Si bien, en los últimos tiempos, la incansable lucha de los organismos de derechos humanos y de los militantes sociales y políticos ha conseguido algunas reivindicaciones y avances, van quedando en evidencia las limitaciones impuestas por un aparatoestatal destinado a perpetuar la desigualdad y la represión… y la impunidad para sus agentes, encargados de llevarla a cabo. El 24 de marzo se cumplen 32 años del golpe militar de 1976. En este aniversario queremos recordar la vigencia de la lucha de los compañeros desaparecidos, por una sociedad opuesta a la explotación y a la injusticia capitalistas. Si bien, en los últimos tiempos, la incansable lucha de los organismos de derechos humanos y de los militantes sociales y políticos ha conseguido algunas reivindicaciones y avances, van quedando en evidencia las limitaciones impuestas por un aparato estatal destinado a perpetuar la desigualdad y la represión… y la impunidad para sus agentes, encargados de llevarla a cabo.
Pese al reinicio de los juicios contra los genocidas y haber conseguido las primeras condenas, la mayoría siguen demorados y sin unificarse las causas para su agilización.
Esto demuestra que, pese a los avances habidos, ni los jueces ni el gobierno kirchnerista quieren ir a fondo en la limpieza del aparato represivo, como tampoco en hacer avanzar la investigación de las responsabilidades políticas por los crímenes del 19 y 20 de diciembre del 2001, y del puente Pueyrredón.
La desaparición de Julio López (que sigue sin ser resuelta), el secuestro durante dos días de Luis Gerez que sigue sin ser aclarado, las irregularidades en las condiciones de detención de los comisarios Etchecolatz y Franchiotti (asesino de Maxi y Darío) que pueden recibir a quien quiera e incluso salir de la cárcel; del torturador subprefecto Febres, envenenado por sus cómplices encontrándose detenido, y otras, muestran las limitaciones de la política en derechos humanos del gobierno.
Todo esto no es una casualidad. Es la consecuencia de tener un aparato estatal gestado para reproducir la explotación empresarial, garantizar la ¨paz social¨ impuesta mediante la persuasión o por la fuerza. Hasta que no desmantelemos este aparato la lucha contra la impunidad no podrá triunfar.
A esto se añade la persecución y agresión de sindicalistas combativos por las patotas de la burocracia sindical (Subte, Colectivos Línea 60 de Capital, Dana, Casinos, etc.) que recuerdan el accionar de la Triple A contra luchadores obreros en los 70. Y ello, con la complicidad policial y el silencio del gobierno.
La única forma de terminar con la explotación, la represión y la impunidad es mediante la lucha por una sociedad igualitaria, basada en la solidaridad y en la participación de los trabajadores en el gobierno de su destino. Una sociedad que termine con todas las miserias que produce el capitalismo, una sociedad Socialista.
Para eso, los sectores más concientes y avanzados de los trabajadores y de la juventud deben organizarse y militar políticamente. Decenas y cientos de miles de trabajadores, jóvenes y luchadores populares, organizados con un programa y una política socialistas, es la única manera de preparar las condiciones para conseguir la transformación socialista de la sociedad y desmantelar los aparatos represivos que se utilizan para asegurar la dominación de una minoría de parásitos que viven a costa del trabajo y la explotación de la clase obrera y del resto del pueblo trabajador.
Sumate a la Corriente Socialista El Militante para luchar por la transformación socialista de la sociedad y un mundo sin explotadores ni explotados.
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