fracasado en todos los aspectos.
Falsos pretextos y propaganda de guerra
En las últimas semanas, la administración Trump ha recurrido al mismo doble lenguaje repugnante que todas las administraciones anteriores, calificando a Irán de «el matón de Oriente Medio» y pidiendo a los iraníes que hagan las paces, incluso mientras Israel seguía lanzando misiles fabricados en Estados Unidos contra el país. Se trata de una hipocresía repugnante por parte del matón más despiadado de la historia. El imperialismo estadounidense es responsable de más muerte y destrucción de la que cualquier clase dominante anterior hubiera podido soñar infligir a la humanidad.
El manual que Trump comparte ahora con los demócratas no se limita a imitar el lenguaje de propaganda bélica utilizado por Joe «el genocida» durante los últimos cuatro años. El paquete de ataques con bombarderos B-2 que llevó a cabo la «Operación Martillo de Medianoche» fue planeado, coordinado y ensayado al menos hace un año en un ejercicio conjunto entre los ejércitos estadounidense e israelí, según ABC News. A pesar de todos los aspavientos de Trump por presentarse como opositor a los halcones de la guerra «neoconservadores», ha demostrado en la práctica lo poco que difieren las políticas imperialistas de ambos partidos.
Las declaraciones autocomplacientes de «victoria» de Trump recuerdan al famoso discurso de «misión cumplida» de George W. Bush, pronunciado desde un portaaviones en 2003, poco después de la invasión estadounidense de Irak. A día de hoy, unos 2.500 soldados estadounidenses siguen en el país devastado por la guerra. Ese discurso se convertiría en un amargo símbolo de las mentiras y el engaño oficiales utilizados por el gobierno estadounidense para justificar sus crímenes.
Del mismo modo, el pretexto de Trump para los ataques fue una mentira descarada al mismo nivel que la amenaza de las supuestas «armas de destrucción masiva» que Bush utilizó para justificar la invasión de Irak. La afirmación de que Irán estaba a punto de fabricar un arma nuclear —algo que Netanyahu y los imperialistas occidentales llevan décadas alegando— contradice totalmente las conclusiones de los propios funcionarios de Trump.
Hace solo tres meses, su directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, testificó ante el Congreso que los funcionarios de inteligencia estadounidenses coincidían en que no había indicios de tal amenaza: «Irán no está construyendo un arma nuclear y Jamenei no ha autorizado los programas nucleares que suspendió en 2003».
Cuando Trump se enfrentó a esta conclusión el viernes 20 de junio, se limitó a afirmar: «Está equivocada». El día antes del ataque, Gabbard se retractó vergonzosamente de sus comentarios bajo la presión de Trump, publicando en X: «Estados Unidos tiene información de que Irán está en condiciones de fabricar un arma nuclear en cuestión de semanas o meses, si decide finalizar el montaje. El presidente Trump ha dejado claro que eso no puede suceder, y yo estoy de acuerdo».
Si hubiera salido a la luz alguna información realmente nueva, la Administración la habría utilizado para justificar su ataque. En cambio, todos los funcionarios se limitaron a hacer vagas referencias al «juicio del presidente» sobre la amenaza inminente que representa Irán.
«Aniquilando» las ilusiones de la base de MAGA
Los mensajes caóticos y contradictorios de la Administración a lo largo de esta guerra son indicativos de una disfunción y una toma de decisiones empírica y miope en cada momento.
En la avalancha de ruedas de prensa y entrevistas que siguieron a los ataques estadounidenses, los funcionarios del gabinete de Trump se esforzaron por destacar el carácter limitado del ataque, asegurando al público que el objetivo se había cumplido, que no era el comienzo de una larga guerra, y llamando a los iraníes a negociar pacíficamente. Puede que Trump deseara una operación agresiva de «un solo golpe y listo», pero con sus provocaciones beligerantes sobre el cambio de régimen, estaba arriesgándose a una guerra más amplia que podría haber involucrado por completo a Estados Unidos, algo que todavía no está descartado.
Cuando Israel lanzó su primer ataque contra Irán, la administración Trump se distanció, y el secretario de Estado Marco Rubio afirmó que Estados Unidos no tenía nada que ver con ello, al tiempo que pedía a los iraníes que no atacaran ninguna base o personal estadounidense en la región. Poco después, Trump recurrió a Truth Social para elogiar el ataque como «excelente» y emitir una serie de declaraciones beligerantes en las que amenazaba con matar al líder supremo del país, el ayatolá Jamenei.
Al día siguiente del ataque, Trump continuó con sus declaraciones provocadoras en las redes sociales, haciendo referencia abierta al cambio de régimen, a pesar de las garantías de funcionarios como Vance y Hegseth de que Estados Unidos no tiene tales objetivos. Como escribió en Truth Social: «No es políticamente correcto utilizar el término «cambio de régimen», pero si el actual régimen iraní es incapaz de HACER QUE IRÁN VUELVA A SER GRANDE, ¿por qué no habría un cambio de régimen?».
Al unirse directamente a la guerra no provocada contra Irán, el presidente que hizo campaña contra las «guerras eternas» acaba de demostrar al mundo que es tan belicista y está tan controlado por el «Estado profundo» como lo era Biden. Esto ha sacudido a su coalición MAGA, empezando por todos aquellos que pensaban que estaban votando por una alternativa combativa al establishment neoconservador.
JD Vance, que también se ha presentado durante años como opositor a la participación de Estados Unidos en conflictos lejanos, también ha estado apareciendo en los medios de comunicación en un intento de controlar los daños. «No estamos en guerra con Irán… estamos en guerra con el programa nuclear de Irán», afirmó absurdamente en Meet the Press [Encuentro con la prensa]:
Sin duda, empatizo con los estadounidenses que están agotados tras 25 años de enredos extranjeros en Oriente Medio. Entiendo la preocupación, pero la diferencia es que entonces teníamos presidentes estúpidos y ahora tenemos un presidente que realmente sabe cómo lograr los objetivos de seguridad nacional de Estados Unidos.
Es poco probable que este burdo argumento convenza a los millones de trabajadores cansados de la guerra que han soportado décadas de mentiras de un belicista tras otro en Washington, que enviaron a soldados estadounidenses a matar y morir con falsos pretextos en beneficio de los banqueros, las petroleras y los contratistas de defensa estadounidenses. El sentimiento antibélico que existe hoy en Estados Unidos está muy extendido y profundamente arraigado, y fue uno de los factores que Trump supo aprovechar con éxito durante la última década.
Millones de sus seguidores provienen de familias de veteranos, personas que se sienten personalmente utilizadas y traicionadas por ambos partidos gobernantes, desde el Partido Republicano de la era de George W. Bush hasta los belicistas demócratas Clinton, Obama y Biden. Una parte significativa de los votantes de clase trabajadora que apoyaron a Trump el año pasado están experimentando una profunda sensación de traición, incluso antes de que las repercusiones económicas del conflicto empiecen a hacerse sentir realmente.
Los precios del petróleo han fluctuado enormemente desde que Israel inició su ataque el 13 de junio. Si Irán da el paso de bloquear parcial o totalmente el estrecho de Ormuz, por donde pasa una quinta parte del petróleo mundial, los precios de la gasolina podrían dispararse hasta 4,50 dólares el galón o más. Esta es una de las razones por las que Trump ordenó una parada repentina. Como publicó en las redes sociales:
TODOS, MANTENGAN BAJOS LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO. ¡ESTOY ATENTO! ESTÁN HACIENDO EL JUEGO AL ENEMIGO. ¡NO LO HAGAN!
Los círculos MAGA ya han debatido abiertamente la crisis a la que se enfrenta su coalición interclasista. En los días previos al ataque estadounidense, el director de Big Data Poll, un medio conservador que ha dado sistemáticamente a Trump las valoraciones más favorables de todas las principales empresas de sondeos, advirtió de que una guerra con Irán supondría una catástrofe para el trumpismo: «Despídete de la mayoría republicana… durante la próxima década», escribió Rich Baris, director de la empresa de sondeos, en X. «Si aprieta el gatillo, se acabó MAGA».
A pesar de su alcance limitado, el coste inmediato de la «Operación Martillo de Medianoche» fue asombroso. Las 14 bombas GBU-57 MOP fueron desarrolladas por el Ejército de Estados Unidos con un coste de más de 500 millones de dólares. Por su parte, cada uno de los más de dos docenas de misiles de crucero Tomahawk Land Attack Cruise Missile (TLAM) utilizados en el ataque tiene un precio de 2.400.000 dólares, lo que supone un total de más de 57,6 millones de dólares. Los siete bombarderos B-2, cuyo coste de fabricación asciende a 2.000 millones de dólares cada uno, tienen un coste operativo de 135.000 dólares por hora, lo que supone un total de unos 34 millones de dólares solo por el tiempo que pasaron en el aire. Estas partidas apenas rozan la superficie de los costes que supuso la preparación y ejecución de toda la operación.
Mientras Trump gasta miles de millones en atacar a un país que no supone ninguna amenaza militar para Estados Unidos, los trabajadores estadounidenses se preparan para un paquete de recortes de austeridad en forma de la «Big Beautiful Bill» (la gran y hermosa ley fiscal). Los recortes previstos en Medicare podrían hacer que el 10 % más pobre de la población estadounidense perdiera una media de 1.600 dólares cada uno. Esto sin tener en cuenta todo el caos económico que se avecina en materia de deuda, inflación y otros aspectos.
Como venimos señalando desde hace tiempo, las fisuras en el movimiento trumpista se han intensificado, principalmente en torno a cuestiones de clase. Las consecuencias sociales y económicas de la guerra de Trump podrían ser el catalizador para el colapso total de las ilusiones en Trump. En resumen, estamos asistiendo al comienzo del fin del trumpismo como fenómeno político.
Sin embargo, sin una alternativa política concreta que pueda unir a la mayoría de la clase trabajadora en torno a cuestiones de clase, millones de personas se verán obligadas a aferrarse a Trump como una alternativa «menos mala» a los liberales, aún más despreciados. Pero una vez que la ira reprimida encuentre otra vía de escape, las fuerzas crecientes del comunismo trabajarán sistemáticamente para conectar con ella sobre una base de clase.
Israel promete continuar su matanza
En respuesta al anuncio de un alto el fuego con Irán, el jefe del Estado Mayor de las FDI advirtió que «hemos concluido un capítulo importante, pero la campaña contra Irán no ha terminado», y añadió que Israel ha «retrasado años el proyecto nuclear de Irán, y lo mismo ocurre con su programa de misiles… Ahora la atención vuelve a Gaza».
Dejando de lado las mentiras y las bravuconadas —Irán está en una posición mucho mejor para modernizarse y rearmarse con el apoyo de Rusia y China que Israel con el apoyo de los arsenales occidentales, agotados tras la guerra de Ucrania—, la depravación de los carniceros sionistas es espantosa.
De hecho, la carnicería genocida de Israel en Gaza se ha intensificado silenciosamente mientras la atención del mundo se centraba en su agresión contra Irán. Las autoridades sanitarias han informado de que al menos 870 palestinos han sido asesinados por las FDI durante los últimos 13 días, lo que eleva el número oficial de muertos a más de 56.000, sin contar los miles y miles enterrados bajo los escombros. ¡Y pensar que los israelíes y sus partidarios estadounidenses tienen el descaro de referirse a Irán como «el régimen más peligroso del mundo»!
Los comunistas reconocemos que los regímenes más peligrosos del mundo, empezando por el imperialismo estadounidense, están ya armados con las armas más peligrosas del mundo. Para mantener su control del poder, Netanyahu está tratando enérgicamente de involucrar a Estados Unidos en una nueva fase de la «guerra eterna» que dura ya décadas en Oriente Medio. Trump, por su parte, está tratando de gestionar el inexorable declive del imperialismo estadounidense, arremetiendo de forma errática y violenta como un animal herido. El cambio de régimen y la desestabilización —o incluso la desintegración— de Irán fue la principal motivación del ataque, por lo que no debería sorprendernos que el alto el fuego se rompa en cualquier momento.
Es tarea de la clase obrera internacional desarmar a estos imperialistas, mediante una revolución socialista mundial, antes de que sumerjan todos los rincones del planeta en el tipo de barbarie que siguen desatando en Oriente Medio.