La profundización de la degeneración en líneas pro burguesas del gobierno y su política económica es un fenómeno cada vez más evidente, y así lo constatan los últimos acontecimientos. En diversos artículos de la CMI Venezuela – Lucha de Clases, escritos en los últimos años, hemos analizado este proceso en detalle.
La dirección bolivariana: de reformista a anti-obrera
En sus orígenes, la dirección del chavismo estaba compuesta por diversas capas de la clase trabajadora, el campesinado y sectores revolucionarios de la pequeña burguesía.
Estos sectores, una vez que asumieron cargos de dirección en el Estado burgués, comenzaron a verse presionados en líneas de clase. De un día para otro, viejos dirigentes campesinos, estudiantiles, obreros, y militares de rango medio, entre otros, comenzaron a gozar de todos los privilegios económicos que otorga el Estado capitalista a sus dirigentes, para poderlos amaestrar en función de los intereses de la clase dominante.
La gran mayoría de los cuadros dirigentes del chavismo se adaptaron rápidamente a las nuevas condiciones de vida pequeño burguesas –e incluso burguesas-, lo que aceleró su proceso de degeneración en líneas burocráticas y pro capitalistas.
Hoy por hoy, a dos décadas de iniciada la Revolución bolivariana, puede decirse sin mayor riesgo de error, que la alta dirigencia del chavismo ha devenido en una nueva capa burguesa dentro de la sociedad venezolana –aunque la burguesía industrial y financiera tradicional sigue teniendo un peso fundamental en la economía nacional-.
Este proceso de degeneración se evidencia de forma concreta en las políticas económicas actuales del gobierno, ya que se está haciendo pagar a los trabajadores y trabajadoras por el precio de la brutal crisis económica que vive el país. Desalojos de tierras ocupadas por el movimiento campesino, privatizaciones de empresas estatizadas durante el período Chávez, destrucción del poder adquisitivo de los salarios, violación flagrante a las contrataciones colectivas, son algunas de estas medidas que buscan resolver la actual crisis de hiperinflación y recesión económica, descargando el peso de la misma sobre la única clase realmente productora de riqueza en el país.
Particularmente, la puesta en marcha del plan de reconversión monetaria en agosto de 2018 ha significado un punto de inflexión en dicho proceso. A partir de allí, el gobierno ha venido aplicando medidas monetaristas tradicionales, comúnmente llamadas “neoliberales”, como las señaladas en el párrafo anterior.
Tales medidas, lógicamente, van a profundizarse en las próximas semanas y meses, en tanto la victoria aplastante del PSUV en las elecciones parlamentarias ha generado condiciones políticas favorables para llevar a cabo su programa de “restauración capitalista” –término que por cierto da una idea clara del proceso actual, si bien no es del todo exacto-.
Por un lado, la vasta mayoría de diputados en la AN le permite al gobierno efectuar discusiones y aprobar leyes como si tratase de simples trámites, por el otro, luego de las elecciones parlamentarias se ha profundizado el reflujo entre las masas trabajadoras y su vanguardia, como consecuencia de la situación económica cada vez más precaria para los trabajadores. Ambos factores, dan un margen de maniobra importante para la profundización de la política antiobrera del gobierno.
Las declaraciones de Vielma Mora y la cuestión de las expropiaciones
Es en tal contexto, que debemos analizar las recientes declaraciones del diputado Vielma Mora, ya que el pasado jueves 15 de abril el diputado del PSUV por el estado Carabobo, anunció, durante una entrevista en el programa Primera página, los lineamientos generales que contemplaría la Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales. Sus declaraciones, evidencian la profundización del viraje derechista del gobierno.
Las palabras del diputado muestran la intencionalidad de la bancada parlamentaria del PSUV de reprivatizar las viejas empresas nacionalizadas bajo Chávez. Muchas de estas empresas, en un primer momento, fueron ejemplos heroicos de ocupaciones obreras y experiencias muy valiosas de control obrero.
El objetivo, dicho por el propio diputado, es atraer a la inversión privada, nacional e imperialista: “el sector privado es primordial en el fortalecimiento de la economía venezolana. Evaluamos eliminar las expropiaciones al que invierta en Venezuela y revertir aquellas expropiaciones cuando el sector privado así lo requiera”.
Sobre esa idea podemos hacer algunos comentarios. Es cierto que las expropiaciones alejan a la burguesía y a sus inversiones, esto, de hecho, es una verdad básica de la lucha de clases en el terreno económico, a lo largo del último siglo. Ahora bien, el problema radica en qué posición deben tener el movimiento obrero y la izquierda revolucionaria ante tal realidad de la lucha de clases.
Una vez que la izquierda en el gobierno ha comenzado a tocar los intereses de la burguesía, expropiándoles propiedades o capitales, más le vale terminar la tarea, y llevar las expropiaciones hasta el final, para así, junto con la clase trabajadora, construir un plan democrático de la producción, bajo control obrero.
Lo contrario, que significa expropiar sólo un sector de la economía, dejando el resto de la producción en manos de la burguesía, provocará una respuesta de dicho sector capitalista, que históricamente ha consistido en sabotajes a la producción, contrabando, fuga de capital, huelga de inversiones y de producción, entre otras medidas de guerra económica. Dichas medidas al final se traducirán en escasez crónica de bienes de primera necesidad, inflación acelerada y muy posiblemente recesión económica.
Este fenómeno no es nuevo, fue una situación que ocurrió en la Nicaragua sandinista, en la Revolución chilena del 70 bajo el gobierno Allende, en la Revolución de los claveles en Portugal también en los 70, entre muchos otros casos. En cada una de esas experiencias, la burguesía utilizó las palancas económicas que quedaron en su poder para sabotear a la revolución hasta derrotarla. A tal respecto, vale la pena recordar aquella frase del revolucionario francés Saint Just: “hacer una revolución a medias es cavar su propia tumba”, por cierto, citada en ocasiones por el camarada Chávez.
En Venezuela, el no haber expropiado al conjunto de la burguesía bajo control obrero, sino sólo una parte de esta, fue también una de las razones centrales para el gran caos económico que hemos vivido en la última década, y que se ha manifestado con particular crudeza en el último lustro. Adicionalmente, debe señalarse que dicho caos se agravó de manera importante con la caída de los ingresos petroleros, y más aún con el posterior bloqueo económico por parte del imperialismo norteamericano.
La crisis venezolana -que de hecho es una de las peores en toda la historia del capitalismo-, sólo puede resolverse de dos maneras. O se continúan profundizando las medidas de “restauración capitalista”, con el fin de generar confianza entre los sectores tradicionales de la burguesía, agrupados en Fedecámaras, Consecomercio y Fedenaga, entre otros sindicatos industriales y comerciales, lo que significa, seguir aplicando medidas antiobreras, o, se lleva a cabo una revolución proletaria completa, expropiando las palancas económicas, desarrollando el control obrero de la producción, desmantelando el Estado burgués y construyendo un plan democrático de la producción para satisfacer las necesidades del pueblo y desarrollar las fuerzas productivas del país.
El Psuv y su gobierno ya han escogido una de estas dos salidas, en tanto en la actualidad sus condiciones materiales son claramente burguesas, y por lo tanto no pueden representar los intereses de las masas trabajadoras, sino los de la burguesía.
De las declaraciones de Vielma Mora, así como todo de todo el coqueteo con la burguesía que hemos visto en los últimos cinco años, y especialmente las privatizaciones más recientes, entre ellas la de Abastos Bicentenarios, estaciones de distribución de combustible, hoteles de la cadena Venetur y Agropatria, puede deducirse que la tendencia del gobierno es a buscar una alianza sólida con la burguesía tradicional, o al menos, lograr ganar su confianza en primer lugar, una alianza, por cierto, a costa de los derechos y las condiciones materiales de los trabajadores.
“Colocarle la alfombra roja”
Como previendo las críticas y el malestar que sus declaraciones provocarían entre organizaciones de izquierda y sectores de la base del chavismo, Vielma Mora agregó: “aunque la gente lo pueda interpretar mal de alguna manera, tenemos que colocarle una alfombra roja, una alfombra de atenciones al sector privado, hay que darle la mano, atenderlo, comprenderlo, para poder entre todos sumar una gran voluntad. Y por eso tenemos que aprovechar las experiencias que tienen ellos, la doctrina, toda la parte de desarrollo de operaciones para poder hacerlo”.
Habría que preguntarse, con toda seriedad, de todo lo dicho por Vielma, ¿qué fue lo más infame? Al principio el diputado evidenció claramente la intención del gobierno de congraciarse con la burguesía, pero además, aquí muestra el carácter abiertamente regresivo y pro burgués de la política actual del gobierno.
Sin embargo, la cosa no concluye allí. Vielma Mora dejó muy claro que la intención de la bancada parlamentaria del PSUV es legislar sobre la base de las demandas y exigencias de la burguesía, y sin guardar mucho la forma del mensaje: “Le estamos pidiendo al sector privado, a las cámaras industriales, a las cámaras de comercio, Consecomercio, Conindustrias, Fedeagro, Fedecámaras, que, si tienen alguna propuesta de modificación de alguna ley, que nos los hagan saber, para nosotros no aprobar un proyecto y que después algún artículo entorpezca la operación”. Es decir, en este nuevo período de la AN el PSUV legislará abiertamente en función de los intereses de clase dominante. Les otorgarán a los capitalistas las concesiones que sean necesarias, a fin de que “reactiven” el aparato productivo nacional.
Pero, ¿no ha sido la burguesía, acaso, la clase enemiga por excelencia de la Revolución bolivariana? ¿No han sido los empresarios, nacionales y extranjeros, los que han llevado a cabo una guerra económica implacable contra el pueblo trabajador en la última década? ¿No ha sido esta misma clase la que ha financiado y organizado golpes de Estado, guarimbas, campañas mediáticas, difamaciones y demás ataques contra la revolución a lo largo de estas dos décadas? ¿Y se les tenderá una alfombra roja a los enemigos históricos de la revolución?
Pareciera que estos señores siguen teniendo memoria corta. No es la primera vez que tienden puentes a la burguesía en desmedro de los intereses de los trabajadores. Pero, en realidad, esto es una muestra más de la degeneración en líneas burguesas de la dirección del movimiento bolivariano. Nos toca a nosotros, los trabajadores organizar nuestras propias fuerzas para luchar por nuestros intereses de clase y confiar más que en nuestras propias fuerzas.
La comisión parlamentaria que presentará ante la plenaria de la AN dicho proyecto de ley es la comisión permanente de finanzas y desarrollo económico, conformada también por los diputados Ramón Lobo y Durga Ochoa, además de Vielma Mora. El anteproyecto de ley fue originalmente elaborado por el Viceministerio para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales, a cargo Juan Arias. Esta ley, forma parte además del conjunto de 24 leyes presentadas ante la llamada Comisión para el diálogo, la paz y la reconciliación, creada intencionalmente como medio de diálogo entre el gobierno y la derecha representante de la burguesía tradicional en el parlamento.
A manera de comentario, debemos decir que es muy triste el papel que está jugando el compañero Arias, ya que durante el primer gobierno Maduro dio una batalla importante –aunque desde el ámbito gubernamental-, por la defensa de las empresas bajo control obrero, ocupadas y nacionalizadas, apoyando a sus trabajadores a impulsar la producción en las mismas. Como reformista clásico ha devenido en su contrario, y ahora está jugando en el bando de los verdugos del control obrero y de la Revolución bolivariana misma.
El congreso de la APR y el movimiento obrero
La clase trabajadora, a pesar de los terribles embates que ha sufrido en el último lustro, debe seguir organizándose para darle batalla a la burguesía tradicional, y las políticas de ajuste capitalista que el gobierno Maduro está llevando adelante. Hoy, más que nunca, el programa socialista sigue teniendo vigencia en Venezuela. No hay otra salida a la crisis que sea realmente favorable a los trabajadores.
Ciertamente, en el marco del profundo reflejo por el que atraviesan las masas trabajadoras, como consecuencia del brutal deterioro de sus condiciones materiales de existencia, la reorganización de la clase obrera venezolana será un proceso que demandará tiempo, así como un gran esfuerzo militante, no obstante, debe llevarse a cabo. La celebración del congreso nacional de la APR, como agrupación política de los diversos sectores y partidos de la izquierda venezolana, es un paso adelante en ese sentido. Desde Lucha de Clases apostamos a llevar adelante este proceso, dotando a la APR de un programa genuinamente socialista y de una orgánica real, que permita convertirla en una referencia de lucha para las masas trabajadoras venezolanas. Para esto último, es necesario también que la APR se ponga al frente de las principales luchas de la clase trabajadora hoy.