Tras llevar una vida austera plagada de penurias, se convirtió en activista sindical en el Oeste, hacia 1910, y llegó a ser una figura mesiánica que aspiraba a abolir el sistema salarial del capitalismo. Mecánico, músico y poeta, lo llamaban el Robert Burns proletario. Joe escribió la canción Pie in the Sky y se lo considera precursor de Woody Guthrie
Fragmento tomado de: Bob Dylan. CRÓNICAS Vol.1. Barcelona, Global Rhythm, 2005.
No estoy muy seguro de cuándo se me ocurrió empezar a componer mis propias canciones. Jamás se me habría ocurrido algo comparable a las letras folk que ya cantaba para expresar mis impresiones sobre el mundo. Supongo que vas entrando poco a poco. No te levantas un buen día y decides que necesitas escribir canciones, sobre todo si ya eres un cantante con un repertorio considerable y cada día aprendes otras nuevas. Siempre se puede presentar una oportunidad de convertir algo que ya existe en algo que aún no había cobrado forma. Eso es quizá el principio. A veces, sólo quieres hacer las cosas a tu manera, averiguar por ti mismo qué hay tras el telón oscuro. No es como si vieras venir las canciones y las invitaras a pasar. No resulta tan fácil.
Quieres componer canciones colosales. Quieres hablar sobre las cosas extrañas que te han pasado, que has visto. Tienes que conocer bien algo, comprenderlo, y trascender entonces el lugar común. La precisión escalofriante con que los compositores de antes trataban los temas de sus letras no era una menudencia. A veces, al escuchar una canción, tu mente pegaba un brinco. Percibías cierta analogía con tu manera de ver las cosas. Yo nunca juzgaba una canción como buena o como mala, para mí sólo había distintas clases de canciones buenas.
Algunas de ellas son reales como la vida misma. Había estado escuchando una canción llamada I Dreamed I Saw Joe Hill. Tenía la idea de que Joe Hill había sido una persona importante, pero no sabía quién era exactamente, de modo que se lo pregunté a Izzy, del Folklore Center. Izzy sacó del cuarto trasero unos panfletos sobre él y me los dio para que los leyera. Todo aquello podría haber salido de una novela de misterio. Joe Hill fue un inmigrante sueco que luchó en la guerra mexicano-estadounidense. Tras llevar una vida austera plagada de penurias, se convirtió en activista sindical en el Oeste, hacia 1910, y llegó a ser una figura mesiánica que aspiraba a abolir el sistema salarial del capitalismo. Mecánico, músico y poeta, lo llamaban el Robert Burns proletario. Joe escribió la canción Pie in the Sky y se lo considera precursor de Woody Guthrie. Eso era todo lo que yo necesitaba saber. Las autoridades lo condenaron por un asesinato basándose en pruebas circunstanciales y lo fusilaron en Utah. La historia de su vida es densa y profunda. Fue uno de los líderes de los Wobblies, la organización más combativa de la clase trabajadora norteamericana.
Lo procesaron por matar a un verdulero y a su hijo en un atraco torpe, y lo único que dijo en su defensa fue: «¡Probadlo!». Pasó que el hijo del verdulero, antes de morir, disparó un arma, pero no hubo pruebas de que el tiro alcanzara a nadie. Sin embargo, Joe presentaba una herida de bala, lo que parecía un indicio de su culpabilidad. Aquella misma noche, cinco heridos de bala fueron atendidos en el mismo hospital, les concedieron el alta y nadie volvió a saber de ellos. Joe aseguró que estaba en otro sitio a la hora del crimen, pero no especificó dónde ni con quién. No nombró a nadie, ni siquiera para salvar su pellejo. Se piensa que hubo una mujer implicada a la que Joe no quiso avergonzar. La cosa se puso fea. Otro tipo, buen amigo de Joe, desapareció el día después.
Todo estuvo envuelto en un velo de confusión. Joe, muy popular entre todos los trabajadores del país -mineros y matarifes, rotulistas y herreros, yeseros, montadores de calderas, fundidores-, los unió y luchó por los derechos de todos, arriesgó su vida para mejorar las condiciones de las clases bajas, los desheredados, los trabajadores peor pagados y tratados del país. Basta con leer su historia para formarse una idea del personaje y llegar a la conclusión de que no era el tipo de persona que roba y asesina sin más a un tendero. Eso no concuerda con su manera de ser. Cuesta creer que lo hiciera por cuatro monedas. Su vida es un ejemplo de honor y justicia. Era un hombre sin rumbo, un espíritu protector, un soldado de a pie. Sin embargo, los políticos e industriales que lo odiaban lo consideraban un criminal curtido, enemigo de la sociedad, y esperaron durante años la ocasión de deshacerse de él. Lo declararon culpable incluso antes del proceso.
Toda la historia resulta asombrosa. En 1915 se organizaron marchas y concentraciones en su favor que congestionaron las calles de todas las grandes ciudades estadounidenses -Cleveland, Indianápolis, San Luis, Brooklyn, Detroit y muchas otras-, allí donde hubiera trabajadores y sindicatos. Incluso el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, trató de persuadir a las autoridades de Utah para que revisaran el caso, pero el gobernador se hizo el sordo. Poco antes de morir, Joe dijo: «Esparcid mis cenizas por donde sea, menos en Utah.»
No mucho tiempo después, se compuso Joe Hill. Yo ya había escuchado algunas canciones protesta: Bourgeois Blues, de Leadbelly, Jesus Christ y Ludlow Massacre, de Woody, Strange Fruit, de Billie Holiday, y algunas otras; todas mejores que ésta. Es difícil escribir una canción protesta sin caer en el maniqueísmo ni en lo panfletario. Una buena composición muestra a las personas una faceta de sí mismas que desconocen. La canción Joe Hill no se acerca a ese ideal, pero si alguien ha merecido jamás que se le dedicara una canción, ese fue él.
Joe tenía luz en sus ojos. Llegué a fantasear con que si yo la hubiera compuesto, lo habría inmortalizado de otro modo, más como a Casey Jones o a Jesse James; era de justicia. Había pensado en dos posibilidades. Una consistía en titular la canción «Esparcid mis cenizas por donde sea, menos en Utah» y emplear esta frase como estribillo. La otra era poner las palabras en boca de un muerto que habla desde el más allá, como en Long Black Veil. Se trata de una balada en la que un hombre, para salvar la honra de una mujer, se ve obligado a pagar con la vida por un crimen cometido por otro al que protege con su silencio. Cuantas más vueltas le daba en mi cabeza, más se me antojaba que Long Black Veil era una canción escrita por el propio Joe Hill: la última.
Nunca compuse una canción en su honor. Pensé en cómo componerla, pero no lo hice.
Bob Dylan
También podés leer una biografía de Joe Hill en El Marxismo y los EEUU de Alan Woods