Un aporte al debate
En el Congreso de la CTA, celebrado en diciembre del pasado año, se produjo un intenso debate en torno a una resolución, finalmente aprobada, según la cual la CTA asumía la creación de un movimiento político-social que recogiera las aspiraciones de los trabajadores argentinos. A pesar de la calculada ambigüedad de esta declaración, no deja de tener enorme importancia. De hecho, cada vez sectores más amplios del sindicato, y muy particularmente, la CTA de Capital, están demandando insistentemente la necesidad de que la CTA tome la iniciativa de formar un partido de los trabajadores.
Es un hecho que, tras más de 100 años de movimiento obrero organizado en la Argentina, la clase obrera no pudo crear un partido propio de masas. Ni el viejo Partido Socialista de Justo y Palacios ni, posteriormente, el Partido Comunista, pudieron desarrollarse como tales.
Por razones históricas que tampoco podemos tratar aquí por falta de espacio, el peronismo, un movimiento interclasista burgués, ocupó durante décadas dentro del movimiento obrero argentino el espacio político que hubiera debido corresponder a un partido genuinamente obrero, de clase. No obstante, en los últimos 20 años, el peronismo ha terminado por revelar ante amplias masas de la clase obrera toda su putrefacción, corrupción y descomposición. Las condiciones objetivas y subjetivas para el surgimiento de un genuino partido obrero de masas están, por lo tanto, dadas en nuestro país.
Las razones de la CTA
¿Qué es lo que está empujando a la conducción de la CTA a esta dirección? ¿Qué significación y consecuencias pueden tener la formación de un partido obrero a cargo de un sindicato de masas como es la CTA?
No cabe ninguna duda que la influencia de grandes acontecimientos internacionales también influyen en la lucha de clases en Argentina. La victoria del Partido de los Trabajadores en las elecciones de Brasil ha tenido el efecto de un terremoto político en América Latina y en Argentina en particular. Y lo que es más significativo, es un partido obrero y de masas creado por los sindicatos de trabajadores hace poco más de 20 años. Esta es una de las razones que empujan crecientemente a un sector de la dirección de la CTA a intentar repetir esta experiencia en Argentina.
Por otro lado, es verdad que una parte de la dirigencia de la CTA estuvo también vinculada al ARI de Elisa Carrió, hasta el punto que algunos diputados del ARI son dirigentes de la CTA. Originalmente, los dirigentes de la CTA pensaban que podían utilizar al ARI como su herramienta política en el parlamento. Sin embargo, progresivamente el ARI ha ido cada vez más dejando en claro su carácter burgués, girando a la derecha en todos sus planteamientos programáticos y políticos. Sectores crecientes de la base del sindicato han criticado, correctamente, los lazos que unen a dirigentes de la CTA con el ARI de Carrió exigiendo una ruptura definitiva con este partido. Este es otro factor que puede empujar a la CTA a dotarse de su propia herramienta política.
Finalmente, la espantosa crisis social que afecta a los trabajadores y los sectores más pobres de la población está siendo utilizada por los capitalistas y el Estado como un ariete contra los derechos históricamente conquistados. La clase obrera sin organización es sólo carne de explotación. En una época de profunda crisis económica, desocupación, etc, la lucha sindical tiene sus límites, más aún si las conducciones sindicales, también dentro de la CTA, se niegan a luchar de una manera decidida o confían todo al pacto y el consenso con la patronal y el gobierno. Una parte significativa de la dirección de la CTA debe ser conciente de ello, sintiendo las presiones desde abajo: en las empresas, talleres, oficinas y escuelas.
En definitiva, es la propia situación objetiva la que podría llevar a los dirigentes de la CTA a dar el paso de formar un partido obrero a partir de la central sindical, como ocurrió en otros momentos históricos en Brasil, Gran Bretaña y otras partes.
El Partido de los Trabajadores de DElía
En este sentido, la formación hace unos meses del denominado Partido de los Trabajadores por DElía (dirigente piquetero del FTV-CTA), con el que se postula como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, ha creado cierta confusión en la base de la CTA y de los activistas sindicales en general, acerca de si esta nueva organización representa el verdadero partido de los trabajadores que sectores de la militancia sindical vienen reclamando. Desde nuestro punto de vista afirmar esto sería muy prematuro, por decir poco.
Cuando de lo que se trata es de formar un verdadero partido obrero por parte del sindicato, debería hacerse como una decisión orgánica de la CTA y del resto de organizaciones obreras que acompañen este desempeño, comenzando por sus afiliados, convocados en asambleas al efecto para elaborar el programa, aprobar los estatutos y elegir una dirección que represente el sentir mayoritario de las bases. Pero formar un pretendido partido de los trabajadores, como iniciativa individual de unos pocos dirigentes de la FTV-CTA, saltando por encima de las estructuras de la CTA, a espaldas de los afiliados de la misma, sin un programa definido y completamente ausente en las luchas obreras habidas en los últimos meses, no nos parece lo más correcto. Es por ello, que no creemos que la iniciativa de DElía consiga tener un gran arraigo en la clase, y en cambio pase a la historia como un episodio pasajero en el camino de la construcción de un verdadero partido obrero de masas.
¿Qué tipo de partido?
Pero la cuestión aquí no es sólo proclamar formalmente un partido de trabajadores. La cuestión también es qué orientación política tendría dicha organización, qué programa defendería, cuál sería su modelo de sociedad, cómo se organizaría internamente, si realmente nacería como una organización basada en la democracia interna y en la existencia de libertad de tendencias, etc. Porque intentar reproducir un modelo verticalista, donde sus dirigentes no tuvieran que rendir cuentas ante la base, o se transformara en una mera maquinaria electoral, entonces estaría condenado a un seguro fracaso o, lo que es peor, volvería a traicionar las esperanzas que pudiera despertar inicialmente en un sector amplio de los trabajadores argentinos.
Ahora bien, si esta organización naciera desde el comienzo con una base obrera de masas, comenzando por amplios sectores de los propios afiliados a los sindicatos, se dotara de estructuras internas democráticas y permitiera la libertad de corrientes y tendencias al interior, y planteara un programa anticapitalista y de independencia de clase entonces sí podría tener una significación histórica para la clase obrera argentina de enorme amplitud. El rol históricamente progresista de la formación de este partido, en las condiciones indicadas arriba, es que podría despertar e iniciar a la actividad política a decenas y centenares de miles de trabajadores y jóvenes que antes carecían de una herramienta política para expresar sus intereses de clase, rompiendo de una vez por todas el espinazo a la dirigencia peronista y a la influencia burguesa de la conciliación entre las clases en el interior del movimiento obrero. En esas circunstancias, los miles de activistas y militantes de las organizaciones de izquierda sí deberían plantearse participar en el desarrollo de esta organización, donde podrían jugar un papel decisivo para extender las ideas del socialismo revolucionario, y luchar honestamente al interior para ganar el apoyo para sus posturas a la mayoría de la base del partido; porque es una ley histórica, y las recientes elecciones se encargaron de demostrarlo una vez más, que los trabajadores no entienden de organizaciones pequeñas.
Por supuesto tenemos que hacer todas estas observaciones de manera muy cuidadosa. Estamos ante una perspectiva hipotética que aún tiene que concretarse en la práctica. En cualquier caso, el debate está abierto.